"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

viernes, 11 de octubre de 2013

Vieron el cielo por un rato y querían quedarse

Meditaciones del Rosario. Cuarto Misterio de la Luz. La Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor 
Les hizo ver el cielo por un rato. Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre, y será verdad, y será posible.

Los condenados querrán ir al cielo por un rato al menos, y no irán ni siquiera por un rato. ¡Qué mal se está aquí! Pero allí se quedarán eternamente, en el lugar donde no se ama y donde la infelicidad ha puesto su morada eterna. ¡Qué bien se está aquí! Cuando uno dice eso es porque lo siente. 

Aquellos tres apóstoles se decían a sí mismos y nos decían a nosotros: ¡Qué bien se está en el cielo! Todos los santos han tenido una experiencia semejante a la del Tabor, es decir, han gustado anticipadamente el cielo. Y todos han dicho lo mismo: ¡Qué bien se está aquí...!San Pablo: "Tengo por seguro que..." Santa Teresa; "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero". San Ignacio de Loyola: "¡Qué miserable me parece la tierra cuando contemplo el cielo!" La aparición sirvió para fortalecerles en el momento de la prueba. En los momentos de dificultad y de dolor conviene recordar los momentos de luz. Las dificultades y problemas duran sólo esta vida, la felicidad del cielo nunca termina. Todos necesitamos esta motivación, este ángel de luz que nos sostenga en medio del dolor. Jesús quiso necesitarlo o simplemente lo necesitó en el supremo dolor, cuando sudaba sangre en Getsemaní. Quiso tener en la hora de su muerte a María como un nuevo ángel que le ofrecía su amor y su presencia para resistir hasta el final. Con cuanto mayor razón necesitamos nosotros la presencia de ese ángel. 

Dios se ha adelantado a dárnoslo en María Santísima, el mismo ángel que a Él le consoló como nadie en este mundo. Cuando uno experimenta a Dios tan intensamente, lo demás desaparece. Se quiere únicamente ser de Dios. Ser de Dios felizmente y para siempre. ¡Quién pudiera decirlo, sentirlo y que fuera verdad!: Soy de Dios, pertenencia suya, nada mío, todo de Él, esclavo, siervo, hijo, consagrado. 

Los santos lo saben, lo empezaron a saber desde este mundo, desde que se despojaron de sus ricas ropas y se vistieron el sayal del siervo. "Mi Dios y mi todo", es una frase que decían en un suspiro de amor. Todos los santos han subido al Tabor desde este mundo, y antes de subir al Calvario. "Este es mi Hijo amado; escuchadle". ¡Con qué amor diría el Padre estas palabras! Con parecido amor dice de los buenos hijos: "Éstos son mis hijos predilectos": Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Sed santos. 

Todos los caminos se han recorrido en busca de lo mismo: la felicidad; y de todos han vuelto sin respuesta muchos, muchísimos hombres; sólo los santos nos han dicho algo diferente: "no me arrepiento". Luego, ¿han hallado lo que otros no? Tal parece. Son felices. Y, ¿por qué?. Porque han servido al mejor Señor que los ha convertido en reyes; porque han salido de su cueva a mejorar el mundo; han amado a su prójimo, han dejado atrás su sucio egoísmo, han vivido de fe y amor; han luchado duramente por mejorar su mundo, la han hecho más pura, más fuerte, más generosa; éstos son los felices. Quién lo creyera, porque han quebrado y hecho pedazos todas las reglas de la lógica humana: Han matado su vida para vivir. "El mundo espera el paso de los santos" -dijo un sabio, Pablo VI-, porque los demás arreglan, si es que arreglan, los problemas materiales: pan y circo; pero el hombre requiere de curación para su alma, doctores del alma que sepan manejar la medicina celestial: Los santos la tienen y la dan; dan y, con Dios, la paz íntima, el por qué de la vida y de todo el peregrinar humano; ofrecen fortaleza y amor. Ellos mismos, con su ejemplo, ofrecen un estímulo a superarse, a elevarse del barro para volar a las alturas. 

"Escuchadle". No escuchéis a los falsos profetas, no sigáis la voz del tentador que os presenta la felicidad en forma de drogas, sexo desenfrenado, borracheras, dinero, poder... 

