"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 11 de mayo de 2015

Curar las cegueras del alma

Son muchas las cegueras del alma. Desde perezas, cobardías, orgullos y egoísmos y los ojos dejan de ver la luz.

A base de pequeñas traiciones a la conciencia, el corazón puede endurecerse. Poco a poco inicia una ceguera que dificulta ver el bien, la verdad, la justicia. Entonces alma queda encarcelada entre caprichos y pecados que destruyen y que ahogan.
Son muchas las cegueras del alma. Desde perezas y cobardías, desde ambiciones y envidias, desde lujurias y odios, desde orgullos y egoísmos, los ojos dejan de ver la luz y quedan prisioneros de las tinieblas.
Como enseña san Juan, “quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos” (1Jn 2,11). San Pablo ofrece un análisis más detallado del camino que lleva a la oscuridad y al pecado:
“Porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos. (...) Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados” (Rm 1,21‑31).
¿Cómo salir de ese estado de ceguera? ¿Cómo recuperar nuevamente la vista? Si nos dejamos curar por Cristo, si le permitimos tocar nuestros párpados y humedecer nuestras pupilas, volveremos a ver la luz (cf. Jn 9; Ap 3,18).
“Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo” (Ef 5,14b). Con el Maestro podemos salir de las cegueras del alma. Entonces todo quedará iluminado de una manera distinta, y nuestros ojos percibirán, gracias a la misericordia que cura, un horizonte maravilloso de bondad y de belleza. Seremos así capaces de vivir la plenitud de la Ley: amaremos a Dios y a los hermanos (cf. Mt 22,36-39).

Por: P. Fernando Pascual LC

domingo, 10 de mayo de 2015

Carta de María tu Madre, para ti mujer

Una carta de Maria para una mujer, para ti, para mi, para todas y nos hagan caminar hacia los brazos de su Hijo.

Hola, mi querida hija del alma, que la paz del Señor esté contigo...

Mi corazón necesitaba escribirte estas simples líneas que, como pájaro de luz, lleguen de mi corazón al tuyo...le iluminen, disipen dudas y angustias, y te hagan caminar hacia tu verdadero destino: a los brazos de mi Hijo...

Sí, querida mía, tu verdadero destino, que no es muchas veces el que te propone el mundo y por el que tantos esfuerzos gastas olvidándote del negocio mas importante que tienes: la salvación de tu alma...

Los problemas, mi querida, son todos camino hacia el Padre, el dolor, la angustia, la soledad... todo va modelando el alma de acuerdo a las respuestas que vayas dando... tú, seguro, me dirás: “¡Pero lo que a mi me pasa es tan duro , Señora!!!” Lo sé, hija, ¿acaso por un momento has pensado que no lo sé? Querida, si lloro con tus lágrimas y río contigo sin que me notes a tu lado.... cómo no saber lo que siente tu alma, si yo misma lo he padecido... bien sé lo que es el dolor, la soledad, la traición..., pero también sé que todo eso, puesto en las manos del Padre, se transforma en camino de Salvación...

Cuando yo vivía entre ustedes, meditaba todas esas cosas y las guardaba en mi corazón, las que comprendía y las que no, las que me alegraban y las que me lastimaban, como perlas de un collar incompleto que, lentamente, con el tiempo, iban tomando su verdadero lugar...

¿Sabes hija? Me gusta mucho caminar en los atardeceres, luego de un largo día de trabajo..., y me encantaría que hoy me acompañases... o mañana, o el sábado, aunque sé que estás un poco cansada... ¿cómo lo sé? Pues verás, estoy contigo cuando abres los ojos y miras el despertador, tirano, que no te regala unos minutos mas, y debes levantarte rápido a preparar el desayuno del marido y los hijos, o el tuyo solo, o el de tu mamá.... mientras se calienta el agua te miro... te amo... luego, voy contigo a levantar los remolones que se empecinan en pelearse con el reloj.... te ayudo a vestirlos, te pongo a mano esa remera que no encontrabas... y me siento con ustedes a desayunar... me gusta como preparas todo, el olorcito rico de tu cocina, luego debemos llevar los chicos al colegio, ir a trabajar para traer el sustento, o volver a casa a la rutinaria (¡pero hermosa!) tarea de mantener limpio el hogar... juntas vamos al supermercado y hacemos que alcance el dinero justito para el almuerzo... hasta a veces hago que te sobre una moneda para un dulce... el postre sorpresa de los hijos...

