"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 5 de mayo de 2012

EXTREMADURA - Paseo por la dehesa extremeña- Con música de Albayada

Torre de Miguel Sesmero "Extremadura"

RIBERA DEL FRESNO

Canto a mi EXTREMADURA

Cáceres. Folklore orgullo Extremeño

La verdadera "Madre de Jesús"

María nos enseña el camino de la verdadera felicidad porque ella es feliz.

Un día los judíos le dijeron a Jesús que su madre y sus "hermanos" querían verlo. Él respondió que su madre y sus "hermanos" son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.

En otra ocasión (Mt 7, 24-25) dijo que aquellos que escuchan su palabra y la ponen en práctica son como aquellas personas que construyen su casa sobre roca. Cuando sopla el viento y llegan las inundaciones esa casa se queda de pie porque está construida sobre buenos cimientos. Nos da a entender que la manera de resistir con elegancia los ataques del mundo contra nuestra vida cristiana es ser auténticos, vivir a fondo el Evangelio. Así el cristiano siempre debe dar esa sensación de estabilidad en un mundo donde reina el relativismo moral.

La imagen que dio María a sus contemporáneos fue probablemente de seguridad. Era una mujer segura de sí misma. En ella no había los titubeos que se encuentran en muchos seres humanos. Caminaba con seguridad por la vida convencida de que ella conocía la palabra o voluntad de Dios y con la serenidad que da la conciencia de estar haciendo en cada momento lo que Dios quería de ella.

En esto María nos desvela uno de los misterios más grandes de la humanidad, uno de los problemas que cada ser humano tiene que resolver: ¿dónde está la verdadera felicidad? Este tema aparece en las grandes obras clásicas grecorromanas, en la literatura de todos los tiempos, y en los escritos “proféticos" del hombre moderno que se plasman en las canciones de la música popular. De una u otra manera aparece el tema de la felicidad. Sin embargo, una cosa es que se trate el tema, pero otra es que encuentre donde está la verdadera felicidad.

María nos enseña el camino de la verdadera felicidad porque ella es feliz. De nada nos serviría una Virgen María, gigante en todas las virtudes, si ella no fuese la persona más feliz del mundo.

En ella la felicidad brota de su coherencia de vida que le permite estar bien con su conciencia. Es la virgen feliz porque es la virgen serena, y es la virgen serena porque es la virgen coherente.

¡Qué lejos de la felicidad están muchos de nuestros contemporáneos! Muchos llevan la huella de la infelicidad impresa en sus rostros. Los medios de comunicación, que hasta cierto punto son el espejo que refleja el alma del hombre moderno, nos dan esta imagen del hombre: un rostro perturbado por tantas angustias.
Autor: P. Fintan Kelley.

viernes, 4 de mayo de 2012

Felipe, el que se fió de Cristo

No le pide explicaciones; no le pregunta qué significa aquello de seguirle, no le pide tiempo para pensárselo.
Felipe el Apóstol, distinto del diácono Felipe (Hc 2,18), nació en Betsaida (Jn 1,44). Sabemos que Cristo le llama a su seguimiento y él a su vez acerca a Cristo a Natanael o Bartolomé (Jn 1,45), asegurándole que han encontrado al que anunciaban los profetas y animándole a ir a su busca (Jn 1,46). Encontramos a Felipe como interlocutor de Cristo en la multiplicación de los panes (Jn 6,5-7), añadiendo el Evangelio que lo hacía para probarle. Se presenta como portavoz de unos griegos que deseaban ver a Jesús (Jn 12,20-22). A él se dirige Jesús invitándole a reconocer al Padre en el Hijo hecho hombre (Jn 14,8-11). Nos presentan a Felipe como evangelizador de Escitia y sitúan su tumba en Hierápolis de Frigia (Turquia). Sus reliquias fueron trasladadas, junto con las del Apóstol Santiago, a Roma, donde reposan en la basílica de los dos Doce Apóstoles Celebramos su fiesta el 3 de Mayo.

Vamos a contemplar en la figura de Felipe especialmente un aspecto que se repite a lo largo de su contacto con el Maestro varias veces: Felipe es un hombre que se fía de Cristo.