"Escuchadle". En las bienaventuranzas, en la invitación a la conversión, en el amor a Dios y a los hombres, en la invitación a la santidad. "Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Hoy no queremos escuchar, no queremos obedecer a nadie: ni a Dios, ni a la Iglesia, ni al Papa; ni a los padres, ni aún a la autoridad civil. Se requiere cierta humildad para orar y obedecer. El hombre de hoy, tal vez, se está volviendo progresivamente más soberbio, más seguro de sí y, por eso, no quiere escuchar, Pero el Padre le sigue pidiendo que escuche a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Porque el mismo hombre que no escucha a Dios, si escucha al Padre de la mentira, ese desobediente obedece a sus pasiones, a sus caprichos, hasta el punto de decir: "He aquí el esclavo del pecado, de los vicios. Hágase en mí según vuestros mandatos" Dios dice a los tres apóstoles: 

"Escuchadle". Se lo dice en buena forma. Tiempo habrá en que la dura claridad de sus palabras se convierta en encrucijada de salvación o condenación. "Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; pero el que no crea se condenará". Mc.16,15-16


Autor: P Mariano de Blas LC

jueves, 10 de octubre de 2013

Carta al Papa Francisco

Autor: José Antonio Pagola, Sacerdote y teólogo

IMPULSAR LA RENOVACIÓN EVANGÉLICA

“Casi sin darnos cuenta, estás introduciendo en el mundo la Buena Noticia de Jesús. Estás creando en la Iglesia un clima nuevo, más evangélico y más humano. Nos estás aportando el Espíritu de Cristo…”.

Querido hermano Francisco:

Desde que fuiste elegido para ser la humilde “Roca” sobre la que Jesús quiere seguir construyendo hoy su Iglesia, he seguido con atención tus palabras. Ahora, acabo de llegar de Roma, donde te he podido ver abrazando a los niños, bendiciendo a enfermos y desvalidos y saludando a la muchedumbre.

Dicen que eres cercano, sencillo, humilde, simpático… y no sé cuántas cosas más. Pienso que hay en ti algo más, mucho más. Pude ver la Plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione llena de gentes entusiasmadas. No creo que esa muchedumbre se sienta atraída solo por tu sencillez y simpatía. En pocos meses te has convertido en una “buena noticia” para la Iglesia e, incluso, más allá de la Iglesia. ¿Por qué?
Casi sin darnos cuenta, estás introduciendo en el mundo la Buena Noticia de Jesús.              Estás creando en la Iglesia un clima nuevo, más evangélico y más humano. Nos estás aportando el Espíritu de Cristo. Personas alejadas de la fe cristiana me dicen que les ayudas a confiar más en la vida y en la bondad del ser humano.

Algunos que viven sin caminos hacia Dios me confiesan que se ha despertado en su interior una pequeña luz que les invita a revisar su actitud ante el Misterio último de la existencia.

Yo sé que en la Iglesia necesitamos reformas muy profundas para corregir desviaciones alimentadas durante muchos siglos, pero estos últimos años ha ido creciendo en mí una convicción. Para que esas reformas se puedan llevar a cabo, necesitamos previamente una conversión a un nivel más profundo y radical. Necesitamos, sencillamente, volver a Jesús, enraizar nuestro cristianismo con más verdad y más fidelidad en su persona, su mensaje y su proyecto del Reino de Dios. Por eso, quiero expresarte qué es lo que más me atrae de tu servicio como Obispo de Roma en estos inicios de tu tarea.

Algunos que viven sin caminos hacia Dios
me confiesan que se ha despertado en su interior
una pequeña luz que les invita a revisar
su actitud ante el Misterio último de la existencia.

Yo te agradezco que abraces a los niños y los estreches contra tu pecho. Nos estás ayudando a recuperar aquel gesto profético de Jesús, tan olvidado en la Iglesia, pero tan importante para entender lo que esperaba de sus seguidores. Según el relato evangélico, Jesús llamó a los Doce, puso a un niño en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, me está acogiendo a mí”.
Se nos había olvidado que en el centro de la Iglesia, atrayendo la atención de todos, han de estar siempre los pequeños, los más frágiles y vulnerables. Es importante que estés entre nosotros como “Roca” sobre la que Jesús construye su Iglesia, pero es tan importante o más que estés en medio de nosotros abrazando a los pequeños y bendiciendo a los enfermos y desvalidos, para recordarnos cómo acoger a Jesús. Este gesto profético me parece decisivo en estos momentos en que el mundo corre el riesgo de deshumanizarse desentendiéndose de los últimos.