También lavamos la ropa, el piso, acomodamos todo para que el esposo y los niños encuentren ese remanso de paz que anhelan, el olorcito a ”su casa” que les volverá al alma cuando se sientan tristes, solitarios, nostálgicos... allí recordarán todas las cosas buenas que les enseñaste...

También estoy contigo en el trabajo, ayudándote, aconsejándote, pidiéndote que sonrías siempre, que trates bien a todos, ya que nunca sabes cuanto bien haces con una sonrisa... eres mi embajadora cuando sonríes, cuando eres amable, cuando perdonas... ¡¡cuando perdonas haces sonreír a mi Hijo!!!

Ya estamos a mas de la mitad de la jornada, extrañamos volver a casa ¿verdad?...
Contigo corro a abrazar a los hijos, contigo me siento y les preguntamos juntas cómo les fue (aunque yo ya lo sé, porque los estuve cuidando por ti en el colegio, mientras jugaban, o cuando cruzaban la calle)

También te acompaño cuando debes darles una noticia triste, como que un amigo o un primo enfermo ha partido hacia mi Hijo, estoy contigo para decirles que lo he abrazado fuerte, fuerte y le he llenado de besos cuando ha llegado aquí al cielo, que le tengo a mi lado y damos largos paseos por los jardines celestiales....
Me gusta cuando les ayudas en la tareas, les hablas al alma, les acompañas a la catequesis ... a veces te veo preocupada porque parecen distraídos, no te preocupes, mi querida, tú sigue sembrando, que tuyo es el tiempo de siembra y de mi Hijo el de la cosecha...

En fin, ya cae la tarde... ¿qué te parece si nos vamos juntas aunque más no sea hasta el almacén? Sí, dale, vamos a comprar el pan para la cena y así charlamos, sí, de eso que te tiene preocupada... ven, que tengo muchas ganas de tranquilizarte, de acompañarte, de abrazarte en silencio...

Vamos hija, vamos de paseo...

Desde el alma

Tu mamá

María de Nazaret


NOTA
Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.


Por: María Susana Ratero 

sábado, 9 de mayo de 2015

María es la mamá que cuida a sus hijos para que crezcan más y más

Lo que es la Virgen María, según el Papa Francisco, en quince rasgos.

Por: SS Papa Francisco | Fuente: vatican.va
 

A luz de su alocución en la basílica de Santa María la Mayor de Roma ante la Salus Populi Romani, el sábado 4 de mayo de 2013
1.- Bajo su guía maternal nos conduce a estar cada vezmás unidos a su Hijo Jesús.
2.- María nos da la salud, es nuestra salud.
3.- María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor grande y tierno.
4. Es una mamá ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder a la pereza -que también se deriva de un cierto bienestar – a no conformarse con una vida cómoda que se contenta sólo con tener algunas cosas.
5.- Es la mamá cuida a los hijos para que crezcan más y más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes ideales.
6.- La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.
7.- Es una mamá además que piensa en la salud de sus hijos, educándolos también a afrontar las dificultades de la vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida fuera una autopista sin obstáculos. La mamá ayuda a los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a no perderse en ellos, sino a afrontarlos con valentía, a no ser débiles, y saberlos superar, en un sano equilibrio que una madre “siente” entre las áreas de seguridad y las zonas de riesgo. Y esto una madre sabe hacerlo.
8.- Es una madre que lleva al hijo no siempre sobre el camino “seguro”, porque de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo, porque es peligroso.Una madre sabe equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!
9.- María ha vivido muchos momentos no fáciles en su vida, desde el nacimiento de Jesús, cuando para ellos “no había lugar para ellos en el albergue” (Lc 2, 7), hasta el Calvario (cfr. Jn 19, 25). Y como una buena madre está cerca de nosotros, para que nunca perdamos el valor ante las adversidades de la vida, ante nuestra debilidad, ante nuestros pecados: nos da fuerza, nos muestra el camino de su Hijo.
10.- Jesús en la cruz le dice a María, indicando a Juan: “¡Mujer, aquí tienes a tu hijo!” y a Juan: “Aquí tienes a tu madre”(cfr. Jn 19, 26-27). En este discípulo todos estamos representados: el Señor nos confía en las manos llenas de amor y de ternura de la Madre, para que sintamos que nos sostiene al afrontar y vencer las dificultades de nuestro camino humano y cristiano.  A no tener miedo de las dificultades. A afrontarlas con la ayuda de la madre
11.- Una buena mamá no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá ayuda también a tomar las decisiones definitivas con libertad.
12.- María es maestra de la verdadera libertad. Donde reina la filosofía de lo provisorio, ¿qué significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin discernimiento, seguir las modas del momento. Libertad no significa, por así decirlo, tirar por la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se nos dona ¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida!
13.- María como buena madre nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas, con aquella libertad plena con la que respondió “sí” al plan de Dios para su vida (cfr. Lc 1, 38).
Queridos hermanos y hermanas, ¡qué difícil es, en nuestro tiempo, tomar decisiones definitivas! Nos seduce lo provisorio. Somos víctimas de una tendencia que nos empuja a lo efímero… ¡como si deseáramos permanecer adolescentes para toda la vida! ¡No tengamos miedo de los compromisos definitivos, de los compromisos que involucran y abarcan toda la vida! ¡De esta manera, nuestra vida será fecunda! Y ¡esto es libertad! Tener el coraje de tomar decisiones con grandeza.
14.- Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo.
15.- María, la Salus Populi Romani, es la mamá que nos dona la salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en hacernos libres para las opciones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien, en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a los demás, vida física y espiritual.