En los Evangelios la confianza en Dios se convierte desde el principio, tanto en una condición para seguir a Cristo como en una necesidad de cara a los milagros que Jesús hace. Con la fe se puede todo: se echan demonios, se devuelve la vista a los ciegos o la salud a los leprosos, se trasladan montes o árboles. Es impensable la relación con Cristo de los Apóstoles y de los Discípulos sin fe. Incluso podemos afirmar que la traición de Judas se empezó a gestar por culpa de su falta de fe en Jesús. El mismo Jesús enseña que sin fe no se puede agradar a Dios. Así en las diatribas a los fariseos les acusa de descuidar la fe (Mt 23,23). Pone la fe como condición para no perecer (Jn 3,16). La fe es también el camino seguro hacia la vida eterna (Jn 6,35-40). Y proclama dichosos a quienes sin ver crean (Jn 20, 24-29).

Para un cristiano la esencia de la confianza en Dios es contemplar en Jesucristo al Mesías, al Esperado de las Naciones, al Hijo de Dios que viene a salvarnos, que viene a guiarnos, que viene a enseñarnos, convirtiéndose así en "camino, verdad y vida". En esta confianza en Dios entra también la Iglesia, divina y humana, instrumento de salvación y certeza de los bienes futuros. Y entra también la Persona del Papa, Vicario de Cristo, Maestro de nuestra fe y Pastor de nuestros corazones. Fiarse de Dios es, pues, entregarse a Dios sin condiciones, sin exigencias, sin reticencias, en la certeza de que él es lo mejor que tenemos, El único que no nos puede fallar, la Verdad que nos puede guiar en la confusión de la vida. Fiarse de Dios es poner a su servicio nuestra inteligencia y nuestra libertad sin pedirle pruebas. Fiarse de Dios es creer de veras en el que tanto nos ama.

En la vida de Felipe hay varios momentos en los que tiene que vivir la confianza a tope, es decir, fiarse de Cristo. A todo Apóstol, llamado por Cristo, se le exige de una forma radical fiarse de su Maestro. Es verdad que Cristo realizó grandes signos ante sus Apóstoles, como echar demonios, resucitar muertos, devolver la vista a los ciegos o la salud a los leprosos, pero indudablemente la confianza en él estaba más allá de estas cosas, porque la confianza no es asombro, sino entrega incondicional. Se puede en la vida admirar, pero no amar. Se puede en la vida asombrarse ante un gesto de alguien, pero ello no significa decisión de seguirlo. Se pude en la vida quedarse anonadado ante un líder, pero ello no lleva a dar la vida por él sin más. Vamos a recorrer esos momentos en que Felipe se fía de Cristo.

Sígueme (Jn 1,43). Es una de las pocas veces que Cristo, en el momento de llamar a sus Apóstoles, se dirige a uno de ellos con esta palabra. Nada sabíamos hasta ese momento de Felipe: ¿Quién era? ¿Quién le había acercado a Cristo? ¿Qué sabía él de Cristo? El caso es que Felipe escucha aquella invitación y a continuación él mismo acerca a Natanael a Cristo anunciándole que él es el Mesías de quien había hablado Moisés. En el comportamiento de Felipe percibimos e intuimos que se fía plenamente de Cristo. No le pide explicaciones; no le pregunta qué significa aquello de seguirle, no le pide tiempo para pensárselo. Simplemente la personalidad de Cristo le cautiva de tal manera que él se entrega sin más. Allí comienza una vida de fidelidad, con sus altibajos, hasta ese momento culminante en que da la vida por el Maestro.

¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos? (Jn 6,5-7). Nos encontramos ante una escena bellísima. Cristo se da cuenta de que le estaba siguiendo mucha gente y quiere ayudarles, no sólo espiritualmente, sino también materialmente. Se dirige a Felipe sin más y le hace la pregunta citada. El Evangelio dice intencionadamente que lo hace para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. El bueno de Felipe le hace un cálculo humano correcto: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco. Después viene el milagro. Detengámonos un momento realmente en lo que Cristo pretende con Felipe al hacerle aquella pregunta. Jesús quiere fortalecer la confianza absoluta de Felipe y por ello, a través de aquel milagro, le va a enseñar que él se debe fiar siempre de su Maestro, aunque las dificultades parezcan insalvables. Sin duda, tras el milagro, Felipe se dio cuenta de que en toda ocasión y circunstancia había que fiarse de Jesús. Así la fe de Felipe en Jesús maduró un poco más.