Yo te agradezco que nos llames de forma tan reiterada a salir de la Iglesia para entrar en la vida donde la gente sufre y goza, lucha y trabaja: ese mundo donde Dios quiere construir una convivencia más humana, justa y solidaria. Creo que la herejía más grave y sutil que ha penetrado en el cristianismo es haber hecho de la Iglesia el centro de todo, desplazando del horizonte el proyecto del Reino de Dios.

Juan Pablo II nos recordó que la Iglesia no es el fin de sí misma, sino solamente “germen, signo e instrumento del Reino de Dios”, pero sus palabras se perdieron entre otros muchos discursos. Ahora se despierta en mí una alegría grande cuando nos llamas a salir de la “autorreferencialidad” para caminar hacia las “periferias existenciales”, donde nos encontramos con los pobres, las víctimas, los enfermos, los desgraciados…

La herejía más grave y sutil
que ha penetrado en el cristianismo
es haber hecho de la Iglesia el centro de todo,
desplazando del horizonte el proyecto del Reino de Dios.

Disfruto subrayando tus palabras: “Hemos de construir puentes, no muros para defender la fe”; necesitamos “una Iglesia de puertas abiertas, no de controladores de la fe”;             “la Iglesia no crece con el proselitismo, sino por la atracción, el testimonio y la predicación”. Me parece escuchar la voz de Jesús que, desde el Vaticano, nos urge: “Id y anunciar que el Reino de Dios está cerca”, “id y curad a los enfermos”, “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.

Te agradezco también tus llamadas constantes a convertirnos al Evangelio. Qué bien conoces a la Iglesia. Me sorprende tu libertad para poner nombre a nuestros pecados.   No lo haces con lenguaje de moralista, sino con fuerza evangélica: las envidias, el afán de hacer carrera y el deseo de dinero; “la desinformación, la difamación y la calumnia”; la arrogancia y la hipocresía clerical; la “mundanidad espiritual” y la “burguesía del espíritu”; los “cristianos de salón”, los “creyentes de museo”, los cristianos con “cara de funeral”. Te preocupa mucho “una sal sin sabor”, “una sal que no sabe a nada”, y nos llamas a ser discípulos que aprenden a vivir con el estilo de Jesús.

No nos llamas solo a una conversión individual. Nos urges a una renovación eclesial, estructural. No estamos acostumbrados a escuchar ese lenguaje. Sordos a la llamada renovadora del Vaticano II, se nos ha olvidado que Jesús invitaba a sus seguidores a “poner el vino nuevo en odres nuevos”. Por eso, me llena de esperanza tu homilía de la fiesta de Pentecostés: “La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades y gustos… Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos           a los suyos”.

Por eso nos pides que nos preguntemos sinceramente: “¿Estamos abiertos a las sorpresas de Dios o nos encerramos con miedo a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta?”. Tu mensaje y tu espíritu están anunciando un futuro nuevo para la Iglesia.

Quiero acabar estas líneas expresándote humildemente un deseo. Tal vez no podrás hacer grandes reformas, pero puedes impulsar la renovación evangélica en toda la Iglesia. Seguramente, puedes tomar las medidas oportunas para que los futuros obispos de las diócesis del mundo entero tengan un perfil y un estilo pastoral capaz de promover esa conversión a Jesús que tú tratas de alentar desde Roma. Francisco, eres un regalo de Dios. ¡Gracias!



miércoles, 9 de octubre de 2013

Enséñanos, María a aceptar sin preguntar

Meditaciones del Rosario. Quinto Misterio de Gozo. Jesús perdido y hallado en el templo. 


