"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 30 de mayo de 2017

Consecuencias cuando un matrimonio se rompe



Divorcio, consecuencias, pareja, hijos, crisis matrimonial
Solemos pensar que la solución es el divorcio o la separación cuando un matrimonio ya no quiere seguir unido; creemos que los problemas se van a solucionar y que reinará la paz.

En la mayoría de los casos esto no sucede, ya que de inmediato vienen las consecuencias, tanto en el hombre como en la mujer:

Físicas:

* Soledad: ambos quedan “solos”, cuando han estado acostumbrados a compartir con el otro un espacio, su tiempo, sus bienes, sus conversaciones, buenos y malos momentos.

* Enfermedades: pueden aparecer ciertos padecimientos; recordemos que cuando la mente no está tranquila, el cuerpo somatiza y puede el hombre o la mujer empezar con dolores de cabeza, estómago, u otra enfermedad.

* Labores domésticas: lo que antes hacían los dos, ahora lo tiene que hacer cada uno solo en su nueva casa.


Económicas

* Distribución de bienes: la negociación de quién se quedará con qué. La mayoría de las veces no resulta fácil, ya que alguno o ambos están dolidos y susceptibles.

* Mantenimiento de dos lugares para vivir: después de la separación se tienen que cubrir los gastos de dos lugares, cuando antes era solo uno. Esto aumenta la presión para ambos.

* Volver a trabajar: la mujer es quien en muchos casos tiene que salir a trabajar para recibir una compensación económica, cuando hace muchos años que no lo hacía.

* Pensiones mensuales: se tiene que establecer una cantidad para la pensión mensual, sobre todo cuando los hijos son menores.

Psicológicas:

* Recuperar la autoestima: con la ruptura, la seguridad en uno mismo suele disminuir, y hay que recuperar este sentimiento de seguridad.

* Asumir nuestra responsabilidad: en una relación de dos, la culpa no es de uno solo, sino de ambos. Cada uno debe asumir su responsabilidad y reconocer sus errores y fallas.

* Aceptar la pérdida: el divorcio o la separación es un duelo, una pérdida que se debe aceptar y aprender a vivir con ella.

* Celos: surgen celos hacia otras personas que se relacionan con la ex pareja.

Sociales:

* Alejamiento de grupos sociales: la convivencia con amigos y familiares ya no es la misma. Cada uno empieza a verlos por separado, o bien, a dejar de verlos.

* La crítica: surge el famoso “qué dirán” los demás, ahora ya soy una “mujer o un hombre divorciado”, y esto puede afectar mucho a la persona.

* Soledad: nuevamente este sentimiento de estar solo o sola de ahora en adelante.

Para los hijos:

* Menos tiempo con ellos: es lógico que después de una ruptura del matrimonio, el papá y la mamá pasen menos tiempo con sus hijos que el que pasaban antes. Se empiezan a turnar para verlos.

* Rendimiento escolar: se ha visto que un niño o un joven puede bajar su rendimiento en la escuela cuando sus padres se separan.

* Enfermedades físicas: hemos mencionado que el cuerpo somatiza los sentimientos y los hijos de padres que se separan pueden empezar a enfermarse.

* Culpa: en algunos casos aparecen sentimientos de culpabilidad en los hijos, que piensan que la ruptura de sus padres se debe a algo que hicieron o dejaron de hacer.

* Decepción: saber que sus papás ya no están juntos puede ocasionar sentimientos fuertes de decepción.

* Manipulación: los padres utilizan a sus hijos para enviar mensajes, obtener información del otro, o bien, para atraer su cariño y atención. O también, los hijos pueden aprovecharse de este momento para manipular ellos a sus padres y obtener beneficios tanto materiales como humanos.

Se puede presentar la situación de que los papás separados utilicen a sus hijos como forma de conflicto.