Señor, muéstranos al Padre y nos basta (Jn 14,8-9). Es como un arrebato de Felipe que escucha emocionado las tiernas palabras de Cristo sobre el Padre. Y Cristo le responde: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Otra vez una invitación a la confianza plena. Es como si le dijera: "Cree en todo lo que te digo y enseño". El misterio de Dios sólo puede entrar en la mente humana a través de la fe, y por eso Cristo le está pidiendo que crea en las verdades que enseña agarrándose de la fe. Ese va a ser el medio con el que Felipe va a contar para recorrer el difícil camino de la vida, especialmente cuando muy pronto vaya a vivir el drama de la pasión y su fe se achique ante la muerte del Maestro.

Para nosotros cristianos, seguidores de Cristo, que arrastramos ya una historia de la Iglesia en la que se ha visto tan claramente la mano de Dios, es imperdonable el no fiarnos de Dios. Es realmente maravilloso el constatar cómo las puertas del mal no han prevalecido contra la Iglesia de Cristo. Y es que al cristiano de hoy le siguen alentando aquellas palabras de Jesús: Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Ante esta realidad, vamos a reflexionar qué implica para nosotros, hombres, este fiarnos de Cristo y las dificultades que encontramos a veces para ello.


Fiarnos de Dios para nosotros es, ante todo, doblegar nuestra mente con la humildad ante el que nos supera plenamente. Los hombres de hoy le damos excesiva importancia a nuestra razón. Exigimos que la razón sea la norma de la verdad. No somos conscientes de cómo nuestra razón puede estar tocada por el subjetivismo o el relativismo. Al vivir en un mundo tremendamente pragmático y empírico queremos que todo pase por la razón, incluso Dios. No somos conscientes de que Dios nos supera absolutamente y que, por tanto, no puede caber su infinitud en nuestra finitud. Sería como querer meter el mar en una pequeña charca. Por eso, una de las realidades que en la vida cotidiana embellece más a la razón es reconocer su propia pequeñez y sus limitaciones.

Precisamente en la fe puede encontrar la razón las certezas, las seguridades, el conocimiento que por sí misma no puede alcanzar. La humildad de la razón se llama lucha contra el racionalismo, el orgullo y la vanidad; y se manifiesta en la sencillez, en la conciencia de sus propias limitaciones y en la paz del que se fía en alguien que es más grande que ella, porque la ha creado.

Fiarnos de Dios para nosotros es, también, aprender a ver su amor y su presencia en las circunstancias de la vida, tanto favorables como adversas; es poner más nuestra confianza en él que en nuestros esfuerzos; es esperarlo más todo de él que de los demás. Es confiar en su Providencia que no permite que se nos caiga un pelo de la cabeza sin su consentimiento. Muchas veces los cristianos damos la impresión de que, confiando en Él, tenemos miedo a que Dios se distraiga, no se entere, no nos eche una mano. Y tendríamos que hacer ver a los demás que la confianza en Dios está muy encima de nuestras seguridades personales. Da mucha paz al corazón del hombre que lucha todos los días por sacar un hogar adelante, por educar a los hijos, por mantenerse en el camino correcto la certeza de un Dios Padre que le acompaña, que siente con él, que le protege. Esta certeza es la confianza auténtica.

Fiarnos de Dios para nosotros es, finalmente, erradicar de cara al futuro esa ansiedad que nos lleva con frecuencia a olvidarnos de Dios y a poner nuestro corazón y nuestras fuerzas en objetivos que consideramos fundamentales para nuestra vida. A veces constatamos que el corazón es prisionero de la ansiedad, que vivimos desasosegados, que no tenemos tiempo para pensar en las verdades esenciales de la vida. No se trata de vivir el reto del futuro con inconciencia, sino más bien de encontrar respuestas para este futuro en el Corazón de Dios, no dejando de luchar al mismo tiempo por lo inmediato. El problema se agudiza cuando el futuro nos atormenta como si todo dependiera de uno mismo o de las circunstancias. Un cristiano no puede vivir en esa dinámica. Para algo nos fiamos de Dios, sabiendo al mismo tiempo que Dios nos apremia, nos exige, nos anima a luchar. Todo esto se podría aplicar al campo de la propia santidad, de la familia, de la vida profesional, de los retos personales. Impresiona en la vida de los Apóstoles como se lanzaron a un futuro incierto, solamente confiados en la Palabra de Aquél que los invitaba a seguirle. )¿e qué iban a vivir? ¿Y sus familias? ¿Y su futuro? ¿Y si fallaba el plan?
Autor: P Juan Ferrán LC.