Qué prueba tan dolorosa! Prepárate, Madre, para la hora del Calvario. Ahí lo perdiste por tres días terribles; pero lo recuperaste entero. Allí te lo matarán a mordiscos todos los pecados de los hombres, como rabiosos lobos. Al final, cuando pudiste recoger lo que quedaba de tu Hijo; era un muerto y un cadáver destruido desde la cabeza a los pies; la cabeza rota por las hondas espinas; la cara desfigurada por las bofetadas; el pecho y la espalada aradas por los latigazos; las manos y pies horadados por los clavos: el corazón partido por una lanza. 

Perdido y hallado. Perdido y no encontrado en el callejón lóbrego de la muerte. Perdido y hallado vivo. Perdido y hallado muerto, destinado solo para el sepulcro. Y ahí terminó la muerte; en un sepulcro pétreo que impedirá acercarse a los restos del amado hijo,

Prepararnos a las separaciones. Vivir un cierto tiempo es separarse de algunas personas. Vivir un trecho más es separarse de más seres. Durar más tiempo es separarse uno de los que me sobreviven. Cada separación es un desgarrón. Uno muere al final desgarrado y desgarrando a alguien más.

¿Por qué me buscabais? La pregunta que toca la herida abierta, haciéndola sangrar. María sangraba por aquella herida de su corazón. El doloroso por qué de María quedó acallado con el misterioso por qué del Hijo. María sabía que aquel hijo sería cada vez menos de Ella y más del Padre y de todos. María aceptó del desgarrón del hijo que se va de la casa, por ley de la vida, en este caso por ley divina. Pero aceptó sangrando.

María conservaba todas estas cosas en su corazón.
Su corazón sangraba. Con oración y obediencia la curaba pero al mismo tiempo la abría,, porque esa herida nunca se cerró. Y de pronto un día, en el Calvario se abrió completamente y sangró a torrentes. Sólo en el cielo se ha cerrado del todo aquella herida, María ya no pregunta más; ha recibido todas las respuestas y una corona eterna por no haber preguntado indiscretamente sobre los misterios que le rodeaban.

Enséñanos, María a aceptar sin preguntar, hasta que Dios quiera ofrecernos su respuesta. Al final, todos diremos que Dios tuvo la razón, para que nuestra fe fuera meritoria.

Autor: P Mariano de Blas LC.




martes, 8 de octubre de 2013

Jesús humilde y María....también

Meditaciones del Rosario. Primer Misterio de la Luz. El Bautismo de Jesús. 

Dios puesto en la fila de pecadores. En la fila había ladrones, asesinos, adúlteras, fariseos podridos, soldados...Jesús metiendo los pies en la charca del pecado. Él, el tres veces santo. Besó el suelo podrido de las almas, y no sintió náusea. Sabía que podía limpiar todas las almas, todos los basureros, todas las cloacas. 

¿Qué te costaba convertir los basureros en jardines, las ruinas en castillos donde Tú te sintieras divinamente a gusto? Cada santo es un pecador reconstruido como santo sobre sus propias ruinas. María se enteró porque se lo contaron. "Si Él se humilla así, yo... esclava del Señor. Yo quiero imitarlo sufriendo el castigo de los hombres -luego serán mis hijos- para ayudar a salvarlos." Tal vez a nosotros no nos ha impresionado ver a Jesucristo bautizado en el Jordán; a ti, María, te debió impresionar muchísimo, porque tú sabías, como nadie, que Él era Dios. ¡Qué humillación! Tu humildad te parecía pequeña, muy pequeña junto a la suya. Él no se había hecho esclavo, sino pecador. Y Tú, que a todo le buscabas la razón y el sentido, preguntarías: ¿Por qué Jesús se ha querido bautizar por Juan como un pecador más, ¿por qué? La pregunta sigue todavía en el aire...

Juan había sido el primer hombre que había reconocido a Jesús como el Hijo de Dios y trató de comunicárselo a los demás. Pero muy pocos lo aceptaron. Un día dijo a Andrés y a su amigo: "He ahí el cordero de Dios". Y éstos sí le siguieron, para su bien. Los demás no le hicieron caso, para su mal. Posteriormente Jesús se lo reclamaría: "¿El bautismo de Juan venía de Dios o de los hombres?" Le respondieron: "No lo sabemos, es decir, no lo queremos saber".