Danos, María, danos la salud que sólo tú puedes donarnos,  para ser siempre signos e instrumentos de vida.

viernes, 8 de mayo de 2015

Un hijo, es siempre un niño para su madre

Pedir mucho a Dios por las mamás de todo el mundo, para que siga habiendo madres buenas, fieles, heroicas en su labor de educar al hombre

Se celebran muchas cosas y acontecimientos en el mundo, pero el día de la madre es el que más se merece una celebración, porque se celebra el amor más tierno, más desinteresado y más hermoso que pueda existir sobre la tierra. Habría que celebrarlo con versos y canciones. Hasta Dios quiso tener una madre, la Santísima Virgen. Quiso sentir las caricias y el amor de una madre humana como tú.

A la hora de dirigirles una felicitación se me ocurre ponerme en el caso de un niño que habla a su mamá. Hacerme también niño, porque resulta que un hijo, es siempre un niño para su madre. Lo primero que un niño dice a su madre es un ¡gracias! muy grande y muy tierno.

¡Gracias! mamá, por haberme traído a este mundo: tu primer regalo para mi fue el regalo de la vida, te debo la vida. Pude no haber nacido y ahora no correría a tu brazos a decirte que te quiero y no podrías mirarte en mis ojos de angelito travieso. Pero dijiste sí.

¡Gracias! ¡mamá!, me quisiste mucho antes de nacer; cuántas veces soñaste conmigo. ¡Gracias! por haberme cuidado de pequeñito con tantos sacrificios, desvelos, cansancios. No puedo saber cuánto has hecho por mi, porque en esos años no me daba cuenta; te he costado mucho, mamá, eso lo sé. Nunca te sabré agradecer lo suficiente, no podré hacerlo porque es demasiado lo que te debo. Cuántas noches en vela junto a mi, cuando estaba enfermo.

¡Gracias! porque me has enseñado a conocer y a querer a Dios. Cuando sea mayor quizá me vuelva un poco frío, quizá salga de hijo pródigo, pero volveré, sí, volveré a ese Dios que tú me enseñaste amar.

Perdóname todas mis travesuras de niño y mis travesuras ya no tan inocentes de mayor. En el fondo no iban con mala intención, no pretendía molestarte. Aunque si te han hecho sufrir, yo sé que tú tienes siempre corazón para perdonarme y para comprender mis debilidades.

Pero no tengo derecho a entristecerte. Perdóname si alguna vez has tenido que llorar por mi y te he hecho enojar; no tenia derecho a hacerlo, perdóname. Te prometo desde hoy portarme mejor, no puedo seguir haciéndote sufrir con mi mal comportamiento. Ayúdame a cumplir este propósito.

Voy a pedir por ti tantas cosas. Hay que pedir mucho a Dios por las mamás de todo el mundo, para que siga habiendo madres buenas, fieles, heroicas en su labor de educar al hombre, porque los grandes hombres se forman en las rodillas de su madre.

Pedir para que no tomen como dogma de fe, aquello de que la familia pequeña vive mejor. En algunos ambientes algunas familias han reducido su fecundidad, su amor y su generosidad a una criatura, a un hijo. No tienen amor más que para un ser. La familia que vive mejor, no es la pequeña o la grande, sino la que vive unida en el amor.