Si está en crisis tu matrimonio y estás pensando en separarte o divorciarte, reflexiona mucho antes de hacerlo; es una decisión muy importante que puede terminar con una mala relación, pero que también da lugar a varias consecuencias, como las que hemos platicado el día de hoy.
Antes de tomar esta decisión: “piénsalo dos vece
Por: Lucía Legorreta de Cervantes




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lunes, 29 de mayo de 2017

La comunicación familiar



El ingrediente más importante de todo matrimonio feliz es la destreza en la comunicación

El ingrediente más importante de todo matrimonio feliz es la destreza en la comunicación. Y es que sin comunicación es imposible el conocimiento del otro, del mismo modo que sin ésta tampoco es posible que se dé el amor.
Partimos del presupuesto de que la comunicación es siempre un encuentro entre personas, un salir de sí para encontrar al otro, de forma que uno se experimente compartiendo su vida con la del otro. Como bien dice Víktor Frankl, “la puerta que da entrada a la felicidad se abre siempre tirando de ella hacia fuera”, porque la comunicación de cada uno enriquece la comunicación del otro, lo que conduce de alguna manera a la felicidad mutua.
Para esto hay que estar disponibles para acoger y permitir que las palabras del otro penetren en nosotros; es preciso atender a ellas, acogerlas y quererlas como propias, así vemos cómo en la comunicación hay mucha más riqueza de la que objetivamente parece. A veces hablamos por hablar, pero nuestras palabras tienen un significado, algo que me pertenece, mi intimidad, que no es solo para mi sino para compartir, pues el lenguaje no cobra sentido sino es para los demás. Porque con cada palabra pronunciada se da algo de uno mismo: una preocupación, una alegría, una tristeza, ilusiones, recuerdos, etc. Mis palabras son en definitiva el mejor regalo para los demás.
En la actualidad vemos que la necesidad de diálogo es una de las cosas sobre las que más se habla. Tenemos necesidad de explicarnos, de que alguien nos comprenda, necesidad de ser comprendidos o incluso sentirnos comprendidos. Y es que uno de los fracasos más comunes de algunos matrimonios de hoy es la progresiva incomunicación: dos se casan, se aíslan de sus antiguos amigos y compañeros, se hacen voluntariamente estériles, se desentienden de sus mayores y se encierran en sí mismos, etc. Vemos bastantes matrimonios en los que la comunicación se da por supuesta, se suprime el coloquio personal y se silencian o eluden los problemas. Los espacios vacíos los llena entonces la televisión, el periódico, internet, el teléfono, etc. Esto es lo que Kierkegaard denominó como “soledad de dos en compañía”.
A veces los problemas de comunicación radican en las mismas diferencias que se encuentran entre hombres y mujeres: los hombres esperan que las mujeres piensen, se comuniquen y reaccionen como ellos, y las mujeres esperan que los hombres sientan, se comuniquen y respondan en la forma en que lo hacen ellas. Pero el amor no es mágico, las buenas intenciones no son suficientes. Tenemos que crecer en el amor, día a día, conociendo nuestras diferencias y trabajando en ellas.