Jesús venía del desierto donde había realizado una dura penitencia: oración y ayuno muy fuertes. Ella aprendió que la oración es muy importante para un cristiano. Ella oraría con más fervor a partir de entonces, si se podía. Aprendió que la humildad y el sacrificio eran muy propios del cristianismo. Ella no pensaba como muchos cristianos y aún sacerdotes, que estas cosas están pasadas de moda y que no ayudan mucho para lo esencial, que es vivir la alegría pascual. Se han olvidado de que se llega a la alegría de la resurrección pasando por la humillación y el sufrimiento de la cruz. "¿No era necesario que el Cristo sufriera esto para entrar en su gloria?"

"Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias". Jesús era Hijo del Padre e Hijo suyo. Cómo recordaría la pérdida a los doce años-"¿No sabéis que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?" Ahora lo había dejado ir, para que se ocupara de las cosas de su Padre. Ella lo devolvía al Padre; sacrificaba su amor de madre. Dolor que sería total en la muerte en el Calvario. Muchas madres de posibles hijos sacerdotes no han sabido sacrificar el amor al hijo y no le han dejado trabajar en las cosas del Padre. Se trataba de un amor equivocado.

El Espíritu Santo descendió sobre Él para investirlo de la misión que le esperaba.
Un nuevo tema de meditación de María, sobre su Hijo. Aquí ya no es la sencillez del Jesús que parecía un simple hombre. Aquí interviene el cielo en pleno: El Padre celestial, Yahvé (con todo lo que significaba para un israelita) y el Espíritu Santo que ya había intervenido en Ella. "El Espíritu Santo descenderá sobre ti". Ahora sobre Él. La imagen de su Hijo crecía a sus ojos; y Ella se sentía pequeñita junto a Él. Como Juan, el hombre humilde por excelencia, Ella también se decía a sí misma: "Es necesario que Él crezca y que yo disminuya".

Autor: P. Mariano de Blas LC


lunes, 7 de octubre de 2013

María te ofrece al Hijo de Dios

Meditaciones del Rosario. Cuarto Misterio de Gozo. Presentación del Niño Jesús en el templo. 
Estamos en Octubre, mes dedicado al Rosario, una hermosa oración que, acompañados de la Virgen, recorremos el camino de Jesús.
Durante este mes, como cada año, publicaremos estas sencillas meditaciones de cada misterio del rosario, para profundizar y rezarlo con más

En aquel templo se habían ofrecido muchos animales, en particular abundantes corderos. Muy poco valían- aquel día una joven madre ofrecía un par de tórtolas con una mano y con la otra y con el corazón ofrecía la ofrenda mejor, salida de sus purísimas entrañas, al Hijo de Dios envuelto en la carne del hijo del hombre. El templo se había hecho para esta ofrenda única. El Padre la aceptó totalmente satisfecho. Tomó aquel puñadito de carne de manos de María diciendo. Este es mi Hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias. ¡Gracias, María! ¡Gracias, Hijo mío". Acepto la ofrenda, acepto el Cordero sin mancha".

Nadie supo, nadie vio salvo dos privilegiados testigos, Ana y Simeón, la singularidad del momento y la grandeza de la ofrenda. Y siguió la fila de animales ofrecidos sin importancia.

Todo lo que tenga valor en el futuro solo lo tendrá si va unido a aquella ofrenda. Cuando el sacerdote eleva en la misa el cáliz y la hostia consagrados repite el gesto de María en aquella mañana: Por Cristo, Con Él y en Él, a Ti, Dios Padre Omnipotente todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Como en todo sacrificio aparece el cuchillo que se clava y la sangre que brota. Ese cuchillo se clavó ya un poco en el alma de María. Se clavaría hasta la empuñadura en el Calvario, atravesando el corazón de una virgen y una madre. Y se convertiría en cinco cuchillos, para las dos manos, para los dos pies. Y si algo de vida quedaba, para matarla del todo hundiéndose en el corazón. El Calvario era el monte del sacrificio: del sacrificio de la segunda Eva. Ahí murió casi del todo María. Y del segundo Adán: totalmente muertoNuestra presentación en el templo:
Fue en el bautismo. Éramos niños, pero no inocentes. El bisturí extrajo el pecado original. Morimos al pecado para vivir para Dios. Quedamos señalados con el signo de Cristo: cristianos. Por eso nuestra ofrenda fue agradable al Padre. Lo que debemos hacer en la vida es vivir como cristianos y morir como cristianos, para reinar con Cristo por toda la eternidad. Nuestra señal cristiana es la que nos vuelve aceptos al Padre y nos devuelve la imagen y semejanza de Dios, que es la cruz de Jesucristo. Como religiosos resaltamos esa cruz en rojo, en sangre y sacrificio. 