Pidamos por todas nuestras familias para que reine de verdad el amor y así vivan mejor cada día. Ojalá que todas las madres se sientan orgullosas, felices de su maternidad pues eso es lo más grande que han recibido. Que se sientan felices con sus hijos, orgullosas de sus hijos, realizadas en su misión de madres por encima de cualquier otra cosa en su vida. Otras tareas y oficios pueden añadir algo a su persona, pero ninguna como la gloria y la alegría de ser madre.


Tus hijos te perdonarán fácilmente no ser una extraordinaria profesionista, si eres una estupenda mamá. El mundo está más necesitado de mamás verdaderas que de profesionistas excelentes.


Por: P. Mariano de Blas LC 

jueves, 7 de mayo de 2015

Eucaristía, Pan partido para tu salvación

Reflexiones Eucaristía
¡Qué grande es nuestra alegría sabiendo que en el altar cada día se ofrece el sacrificio de Cristo

Por: SS Benedicto XVI


¡Queridos hermanos y hermanas!

Qué grande debe ser nuestra alegría sabiendo que en el altar,(...) cada día se ofrecerá el sacrificio de Cristo; sobre este altar Él seguirá inmolándose, en el sacramento de la Eucaristía, para nuestra salvación y la del mundo entero. En el Misterio eucarístico, que se renueva en cada altar, Jesús se hace realmente presente. La suya es una presencia dinámica, que nos aferra para hacernos suyos, para asimilarnos a él; nos atrae con la fuerza de su amor haciéndonos salir de nosotros mismos para unirnos a Él, haciendo de nosotros una sola cosa con Él.

La presencia real de Cristo hace de cada uno de nosotros su "casa", y todos juntos formamos su Iglesia, el edificio espiritual del que habla también san Pedro. "Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios -escribe el apóstol-, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por medio de Jesucristo" (1 Pe 2, 4-5).

Casi desarrollando esta bella metáfora, san Agustín observa que mediante la fe los hombres son como maderos y piedras cogidos de los bosques y de los montes para la construcción; mediante el bautismo, la catequesis y la predicación se van desbastando, escuadrando y puliendo; pero se convierten en casa del Señor sólo cuando se acompañan por la caridad. Cuando los creyentes se ponen en contacto en un orden determinado, se yuxtaponen y cohesionan mutua y estrechamente, cuando todos están unidos con la caridad se convierten verdaderamente en casa de Dios que no teme derrumbarse (cfr Serm., 336).

Es por tanto el amor de Cristo, la caridad que "no tendrá fin" (1 Cor 13,8), la energía espiritual que une a cuantos participan del mismo sacrificio y se nutren del único Pan partido para la salvación del mundo. De hecho ¿es posible estar en comunión con el Señor si no estamos en comunión entre nosotros? ¿Cómo podemos presentarnos ante el altar de Dios divididos, lejanos unos de otros? Este altar, sobre el cual dentro de poco se renueva el sacrificio del Señor, sea para vosotros, queridos hermanos y hermanas, una constante invitación al amor; a él os debéis acercar siempre con el corazón dispuesto a acoger el amor de Cristo y a difundirlo, a recibir y a conceder el perdón.

(...) Cada vez que os acerquéis al altar para la celebración eucarística, vuestra alma debe abrirse al perdón y a la reconciliación fraterna, dispuestos a aceptar las excusas de cuantos os hayan herido y dispuestos, por vuestra parte, a perdonar.

En la liturgia romana el sacerdote, tras presentar la ofrenda del pan y del vino, inclinado hacia el altar, reza en sumisamente:

"Humildes y arrepentidos acógenos, Señor: acepta nuestro sacrificio que hoy te presentamos".

Se prepara así a entrar, con toda la asamblea de los fieles, en el corazón del misterio eucarístico, en el corazón de esa liturgia celeste a la que se refiere la segunda lectura, tomada del Apocalipsis. San Juan presenta a un ángel que ofrece "muchos perfumes para que, con las oraciones de los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono" (cfr Ap 8, 3). El altar del sacrificio se convierte, de cierta forma, en punto de encuentro entre el Cielo y la tierra; el centro, podríamos decir, de la única Iglesia que es celeste y al mismo tiempo peregrina en la tierra, donde, entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios, los discípulos del Señor anuncian su pasión y muerte hasta que vuelva en la gloria (cfr Lumen gentium, 8). Es más, cada celebración eucarística anticipa el triunfo de Cristo sobre el pecado y sobre el mundo, y muestra en el misterio el fulgor de la Iglesia, "esposa inmaculada del Cordero sin mancha, Esposa que Cristo a amado y por la que se ha entregado, a fin de hacerla santa" (ibid., 6).

