"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 31 de julio de 2017

La semilla de mostaza



Reflexión del evangelio de la misa del viernes 27 de enero de 2017
El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece

Lecturas:
Hebreos 10, 32-39: “Ustedes han soportado grandes luchas. No pierdan, pues, la confianza”
Salmo 36: “La salvación del justo es el Señor”
San Marcos 4, 26-34: “El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y  crece”
Alguien me decía que es muy curiosa la vida, que siempre devuelve lo que siembras, y esto lo refería sobre todo a las buenas acciones, a los favores que se hacen en silencio y a escondidas. “Cuando tú haces un favor, la vida siempre te lo devuelve doble”. Yo diría que Dios es tan generoso que nunca le podemos ganar en bondad y que cuando nosotros multiplicamos nuestras buenas acciones, Él siempre nos da mucho más de lo que nosotros podemos ofrecer.
Hay quien llama a esta realidad “cadena de favores”, siempre que se hace un favor, Dios nos lo multiplica y otras personas también hacen favores más adelante.
El ejemplo que hoy nos narra Jesús tiene mucho de esta apreciación. El hombre siembra su semilla, pero él no sabe cómo Dios le va dando crecimiento. Claro que si el hombre no siembra nada, no tendrá esperanzas de cosechar frutos. Todos nosotros podemos platicar experiencias de cómo una buena acción nuestra ha tenido repercusiones que ni nos hubiéramos imaginado.
Esta misma ocasión de que ustedes estén escuchando la palabra de Dios, ha brotado de la inquietud de un pequeño grupo de jóvenes que pedía una pequeña reflexión. Así se ha multiplicado y hoy llega hasta ustedes. El Señor da crecimiento a lo que nosotros hemos sembrado. Cada una de nuestras pequeñas acciones, tiene una repercusión y una trascendencia que ni siquiera podemos imaginar. De ahí la importancia de realizar con amor y entusiasmo cada una de nuestras pequeñas acciones, que el Señor se encargará de multiplicarlas.
El ejemplo del grano de mostaza lo hace más explícito porque nos enseña que las cosas pequeñas tienen importancia grande. La formación en la familia, la honradez en casa, la verdad en los trabajos, la justicia entre los cercanos… todas esas pequeñas cosas que están enlazadas con el saludo diario, con la sonrisa, con el entusiasmo y con la verdad, deberán crecer en amor porque Jesús les da crecimiento.
¿No es asombroso lo que podemos hacer aportando nuestro granito de mostaza? ¿Nos es asombroso que el Señor multiplique tus dones, tus esfuerzos y tu generosidad? Haz con alegría y entusiasmo lo que tienes que hacer hoy, que el Señor lo multiplicará.
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo Coadjutor de la Diocesis de San Cristobal de la Casas




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domingo, 30 de julio de 2017

Menos hijos, más mascotas



Dar a las mascotas lo que debemos a nuestros hijos es quitarle el valor de la dignidad humana a la persona

«No se debe dar a los perros el pan destinado a los hijos» (Mc. 7,27).
Esta frase de la Sagrada Escritura viene a la mente al considerar la triste inversión que se está dando en nuestra sociedad: menos hijos y más mascotas.
A las mismas personas a quienes parece un gasto muy fuerte tener un hijo más, no les parece demasiado gastar en ciertos «lujos» para su mascota.
Así, cada vez más se ofrecen servicios más completos para animales, como calzado para la lluvia, impermeables, baños especiales, restaurantes, cementerios, etc. En los lugares en que esta mentalidad echó más raíces, ya existen «psicólogos» para combatir el «stress» del animalito, «institutos» para adelgazarlos, mamás para que no se queden solos, etc.
Al mismo tiempo, se está consolidando una mentalidad que considera a los niños más como una carga que como una bendición de Dios lo que, en su expresión extrema, hace que se prefiera la mascota al hijo.
Es más que una metáfora, pues de verdad señala cómo los animales se han convertido en un ˜miembro más de la familia”.
Un rasgo distintivo de Europa, donde el perro es un “sustituto” de los hijos. A tal punto llega esta triste tendencia que, en algunos casos de divorcio, la custodia de los hijos se resuelve con menos discusiones y menos pasión que la de la mascota…
Un desequilibrado sentimentalismo de fondo igualitario, concede a los animales cariños e intimidades que el orden de la Providencia reservó para las relaciones entre seres humanos
Aquí hay, en realidad, un grave desequilibrio. Nadie niega que la compañía de ciertos animales bonitos y de aspecto agradable ayuda al desarrollo espiritual del hombre, especialmente en una época en que estamos rodeados de tantas cosas feas y artificiales. Pero de ahí a dar a estas mascotas lo que debemos a nuestros hijos hay un abismo.

Como bien señalaba el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira «los animales que Dios hizo para la convivencia con el hombre son precisamente aquellos en que la rudeza natural está velada por apariencias bellas o hasta espléndidas. Pájaros de plumas brillantes o canto armonioso, gatos de actitudes elegantes y pelo sedoso, perros de noble porte o aspecto imponente, peces que despliegan velos graciosos en la placidez de sus acuarios. Son ellos factores de belleza, distracción y reposo en nuestra existencia diaria.
«Es porque Dios respeta la nobleza del hombre que, en los animales destinados a su convivencia, quiso velar con esas apariencias magníficas la rudeza natural a todo ser no espiritual. Notoriamente son esas criaturas como flores del reino animal, hechas para nuestro hogar como las flores del reino vegetal. Y según las reglas de una buena tradición, hay formas ordenadas para que un hombre aprecie las bellas flores y conviva con los bellos animales, sin pasar de la justa medida, dedicando a eses seres un afecto o concediéndoles una intimidad que sólo a las criaturas humanas se debe dar.
«Los animales pueden, por lo tanto, tener su lugar en una sensibilidad cristiana bien formada. Pero hay límites. No se debe dar a los perros el pan destinado a los hijos (Mc. 7, 27) advierte Nuestro Señor, ni darle perlas a los cerdos (at. 7,6). Es lo que hace quien, llevado por un desequilibrado sentimentalismo de fondo igualitario, concede a los animales cariños e intimidades que el orden de la Providencia reservó para las relaciones entre seres humanos».
Por: Redacción | Fuente: accionfamilia.org



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sábado, 29 de julio de 2017

Los tres pilares para el adolescente



Un análisis sobre los buenos fundamentos que deben tener los alumnos.