En el Calvario corrió mucha sangre, sangre divina, y se rompieron las compuertas del amor del Padre y del amor de María. Tanto amor y tanto dolor con puedo hacerlos inútiles con la infidelidad total y la condenación. Todos los condenados gritan a Dios: "Moriste por mí de sobra". Esta es la blasfemia más horrible. Y gritan a María: Tu dolor fue para nada" ¿Cómo gritar ese insulto a María?


Autor: P. Mariano de Blas LC.

domingo, 6 de octubre de 2013

Dios Niño dormía seguro en brazos de María

Meditaciones del Rosario. Tercer Misterio de Gozo. El Nacimiento de Jesús. 


Estamos en Octubre, mes dedicado al Rosario, una hermosa oración que, acompañados de la Virgen, recorremos el camino de Jesús.
Durante este mes, como cada año, publicaremos estas sencillas meditaciones de cada misterio del rosario, para profundizar y rezarlo con más alegría.


Salí por los caminos del mundo
buscando un ser que me quisiera mucho, 
que me quisiera más que nadie.

Lo encontré en una cueva:
Era un Niño pequeño,
eras Tú, mi Señor.
Tú eres mi amor largamente soñado,
mi amor eterno, mi grande y único amor.

Dejé a la puerta del portal todas mis cosas,
dejé mis riquezas, dejé mis otros amores.
Me pasé sin nada y entré en la cueva.
Lo tomé en los brazos, 
lo único que quiero tener:mi Dios y mi todo.

Tú me has amado, Niño Dios, como nadie.
Tú has apostado por mí todo.
Tú mismo te has ofrecido.
Hoy he comprendido cuánto me quieres.

Yo, que tantas veces he dudado,
ya no dudo.
Yo, que tantas veces te he traicionado,
ya no más.

Yo, que mil veces me siento infeliz,
turbado, angustiado... nunca más.
Tú eres mi respuesta.
Tú eres la luz que ilumina mi senda.
Tú eres desde hoy la alegría de mi corazón.

Tú siempre estarás conmigo.
Yo también quiero.
Tú me pides que sea santo.
Te lo prometo.
Tú me quieres un apóstol, un hombre del Reino,

Aquí estoy.
La vida que repartí entre tantas criaturas,
hoy es toda tuya.
Ya no lloro, ya no temo al futuro.
Tú eres mi espléndido futuro.

Desde que bajaste a la tierra,
hiciste de la vida una aventura apasionante.
Y voy a hacer de mi vida
una aventura apasionante.

Al decirte que te quiero como a nadie,
te digo que quiero con la misma fuerza tus amores.
Quiero a tu Padre, porque Tú me lo has dado.
Quiero a tu Madre, que ya no es solo tuya,
es mía también.

Quiero a las almas, porque son tuyas y son mías,Porque diste por ellas un precio muy alto.
Si obras son amores,
muy grande debe ser tu amor por ellas.
Hoy entro en tu cueva.

Quiero arrodillarme junto a ti,
a reparar lo que ha sido mi vida: 
tu pesebre, tus pajas hieren la carne muelle de mi sensualidad.

Tu amor ame golpea.
Tu amor me pone de rodillas.
¡Gracias, Amor!
¡Gracias, Jesús!


Madre de Dios y Madre del hombre

Júbilo eterno nació en su corazón
desde que supo que era la elegida
para Madre de Dios.

Dios en su seno durante nueve meses.
Ninguna madre ha gustado la felicidad
de ser madre tan profundamente,
tan tiernamente como la Madre de Jesús.
Dios en sus brazos, alimentándose de Ella,
dormido dulcemente junto a Ella,
prestándole el calor de su cuerpo
y la seguridad de una madre.

Dios Niño dormía seguro en sus brazos.
Dios de la mano de María, Dios caminando
no ya entre las estrellas y rodeado de los ángeles, de la mano de su Madre, pequeñito,
por las calles de Nazaret.