jueves, 3 de mayo de 2012

ADHESIÓN A INICIATIVA CIUDADANA PARA LA CONCESIÓN DE LA MEDALLA DE EXTREMADURA A LA CONGREGACIÓN DE SERVIDORAS DE JESÚS DEL COTTOLENGO DEL PADRE ALEGRE.

Cottolengo:"Vivir con radicalidad"
Estimado/a Presidente/a,

 
La Asociación REDMADRE Extremadura, entidad sin ánimo de lucro cuya misión es atender a mujeres embarazadas en situación de dificultad, y ADINCA Asociación de Discapacitados Independientes de Cáceres, nos ponemos en contacto con usted para invitarle a formar parte de la iniciativa que estamos impulsando con el apoyo de otras entidades de carácter social, civil y religioso. En concreto, se trata de solicitar la concesión de la Medalla de Extremadura a las Servidoras de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre en Las Hurdes (Cáceres) en el sesenta aniversario de su creación. 

 
La orden viene realizando una extraordinaria labor social y sanitaria, destacando sus esfuerzos por atender en sus inicios a la maternidad en la zona, así como a acoger con cariño y dedicación a los niños y enfermos abandonados, los incurables, discapacitados gravemente afectados, a los más desfavorecidos de la zona. Sesenta años después, continúan su entregada misión de acogida y cuidado humanitario y sin más ayuda y sostén que las limosnas, donativos eventuales y ayuda privada.

Desde REDMADRE y ADINCA creemos que dicha labor las hace merecedoras de la máxima distinción que otorga la Comunidad Autónoma de Extremadura a quienes destaquen por sus actuaciones o servicios prestados a la sociedad extremeña en defensa de los intereses generales.

Por todo ello, le animamos a que la entidad que preside se sume a la iniciativa, dado que la unión de esfuerzos hará de la misma un éxito, y pondrá de manifiesto el sentimiento de la sociedad extremeña sobre el justo reconocimiento a la labor de las Servidoras en nuestra región. Todo ello sin perjuicio de su apoyo a otras iniciativas que le merezcan similar reconocimiento público. Puede

Si cree oportuno adherirse a la iniciativa y a fin de facilitar la misma, le rogamos cumplimente la carta de adhesión que adjuntamos y que podrá reenviar a esta misma dirección de correo electrónico: redmadrex@gmail.com (importante: con firma electrónica del representante de la Entidad, en otro caso no tendría validez). o bien  por correspondencia postal a Asociación REDMADRE Extremadura c/ Marqués de Oquendo 29 Bajo B 10004 de Cáceres. Además, puede apoyarnos en Facebook pinchando "me gusta" en el siguiente enlace. 
https://www.facebook.com/recover.php?n=532738&id=100003769627535&s=100

Agradecemos de antemano su colaboración con esta causa. Atentamente.

Fdo. Pilar Javato Lucas                                                                                  Fdo. Alfonso Cortés Guerra
Presidenta                                                                                                     Presidente
Asociación RedMadre Extremadura                                                                ADINCA

La Asociación RedMadre Extremadura es una Asociación sin ánimo de lucro, aconfesional y apolítica, constituida el día 19 de diciembre de 2009, con un ámbito territorial de Extremadura, tiene domicilio social provisional en la c/ Marqués de Oquendo 29 Bajo B 10004 de Cáceres y C.I.F. G.10402683. Está inscrita del Registro de Asociaciones de Extremadura  con el nº 4317 Sección 1ª  y en el Registro de Entidades  Sociales  de Extremadura.  Teléfono RM Cáceres: 603607543 www.redmadre.es

RED DE APOYO A LA MUJER EMBARAZADA EN DIFICULTADES

ADINCA  es una Asociación sin ánimo de lucro, promover, potenciar, e investigar todo fin que fomente la integración y normalización de las personas con d iscapacidad física y orgánica, con un ámbito provincial, tiene domicilio social la c/ C/Carrera, Nº 8 CP 10002  de Cáceres  y C.I.F. CIF.G10133106. adinca@cocemfecaceres.org  http://www.cocemfecaceres.org/adinca.htm 