Y para esto conviene seguir unas pautas para una buena comunicación en la pareja:
1.- Ante todo la escucha activa, porque no es lo mismo oír que escuchar, porque escuchar es poner atención, mostrar interés, colocarse en el lugar del cónyuge para comprenderle mejor, adoptar en todo momento una actitud positiva, tener paciencia y no interrumpir.
2.- Intercambiar formas de comunicación más claras y directas para expresar opiniones, pensamientos, sentimientos y deseos de manera que hablen de uno mismo, obviando las acusaciones o referencias al otro.
3.- Que cada miembro de la pareja exponga sus ideas. El cónyuge debe pensar en lo que el otro dijo, no en lo que el mismo quiso decir.
4.- Aclarar el mensaje recibido antes de responder.
5.- No dar consejos no solicitados para solucionar un conflicto.
6.-Evitar generalizaciones. Términos absolutos de todo o nada, siempre o nunca sofocan la comunicación respondiendo a un estado anímico de enfado.
7.- Compartir temas de conversación. Hablar de cuáles son las metas ayuda a redefinirlas y evaluarlas. Qué hace feliz en la pareja y en qué se puede cambiar. Escuchar los miedos del otro sin burlarse, reírse o minimizarlos.
8.- Cuidar los aspectos no verbales de la comunicación. Como diría Watlawick, uno de los principales teóricos de la comunicación, es imposible no comunicarse en este sentido; los gestos y el tono de voz son esenciales y hay que cuidarlos.
9.- Reservar momentos para dedicarse el uno al otro. Es necesario que la pareja  busque y reserve determinado momentos que puedan dedicarse el uno a otro sin interrupciones. Estos ratos pueden ser más breves o más largos pero es importante su frecuencia.
Como vemos, la comunicación es de vital importancia en las relaciones de pareja, siendo un instrumento fundamental para la convivencia, el ajuste social, personal y de resolución de conflictos. Así mismo, las investigaciones indican que hay una correlación positiva entre comunicación y satisfacción conyugal, ya que constituye un medio excelente que tienen los esposos a su alcance para lograr hacer de sus dos vidas una sola; para conseguir una sintonía sin sombras ni secretos que les permita mirar juntos hacia el futuro sobre la base de un pasado y un presente compartidos.
Por: María del Carmen Gonzáles Rivas | Fuente: Análisis y Actualidad.




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domingo, 28 de mayo de 2017

Fiesta de la Ascensión, verdadera esperanza



Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre.

Los niños de hoy están acostumbrados a oír de los viajes espaciales, a naves que viajan a velocidades que escapan a la imaginación y que tocan países insospechados con otras costumbres y otras formas de vida. Por eso podrían quedarse con la impresión de que Cristo en su Ascensión a los cielos, se hubiera adelantado al tiempo, subiendo en su propia nave hasta desplazarse hasta el mismísimo cielo.

Tenemos que decir entonces de entrada que el cielo y el espacio de las estrellas, los astros, los asteroides y los cometas, un mundo vastísimo, es otro totalmente distinto del que nos presentan los evangelistas que afirman que Cristo subió al cielo, donde “Dios habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6.16), lo cual quiere decir que nosotros mismos estaremos invitados a subir con Cristo pero no precisamente a un espacio o a un lugar sino a una situación nueva si vivimos en el amor y en la gracia de Dios.

La fiesta de la Ascensión del Señor es entonces la fiesta de la Verdadera esperanza para los cristianos y en general para todos los hombres, pues cuando Cristo envía a sus apóstoles al mundo, quiere hacer que su mensaje llegue precisamente a todos los hombres, rotas ya las barreras y todas las fronteras, hasta hacer de la humanidad una sola familia salvada por la Sangre de Cristo. Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre, esperando la vuelta de todos para sentarnos con Cristo a ese banquete que se ofrece a todos los que fueron dignos de entrar al Reino de los cielos.

La fiesta en cuestión comenzó a celebrarse hasta el siglo VI pues los siglos anteriores se consideraba como una sola festividad tanto la Resurrección de Cristo como su misma Ascensión, pero se pensó en celebrar ésta última como la plena glorificación de Cristo, su exaltación a los cielos, el sentarse a la diestra de Dios Padre, su constitución como Juez y Señor de vivos y muertos y por lo tanto con poder para enviar a su Iglesia al mundo a hacerlo presente en sus sacramentos, en su Eucaristía, descubriéndole en los pobres y los marginados del mundo, comprometiéndose seriamente con ellos como él lo hizo con cada uno de los actos de su vida, pero sobre todo con su muerte en lo alto de la cruz.

La Ascensión tiene lugar en Galilea, donde Jesús comenzó su ministerio público pero no fue tanto un dato meramente geográfico, sino para hacerles entender a sus apóstoles que Jerusalén ya no era el centro de religiosidad y de culto, sino que desde ahora él se constituía en Aquél por el que se podía tener libre acceso al Padre. Galilea sería como un símbolo de una humanidad que vive una nueva esperanza y una nueva acogida por el Buen Padre Dios, invitándonos a romper toda esclavitud, pues él ya no quiere más sirvientes sino hijos.