El hijo de María, tan guapo como Ella
tan igual a Ella, tan hijo de Ella,
cogido de su mano.

Un día, al querer tomar la mano de Jesús,
sintió un dolor en su mano, un dolor en sus ojos, un dolor en su corazón.

Dirigió sus ojos de cielo a la mano que le hería, a aquel niño malo, vestido de harapos,
descalzo, enfermo y herido.

"Ahí tienes a tu hijo, mujer".
Y besó a aquel niño malo en la frente,
diciéndole con ternura celestial: "Hijo mío".
Ese niño era yo...

No pudiste ofrecerle nada material: unas pajas, un pesebre, unos pañalitos. 
Jesús no te pidió nada de eso. Tu amor le arropaba como la mejor cobija; tu pureza le hacía sentirse alimentado como el manjar más sabroso. Jesús nació con más amor, con más ternura y cariño que ningún otro niño. 

Dios te lo agradece infinitamente, María.
-No tengo nada que ofrecerte
-No puedes ofrecerme nada mejor. Esas pajas, pañalitos y pesebre son mejores que a las cunas, los vestidos, los palacios de los niños ricos.

El regalo más grande de María a nosotros es Jesús. Podemos quedarnos sin nada de la tierra, y lo tenemos todo con Jesús. Quien a Jesús tiene, nada la falta.

Pensar que ese maravilloso don quiso dárnoslo el Padre por ti, a través de tus manos, de tu cuerpo, a través de tu corazón. ¡Gracias, María; ¡Gracias, Jesús, por habernos dado el regalo más grande, precioso y totalmente inmerecido!

El regalo más grande que podemos dar a los demás es Jesús por medio de María. El regalo no se achica, porque se le distribuya a más personas, Jesús puede ser de todos y quiere ser de todos, y Jesús todo entero es de cada uno.

María presentó a Jesús a los pastores; a cada uno le dijo: Aquí tienes a mi hijo, es todo tuyo. Y cada uno de nosotros nos lo ha presentado de igual forma; ahí tienes a Jesús; es todo tuyo y para siempre. Y ¿qué hago yo con Jesús? ¿Qué han hecho otros? Conocerlo hasta el éxtasis; amarlo con todo su corazón, toda su alma, toda su mente y todas sus fuerzas. Predicarlo a todos; darlo a conocer a todos,

Jesús es alimento, Jesús es vida, es camino, es felicidad sin fin. No sabremos hasta el cielo qué regalo nos han dado. Perderlo es perderse eternamente, es quedar aniquilado, sin nada. Con Jesús eres rico, feliz, realizado. Sin Jesús eres un desgraciado sin nombre.

A veces se hace mucha teoría sobre el apostolado. Pero consiste sencillamente en dar a Jesús al hermano para que sea, para que se realice, para que alcance la felicidad sin fin.


Autor: P Mariano de Blas LC.

sábado, 5 de octubre de 2013

¡¡Gracias Señor, porque puedo darte gracias!!

¡¡Gracias Amigos!!

Gracias Señor por atender la súplica de tantos grandes amigos y buenos amigos.
Infinitas gracias a todos. 

Me gustaría hacerlo personalmente, pero vuestra grandeza y generosidad me ha desbordado.

Estas personas que pongo a continuación han dejado algún comentario, bajo el anuncio de mi operación de catarata, puede haber alguno repetido, ya que la ha comentado en más de un Grupo. Aquí ven 109 personas.

Mas 83 personas que me han enviado un mensaje privado, razón por la que no pongo sus nombres, 68 lo han realizado mediante correo electrónico 12 por Whatsa y 11 SMS, total 283 personas que al menos han estado pidiendo por mí y encomendándome para que la operación, saliera bien, gracias a Dios así ha sido y todo se va recuperando con normalidad.

Me encantaría saber expresar, con el mismo cariño que todos lo habéis hecho, mi agradecimiento, pero no hay palabras para definirlo, lo único que podría deciros infinitas veces ¡¡Gracias!! 