                                                                               SOLICITUDES



ADHESIÓN INICIATIVA CIUDADANA PARA LA CONCESIÓN DE LA  MEDALLA DE EXTREMADURA A LA CONGREGACIÓN DE SERVIDORAS  DE JESÚS  DEL COTTOLENGO DEL PADRE ALEGRE
…………………………………………………………………, con DNI ………………………… y en calidad de Párroco/Presidente/Mayordomo de la entidad: ……………………………………………………… con NIF  ……………………… y en representación de ésta, me adhiero a la iniciativa impulsada por varias instituciones regionales,  de concesión de la Medalla de Extremadura a la Congregación de Siervas de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre, manifestando el justo reconocimiento a la labor que vienen realizando en nuestra región, en el sesenta aniversario de su llegada a Las Hurdes.

Para que conste, suscribo la presente.

Fd. …………………………………


---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------




ADHESIÓN INICIATIVA CIUDADANA PARA LA CONCESIÓN DE LA  MEDALLA DE EXTREMADURA A LA CONGREGACIÓN DE SERVIDORAS  DE JESÚS  DEL COTTOLENGO DEL PADRE ALEGRE

D./Dña …………………………………………………………………, con DNI ………………………… y domicilio en la localidad de …………………..provincia de …………………………. con NIF  ………………………, expreso mi reconocimiento y me adhiero a la iniciativa impulsada por varias instituciones regionales,  de concesión de la Medalla de Extremadura a la Congregación de Siervas de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre, manifestando el justo reconocimiento a la labor que vienen realizando en nuestra región, en el sesenta aniversario de su llegada a Las Hurdes.
En ……………………….a ……de ……………….de 2012
Para que conste, suscribo la presente.


Fd. …………………………………
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



¡Salve, oh cruz, esperanza única!

Fiesta de la Santa Cruz. Jesús, ayúdame a valorar la cruz como el regalo que Tú me ofreces para identificarme contigo.

Jesús, ayúdame a valorar la cruz como el regalo que Tú me ofreces para identificarme contigo. Que no huya de ella. Dame la fortaleza para estar siempre en vela contigo, y no abandonarte nunca.

1. La cruz: acoger sin reservas el plan de Dios

La cruz no es un producto muy cotizado en nuestros días. A inicios del tercer milenio, lo que más se busca y anhela es el bienestar, el placer. Y sin embargo, muchas veces nos encontramos con hombres y mujeres hastiados, incluso heridos, por la vida. Personas que lo han disfrutado todo, lo han experimentado todo, y sin embargo, son seres profundamente infelices.

Nos hemos olvidado del signo del cristiano, que es la cruz. La hemos domesticado. No nos impresiona. Incluso es un adorno para nuestras casas o nuestro cuerpo. Y precisamente ahí, en ese olvido de la cruz, está el inicio de nuestro vacío interior.

Cristo enunció claramente la ley de la fecundidad en la vida: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo... pero si cae en el surco, dará mucho fruto”(Jn, 12, 24). Pero la pura idea de pudrirnos en el surco muchas veces nos causa miedo, desasosiego interior. Somos hijos de nuestro tiempo... pero también somos hijos de Dios y hermanos del Crucificado...

Ahora bien, la cruz y la abnegación en nuestra vida no pueden quedarse en poesía e ideas abstractas. En realidad, seguir a Cristo por el camino de la cruz significa renunciar al propio proyecto, a menudo limitado, para acoger el de Dios. Es decir no a nuestra tendencia a lo más cómodo para acoger la invitación de Cristo a caminar junto a Él con una vida coherente de cristianos. Es renunciar a la “ley del mínimo esfuerzo” para vivir más bien según la “ley de la máxima entrega”. Es aceptar la vocación que Cristo ha querido regalarme y seguirla hasta las últimas consecuencias, aunque a veces sangre el corazón. Es el camino de la verdadera libertad. ¿Vivo de verdad en la libertad de los hijos de Dios? ¿Qué me detiene?

La cruz y la negación de sí mismo es el camino de la conversión indispensable para la existencia cristiana, y por eso no debemos tenerle miedo. En la medida en que configuremos nuestra existencia con la de Cristo, sobre todo por la oración y el ejercicio práctico de las virtudes, podremos decir como San Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí.”