Es necesario que toda la comunidad crezca en la caridad y en la dedicación apostólica y misionera. Concretamente se trata de dar testimonio con la vida de vuestra fe en Cristo y la confianza total que ponéis en él. Se trata también de cultivar la comunión eclesial que es ante todo un don, fruto del amor libre y gratuito de Dios, y que por tanto es divinamente eficaz, y está siempre presente y operante en la historia, más allá de cualquier apariencia contraria.

La comunión eclesial es también una tarea confiada a la responsabilidad de cada uno. Que el Señor os conceda una comunión cada vez más convencida y operante, en la colaboración y en la corresponsabilidad en todos los niveles: entre presbíteros, consagrados y laicos, entre las distintas comunidades cristianas de vuestro territorio, entre las distintas agrupaciones de laicos. (...)



miércoles, 6 de mayo de 2015

Confío en tu decisión, Señor

Reflexiones dolor y la muerte
Pero a veces no comprendo por qué tardas, porque estoy pidiendo cosas buenas.


Te pido, Señor, que termine esta crisis, que mejore la salud de un pariente, que un amigo deje de emborracharse, que lleguen a tiempo las lluvias para la nueva cosecha, que inicie la paz en tantos lugares que sufren por la guerra.
Te pido tantas cosas, para mis seres queridos y para quienes viven lejos. Te pido también para mi propia vida: paz, fortaleza, perdón, esperanza.
Pero a veces no comprendo por qué tardas, por qué no llega tu respuesta. Quisiera que tocases, que sanases, que limpiases, que concedieses eso que tanto necesitamos. Porque, espero no equivocarme, estoy pidiendo cosas buenas.
Tú, sin embargo, tienes un modo de actuar que me supera. Si no llega la lluvia, si la enfermedad avanza, si la muerte arrebata a un padre de familia, lloraré, pero aceptaré humildemente tu voluntad.
También Tu Hijo, oh Padre, te pidió que apartases ese cáliz. Luego, llegó la  hora de las burlas, de los azotes, de la condena, del Calvario. ¿Por qué? Solo lo sabremos en la mañana de Pascua.
Por eso ahora respeto, Dios mío, lo que Tú decidas. Un día comprenderé por qué esperaste, por qué permitiste una guerra injusta, por qué no bajaste a curar a aquel enfermo.
Seguiré rezando: Tú mismo nos has dicho que pidamos. Y seguiré esperando: sé que todo lo que ocurre es para nuestro bien, aunque ahora no entienda casi nada.
Como me enseña María, la Virgen humilde, y como rezamos en el Padre nuestro, acepto. “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo...”

Por: P. Fernando Pascual LC

martes, 5 de mayo de 2015

Tardes ante la Virgen ...en mayo mes de María

La devoción a la Virgen María en el alma del cristiano va unida a nuestra fe ya que María es la Madre de Dios y Madre nuestra. 

Estamos en el mes de mayo, es el mes que la tradición católica consagra a la Virgen María.

La devoción a la Virgen María en el alma del cristiano va unida a nuestra fe ya que María no solamente es la Madre de Dios sino también Madre nuestra.

La Virgen María ocupa un lugar intermedio entre Dios y los Santos, que da origen a un culto del todo propio y especial, muy inferior al de Dios pero superior al de los Santos.

Como nos explica Royo Marín O. P..- A Dios se le venera con culto de adoración o de Latría, en virtud de su excelencia infinita. Este culto de Latría es de tal manera propio y exclusivo de Dios que, tributado a cualquier criatura, constituye, cuando se comete conscientemente uno de los más graves pecados que se pueden cometer: la idolatría.

A los Santos les corresponde el culto de dulía o de simple veneración (sin adoración) por lo que tienen de Dios. En este sentido no solo es lícito invocarlos y reverenciarlos, sino que es muy útil y conveniente.

A la Virgen María por su singular dignidad de Madre Dios, se le da el culto de hiperdulía o de veneración muy superior a la de los Santos, pero muy inferior al culto de latría, que se le debe exclusivamente Dios.