Tanto las 283 personas, como todos y aquellos que pidieron, pero no hicieron comentario alguno, pues como digo todos estaréis en mis oraciones, porque todos habéis demostrado ser grandes amigos, un gran abrazo para todos y que Dios os colme de bendiciones…Gracias, Gracias. Gracias…

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37.             Maria Eugenia De Sagone
38.             Anne FFernández
39.             Anne FFernández
40.             Ana María Raffo
41.             Paloma Hammeken Peytral
42.             Lucas Garcia Micharet
43.             Adela Del Valle
44.             Cheli Alvarado
45.             Soniadelas Mercedes
46.             Alfonso Ortiz
47.             Milesio Ruiz Ureña
48.             Milesio Ruiz Ureña
49.             Maria José Antúnez Chacón
50.             Juan Bautista Lopez
51.             Juan Bautista Lopez
52.             Maria Jesus Nieto Berrocal
53.             Pilar Blanco
54.             Juan Guedes
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56.             Miguel Cabezudo
57.             Juan Manuel Minguez Sanz
58.             Alfonso Otegui Mamblona
59.             Rocio Villalba
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63.             Angel Molto Garcia
64.             Cristina Mellado
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66.             Maria Antonieta Fernandez Cano
67.             Jose Ignacio Insunza Dahlander
68.             Maria Beltran
69.             Maria Perez Aranda
70.             Anne Ffernandez
71.             Maria Jose Soler Zambrano
72.             Augusto Pozuelos
73.             Petra Diosdado
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75.             Adela Gonzalez Barnech
76.             Gracia Porras Gijon
77.             Olga Moguel Álvarez
78.             Mercedes Turégano Trujillo
79.             Maribel Nana Arnal Dutrus
80.             Teresa Sánchez Merino
81.             Elena Cruz Garcia
82.             Maria Ruiz
83.             Flor Cantón Yuste
84.             Orando Dios Es Fiel
85.             Concha Rosa Cedres Leal
86.             Tiita Tatí
87.             Mariela Bernardi
88.             Martha Areta
89.             Poli García
90.             Amparo Rodriguez
91.             Nivia Pisaco
92.             Miriam Perez Duran
93.             Maetha Areta
94.             Silvia Carrillo Hernandez
95.             Yajaira Mejia
96.             Ana Solari
97.             Elvia Hernandez
98.             Anduriña Martinez
99.             Carmen Parejo Pernía
100.        Jorge Hector Davila Aranda
101.        Olga Garraza
102.        Martha Areta
103.        Alejandro Marinez
104.        María Eterna Caminante
105.        Isabel Vizcaíno Agúndez
106.        Luisa Alegre Domcel
107.        Ines Gutierrez
108.        Pepa Benavente Sanguino
109.        Julian Perez

Pd. Aún, no estoy en condiciones de utilizar con normalidad el Ordenador, por lo que me iré incorporando de forma paulatina. El alta médica definitiva está prevista para el día 22 del presente mes.

martes, 1 de octubre de 2013

HASTA PRONTO, SI DIOS QUIERE


¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario

Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.

Hoy empezamos Octubre y lo celebramos como el mes del rosario.

Rezar el rosario para algunas personas es un tiempo desperdiciado en una letanía de repetidas oraciones, que en la gran mayoría, están dichas de una manera distraída y maquinalmente. Pero no es así. El hecho de ponernos a rezarle ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es una súplica constante y repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todos los hombres en el presente y también en la hora de la muerte.

Rezar el rosario es meditar en los Misterios de la Vida de Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la vida, los sufrimientos, los momentos luminosos y transcendentales y glorificación del Señor, siempre acompañado de los momentos de grandeza de la Santísima Virgen, su Madre, siendo así una síntesis de su obra Redentora.

Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación. El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo. En cuanto el Avemaría, toda ella está centrada en el Misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en el Avemaría hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por la infinita misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión redentora.

La Santísima Virgen en sus repetidas apariciones , siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado. Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR. Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza, con la esperanza puesta en su gran amor por toda la Humanidad.

Tal vez, por lo repetitivo del rezo, como decía Santa Teresa, la "loca de la casa", nuestra mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad está puesto a los pies de la Madre de Dios, y esas Avemarías son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre la Virgen Santísima.

Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios pero no hablamos con El. El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de muchos rosarios.

Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.


Autor: Ma Esther de Ariño.