2. La cruz: signo del amor hasta el extremo

Cuando Cristo nos regala la cruz, nos obsequia la oportunidad de amar en plenitud. Pero debemos evitar la trampa de creer que la cruz está presente en nuestra vida sólo en los grandes momentos de dolor, como puede ser la muerte de un ser querido, una enfermedad o un fracaso. La cruz es nuestra inseparable compañera, porque Cristo quiere que experimentemos su amor constantemente, y que cada día le amemos más y mejor. Ésta se manifiesta muchas veces en la fidelidad a nuestro deber cotidiano hecho por amor.

En su última cena, Jesucristo nos dio ejemplo e invitó a amar “hasta el extremo”. Esta manera de amar quiere decir estar dispuestos a afrontar esfuerzos y dificultades por Cristo. Significa que debemos olvidarnos un poco, “desaparecer” un poco nosotros para que Cristo aparezca.

Naturalmente, ser seguidor de Cristo nunca a sido una tarea fácil. Amar como Él nos ha amado significa también no temer insultos ni persecuciones por nuestra vida coherente, por nuestra fidelidad al Evangelio. La historia de la Iglesia está jalonada por los testimonios de hombres y mujeres que han sabido amar así. Muchos de ellos son mártires cuya sangre se ha mezclado con la de Cristo crucificado. Pero también existen otros mártires, que son los que han despreciado su honra, su fama, su triunfo personal antes de traicionar a Cristo.

Finalmente, el amor hasta el extremo que es la cruz nos exige estar dispuestos a amar a nuestros enemigos y rogar por los que nos persigan. Ahí está, precisamente, el núcleo de nuestro mensaje y el detonador de la revolución que ha causado la encarnación, muerte y resurrección de Cristo: la caridad, el perdón, la entrega sin reserva.

¿Acepto yo la cruz en mi vida? ¿La llevo con alegría, como el medio privilegiado para amar como Cristo me ha amado y ha amado a los hombres?

3. La cruz: garantía de nuestra victoria

Una de las clásicas objeciones a la bondad de Dios, e incluso a su existencia, es la presencia del sufrimiento en el mundo. Sin embargo, Cristo ha vencido con su vida y, de modo especial en el misterio pascual, el sinsentido del dolor. Cristo ha redimido el dolor porque Él mismo lo ha asumido en su pasión. En Él nuestra debilidad, que experimentamos sobre todo al sufrir, se convierte en el medio para nuestro triunfo.

Con relativa frecuencia se nos acusa a los cristianos de ser masoquistas al poner tanto interés en la cruz. Sin embargo, cuando penetramos con el corazón en el misterio de la cruz de Cristo, nos damos cuenta de que en realidad el cristiano no busca el sufrimiento por sí mismo, sino el amor. El dolor, por el dolor mismo, no tiene ningún sentido. Pero el amor, si es auténtico, se manifiesta en la entrega. Y la entrega, no de lo que nos sobra, sino de nosotros mismos casi siempre es dolorosa.

Es sólo Cristo, con su ejemplo, que nos muestra la fecundidad del dolor, sobre todo en la renuncia a nosotros mismos. Esta cruz que el Señor nos ofrece cada día de mil maneras se transforma, cuando la acogemos, en el signo del amor y del don total. Llevarla en pos de Cristo, condición indispensable para ser sus discípulos, quiere decir unirse a Él en el ofrecimiento de la prueba máxima de amor.

Cada quien tiene su cruz, personal e intransferible. Y sigue siendo válido lo que se dice que Constantino vio en el puente Milvio: “Con este signo [el de la cruz] vencerás”.

Cuando algo nos cuesta, disfrutamos mucho de sentirnos amados. Volcamos nuestra pena y dolor en una persona cercana, para que nos ayude a cargar nuestra cruz. Cuando el sufrimiento toca a nuestra puerta, es que Cristo quiere que le permitamos descansar un poco, llevando nosotros aunque sea una astilla de su cruz, una espina de su corona. ¿Podemos negarle amor al Amor? ¿Nos damos cuenta de que sólo amando, entregándonos, llevando la cruz de Cristo seremos plenamente humanos y cristianos?