Cristo tuvo mucho cuidado antes de su subida de darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo, pero también afirmó, y con un verbo en presente que él estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. Esa es la gran alegría de los cristianos, poder unirse desde ahora al Salvador sin tener que esperar hasta el momento final, y hacerlo como discípulos del único Maestro, que quiere a la humanidad unida en su Amor.
Por: Alberto Ramirez Mozqueda



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sábado, 27 de mayo de 2017

Sagrada... ¿mi familia?



No hay familias cinco estrellas porque una familia no es un hotel, ni una hospedería. No hay familias de lujo pues el secreto es la comprensión y la misericordia

Acompañé a uno de nuestros guitarristas a comprarse un estuche. Era muy caro, por cierto. “Es preferible gastar tu dinero en proteger, que en reparar” me dijo. Me quedé pensando en su frase y las palabras eran más profundas de lo que parecen. No hablaba solo de música.

Nosotros no fuimos tirados en el vacío, ni hemos sido puestos en solitario. Al mundo llegamos arropados y protegidos por UNA FAMILIA. Hoy en la Iglesia celebramos esa hermosa realidad: tener una familia, es como ser una valiosa guitarra y tener un buen estuche que custodia y protege nuestras notas.

No hay familias cinco estrellas porque una familia no es un hotel, ni una hospedería. No hay familias “de lujo” pues el secreto es la comprensión y la misericordia. La condición entre sus miembros es la de amarse y aceptarse tal y como son. Con sus mañas, sus defectos, sus olores y sus vicios.

La paz viene solo después de haberse aceptado y amado, “all inclusive” sobre todo con sus errores y disfuncionalidades. No hay familia perfecta, solo hay perfecta aceptación de la tuya.

No todo andaba fenomenal en la Sagrada Familia. La fama de José y de María, iban en picada, la economía era débil y las ventas de la carpintería no prometían unas lujosas vacaciones. Tener como hijo al Hijo de Dios no era empresa fácil. Seguro San José y María Santisima se sentían poco preparados frente al dificil reto de formar al “Niño Mesías”.


Los dos eran santos, los dos habían sido elegidos para llevar adelante el capítulo más importante en la historia de la salvación y sin embargo se necesitaban el uno al otro. Dios no quería que confiaran sólo en Él, buscaba que confiaran el uno en el otro. Sólo así podría realizar su plan. ¡Los necesitaba unidos!

Sólo quien sabe mirar sabrá aceptar los propios límites y los del otro. La mirada de José a María era tierna y pura. Esa mirada se hizo carne en Cristo y así como sucede con dos enamorados, la mirada de los dos alcanza un tercero. Aprenden a mirarse ahora en el hijo.

Su amor se multiplica, se ensancha, ¡genera! Los que saben mirar, se reconocen fuera de su cuerpo para encontrarse ahora en el cuerpo y el alma de sus hijos.
“Ella sí que es carne de mi carne dijo Adán en el Edén” (Gen 2,23). Lo mismo se siguen declarando millones de matrimonios y familias por el mundo. Este año mi patrono es San José y como joven consagrado viene a enseñarme que mi querida familia no sólo son los míos sino toda la Iglesia. Yo como José me he casado con María, me he casado en ella con la Iglesia. Y soy fecundo en mi castidad como aquel viejo carpintero siempre casto.

Mi misión como padre es engendrar hijos en el Espíritu “y el Espíritu Santo te cubrirá con su sombra y tendrás un hijo…” (Lc1,35). Tener muchos Cristos, generar cristianos y tener esa descendencia espiritual, porque nadie debe vivir sin familia, tampoco los sacerdotes.

Nuestras familias pueden ser Sagradas a pesar de sus errores, serán santas si dejamos que ellos tres vivan entre nosotros y nos enseñen a ser mamás, papás e hijos como María, José y Jesús.
Por: P. Carlos Padilla



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