Hay un abismo infinito entre ambas especies de cultos.

María tiene el motivo de su singular dignidad de madre de Dios y esta dignidad la coloca en un orden aparte- el orden hipostático relativo - que está mil veces por encima y es específicamente distinto del orden de la gracia y de la gloria en el que se encuentran todos los Santos. De manera que al hablar de la devoción a la Virgen María, hay que entenderla siempre en el orden del culto de hiperdulía, que es el que corresponde a Ella sola específicamente.

En ese sentido caen por su base toda las objeciones de los protestantes y muchas "sectas" contra el culto a María que profesamos los católicos.

La fórmula ideal que resume y condensa el pensamiento católico sobre la devoción mariana es esta : A JESÚS POR MARÍA.

Y que reconfortante es, en este mundo en que poco a poco las tradiciones se van perdiendo, se van quedando atrás como perdidas en la niebla del pasado, como algo que ya " no toca", que "no va"... ver como las mamás jóvenes, especialmente en la Provincia, llevan a sus pequeños vestidos de blanco y con una flor en la mano a la Iglesia

Para cantarle a la Virgen, a rezarle y poner a sus pies esa sencilla flor que tiene todo el inmenso valor del candor de un alma infantil.

Esas tardes ante la Virgen, esas canciones van a echar raíces que permanecerán ya por siempre en el alma de esos niños y cuando llegue la adolescencia, la juventud arreciando contra ellos vientos de tormenta, sabrán volver sus ojos y su corazón a esa Madre que aprendieron a amar siendo niños y encontrarán en Ella el faro bendito que los llevará a puerto seguro y no les permitirá perder el camino que va hacia Dios.


Por: Ma Esther de Ariño


SIEMPRE SE HA DICHO: “A NADIE LE AMARGA UN DULCE”
¿QUIERE VERLO? , POR FAVOR PINCHE AQUÍ

lunes, 4 de mayo de 2015

"Que Dios te bendiga"

Reparte bendiciones donde vayas, no sólo de palabras, sino de hechos. Ellas volverán a ti, cuando menos lo esperes.

Cuando alguien te dice ´QUE DIOS TE BENDIGA´ no solo te está deseando lo mejor para ti, sino que también está actuando en favor suyo. Pues cuando bendices a alguien también atraes el favor de Dios hacia ti.

El efecto de la Bendición es multiplicador, ya que es dado por Dios a sus Hijos.

¡¡¡BENDICIONES!!!

La bendición invoca el apoyo activo de Dios para el bienestar de la persona, habla del agradecimiento, implica salud, provisión y felicidad en la persona que recibe buenos deseos de nuestra parte.

La bendición comienza en el hogar, en las relaciones de padres e hijos. Los niños que reciben el regalo de la bendición de parte de sus padres, tienen un buen comienzo espiritual y emocional en la vida.

Reciben un firme fundamento de amor y aceptación. Este principio también se aplica a la íntima relación de pareja. Las amistades se profundizan y fortalecen, la hermandad de las Iglesias se incrementa, trayendo compañerismo, sanidad y esperanza a muchos que nunca han recibido una palabra de bendición.

EL poder de la vida y la muerte está en la Palabra. Al bendecir, se otorga vida, no sólo al que recibe la bendición, sino también al que la da.

Por eso, hoy te bendigo, mi bendición va para ti, porque al bendecirte de todo corazón, me bendigo a mí mismo. Reparte bendiciones donde vayas, no sólo de palabras, sino de hechos. Ellas volverán a ti, cuando menos lo esperes. En general, la persona que vive en la
presencia de Dios, amándole y obedeciéndole, goza de la bendición divina siempre.


DIOS TE LLENE DE BENDICIONES



sábado, 2 de mayo de 2015

Mayo: Mes de María

La Iglesia otorga este mes a María para conocerla y amarla más 

Mayo es el mes de las flores, de la primavera. Muchas familias esperan este mes para celebrar la fiesta por la recepción de algún sacramento de un familiar. También, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su mamá (el famoso 10 de Mayo) y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida.

Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.

Celebremos, invitando a nuestras fiestas a María, nuestra dulce madre del Cielo.

¿Qué se acostumbra hacer este mes?