Jesús mío, que quisiste morir en la Cruz para salvarme a mí y a todos los hombres, concédeme aceptar por tu amor la cruz del sufrimiento aquí en la tierra, ayudar a mis hermanos a cargar la suya, de manera que podamos unirnos más íntimamente a Ti, desaparecer nosotros para que Tú aparezcas, y gozar en el cielo los frutos de tu redención. Amén.
Autor: Cefid .

martes, 1 de mayo de 2012

San José, hombre de trabajo

Fiesta de San José Obrero. Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este "hombre justo".

"Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor... Servid a Cristo Señor" ( Col 3, 23 s.).

¿Cómo no ver en estas palabras de la liturgia de hoy el programa y la síntesis de toda la existencia de San José, cuyo testimonio de generosa dedicación al trabajo propone la Iglesia a nuestra reflexión en este primer día de mayo? San José, "hombre justo", pasó gran parte de su vida trabajando junto al banco de carpintero, en un humilde pueblo de Palestina. Una existencia aparentemente igual que la de muchos otros hombres de su tiempo, comprometidos, como él, en el mismo duro trabajo. Y, sin embargo, una existencia tan singular y digna de admiración, que llevó a la Iglesia a proponerla como modelo ejemplar para todos los trabajadores del mundo.

¿Cuál es la razón de esta distinción? No resulta difícil reconocerla. Está en la orientación a Cristo, que sostuvo toda la fatiga de San José. La presencia en la casa de Nazaret del Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo de su esposa María, ofrecía a José el cotidiano por qué de volver a inclinarse sobre el banco de trabajo, a fin de sacar de su fatiga el sustento necesario para la familia. Realmente "todo lo que hizo", José lo hizo "para el Señor", y lo hizo "de corazón".

Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este "hombre justo". La experiencia singular de San José se refleja, de algún modo, en la vida de cada uno de ellos. Efectivamente, por muy diverso que sea el trabajo a que se dedican, su actividad tiende siempre a satisfacer alguna necesidad humana, está orientada a servir al hombre. Por otra parte, el creyente sabe bien que Cristo ha querido ocultarse en todo ser humano, afirmando explícitamente que "todo lo que se hace por un hermano, incluso pequeño, es como si se le hiciese a Él mismo" (cf. Mt 25, 40). Por lo tanto, en todo trabajo es posible servir a Cristo, cumpliendo la recomendación de San Pablo e imitando el ejemplo de San José, custodio y servidor del Hijo de Dios.

Al dirigir hoy, primer día de mayo, un saludo cordialísimo a todos vosotros, (...), mi pensamiento va con todo afecto especialmente a los trabajadores presentes y, mediante ellos, a todos los trabajadores del mundo, exhortándoles a tomar renovada conciencia de la dignidad que les es propia: con su fatiga sirven a los hermanos: sirven al hombre y, en el hombre, a Cristo. Que San José les ayude a ver el trabajo en esta perspectiva, para valorar toda su nobleza y para que nunca les falten motivaciones fuertes a las que pueden recurrir en los momentos difíciles.


MAYO, MES CONSAGRADO A LA VIRGEN


Hoy comienza el mes que la piedad popular ha consagrado de modo especial al culto de la Virgen María. Al hablar de San José y de la casa de Nazaret, el pensamiento se dirige espontáneamente a Aquella que, en esa casa, fue durante años la esposa afectuosa y madre tiernísima, ejemplo incomparable de serena fortaleza y de confiado abandono. ¿Cómo no desear que la Virgen Santa entre también en nuestras casas, obteniendo con la fuerza de su intercesión materna -como dije en la Exhortación Apostólica "Familiaris consortio"- que "cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una ´pequeña Iglesia´, en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo" (n. 86)?

Para que esto suceda, es necesario que en las familias florezca de nuevo la devoción a María, especialmente mediante el rezo del Rosario. El mes de mayo, que comienza hoy, puede ser la ocasión oportuna para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos de compromiso generoso y de consuelo espiritual ha dado a las generaciones cristianas, durante siglos. Que vuelva a las manos de los cristianos el rosario y se intensifique, con su ayuda, el diálogo entre la tierra y el cielo, que es garantía de que persevere el diálogo entre los hombres mismos, hermanados bajo la mirada amorosa de la Madre común.
Autor: SS Juan Pablo II.