·         Recordar las apariciones de la Virgen.  En Fátima, Portugal; en Lourdes, Francia y en el Tepeyac, México (La Guadalupe) la Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos tiene a nosotros, sus hijos.
·         Meditar en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:
1. Su inmaculada concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de Cristo.
2. Su maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el hijo de Dios.
3. Su perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que siempre permaneció virgen.
4. Su asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en cuerpo y alma al Cielo.
·         Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres.
María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia.
·         Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María.
María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir, sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida.
·         Vivir una devoción real y verdadera a María.
Se trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:
1.   Mirar a María como a una madre: Platicarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento.
2.   Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.
3.   Confiar plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
4.   Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
·         Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.

Por: Tere Vallés

viernes, 1 de mayo de 2015

San José, hombre de trabajo

Fiesta de San José Obrero. Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este 

Por: SS Juan Pablo II

"Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor... Servid a Cristo Señor" ( Col 3, 23 s.).

¿Cómo no ver en estas palabras de la liturgia de hoy el programa y la síntesis de toda la existencia de San José, cuyo testimonio de generosa dedicación al trabajo propone la Iglesia a nuestra reflexión en este primer día de mayo? San José, "hombre justo", pasó gran parte de su vida trabajando junto al banco de carpintero, en un humilde pueblo de Palestina. Una existencia aparentemente igual que la de muchos otros hombres de su tiempo, comprometidos, como él, en el mismo duro trabajo. Y, sin embargo, una existencia tan singular y digna de admiración, que llevó a la Iglesia a proponerla como modelo ejemplar para todos los trabajadores del mundo.

¿Cuál es la razón de esta distinción? No resulta difícil reconocerla. Está en la orientación a Cristo, que sostuvo toda la fatiga de San José. La presencia en la casa de Nazaret del Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo de su esposa María, ofrecía a José el cotidiano por qué de volver a inclinarse sobre el banco de trabajo, a fin de sacar de su fatiga el sustento necesario para la familia. Realmente "todo lo que hizo", José lo hizo "para el Señor", y lo hizo "de corazón".

Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este "hombre justo". La experiencia singular de San José se refleja, de algún modo, en la vida de cada uno de ellos. Efectivamente, por muy diverso que sea el trabajo a que se dedican, su actividad tiende siempre a satisfacer alguna necesidad humana, está orientada a servir al hombre. Por otra parte, el creyente sabe bien que Cristo ha querido ocultarse en todo ser humano, afirmando explícitamente que "todo lo que se hace por un hermano, incluso pequeño, es como si se le hiciese a Él mismo" (cf. Mt 25, 40). Por lo tanto, en todo trabajo es posible servir a Cristo, cumpliendo la recomendación de San Pablo e imitando el ejemplo de San José, custodio y servidor del Hijo de Dios.

Al dirigir hoy, primer día de mayo, un saludo cordialísimo a todos vosotros, (...), mi pensamiento va con todo afecto especialmente a los trabajadores presentes y, mediante ellos, a todos los trabajadores del mundo, exhortándoles a tomar renovada conciencia de la dignidad que les es propia: con su fatiga sirven a los hermanos: sirven al hombre y, en el hombre, a Cristo. Que San José les ayude a ver el trabajo en esta perspectiva, para valorar toda su nobleza y para que nunca les falten motivaciones fuertes a las que pueden recurrir en los momentos difíciles.


MAYO, MES CONSAGRADO A LA VIRGEN 


Hoy comienza el mes que la piedad popular ha consagrado de modo especial al culto de la Virgen María. Al hablar de San José y de la casa de Nazaret, el pensamiento se dirige espontáneamente a Aquella que, en esa casa, fue durante años la esposa afectuosa y madre tiernísima, ejemplo incomparable de serena fortaleza y de confiado abandono. ¿Cómo no desear que la Virgen Santa entre también en nuestras casas, obteniendo con la fuerza de su intercesión materna -como dije en la Exhortación Apostólica "Familiaris consortio"- que "cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una ´pequeña Iglesia´, en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo" (n. 86)?

Para que esto suceda, es necesario que en las familias florezca de nuevo la devoción a María, especialmente mediante el rezo del Rosario. El mes de mayo, que comienza hoy, puede ser la ocasión oportuna para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos de compromiso generoso y de consuelo espiritual ha dado a las generaciones cristianas, durante siglos. Que vuelva a las manos de los cristianos el rosario y se intensifique, con su ayuda, el diálogo entre la tierra y el cielo, que es garantía de que persevere el diálogo entre los hombres mismos, hermanados bajo la mirada amorosa de la Madre común.