En el informe de CaixaBank Research del mes de mayo Javier Garcia-Arenas, doctor en economía por el MIT (Massachusetts Institute of Technology), realiza un análisis sobre los buenos fundamentos que deben tener los alumnos. La importancia de cuidar los tres pilares educativos (familia, profesores y compañeros) condicionará mucho grado el futuro profesional del estudiante.
Garcia-Arenas cita a los economistas James Heckman y Flavio Cunha para decir que, como mínimo, el 50% de las retribuciones salariales que recibe una persona están totalmente relacionadas con la formación que recibió como persona antes de los 18 años.
Para poder entender mejor la transformación del niño para entrar preparado al mundo adulto Garcia-Arenas distingue tres ejes fundamentales: la familia, los profesores y los compañeros.
El entorno familiar del estudiante
En primer lugar el papel de la familia es uno de los más importantes. Los economistas Björklund y Salvanes aseguran que entre el 40% y el 60% de los resultados académicos de los chicos se explican con las características de la familia. Los informes PISA, grupo de exámenes a escala mundial para evaluar el nivel educativo primario y secundario de los países, revelan que los alumnos que viven con sus madres o las madres tienen estudios universitarios obtienen una nota mucho más alta que los que no tienen esta suerte.
Dentro de la aportación de los padres a la dimensión humana del adolescente hay que distinguir las habilidades cognitivas de las no cognitivas. El primer punto es todo lo que los padres les aportan a los hijos. Aquí dentro entran elementos como las matemáticas, historia o música. Pero el autor del artículo le da más importancia a las no cognitivas. Estas habilidades cuestan más de adquirir fuera del ambiente familiar y marcarán la personalidad del niño de por vida. Garcia-Arenas pone como ejemplo la perseverancia, la sociabilidad, la paciencia o la empatía. Heckman calcula que la incidencia del entorno familiar en los alumnos puede afectar como máximo el 17% de los ingresos futuros.


Respecto a las habilidades cognitivas se valora positivamente la potenciación de actividades de alto valor educativo como contar cuentos, conversar con frecuencia con ellos o compartir tareas domésticas.
Todo esto no es exclusivo para padres con una formación educativa alta, ya que el hecho de dedicar más tiempo a los hijos tiene un impacto positivo con unos efectos comparables a la posesión de una mejor formación.
Garcia-Arenas pone como capital importancia para el desarrollo de las habilidades cognitivas la forma de criar a los hijos. Dentro de estos campos en remarca la disciplina y el afecto materno.
Los docentes, uno de los tres pilares
La Asociación Americana de Economía, organización de los Estados Unidos, calcula que cada niño ganará 36.000 euros adicionales en el futuro si el profesorado es de calidad. Garcia-Arenas llega a decir que el papel del docente es tan importante que puede llegar a ser decisivo para los hijos de familias desestructuradas.
Un ejemplo es el programa educativo de los Estados Unidos llamado Perry Preschool. El proyecto estaba destinado a niños afroamericanos en riesgo de exclusión social. Los resultados de los chicos que habían participado en el proyecto eran increíblemente mejores que los que no formaban parte del Perry Preschool.

Por último, dentro de este pilar educativo, el economista del CaixaBank Research hace llamada de una mejor formación profesional de los profesores. Los países con mejores resultados académicos son los que tienen al docente como un trabajo con un alto valor social.
Una buena compañía para el adolescente
El último de los tres pilares es el grupo de amistades que mantiene cada persona hasta que llega a la mayoría de edad. Garcia-Arenas reconoce que hay pocos estudios que hablen de esta materia pero que por experiencia de los docentes y de las familias se puede llegar a la conclusión de que la compañía del chico puede afectar tanto positiva como negativamente.
Por: Francesc García Mestres | Fuente: Análisis y Actualidad



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viernes, 28 de julio de 2017

La tierra del amor



Los fuertes y los débiles, bien cultivados, pueden crecer y ayudarse mutuamente en el camino del existir humano.

Esta es la historia de dos garbanzos. Uno era genéticamente deforme, débil, enclenque, destinado a un futuro incierto, quizá a una muerte prematura. El otro era fuerte, lleno de vida, con un DNA lleno de perfecciones y conquistas evolutivas. Un supergarbanzo, en pocas palabras.

La cosa es que el primer garbanzo cayó en manos de un campesino atento, que reconoció en seguida los defectos de su semilla. No quiso lanzarlo sin más; decidió darle el cuidado conveniente. Lo sembró en un invernadero de calidad, le dio fosfatos y vitaminas, lo regó con más atención que a las demás plantas, y lo sacó al aire puro en el momento más propicio del año.

El “supergarbanzo”, sin embargo, con ser tan bueno, cayó en manos de un campesino despistado, que se confió en la potencialidad de aquella semilla extraordinaria. La sembró en el primer rincón de su campo, la regó poco, no la protegió de los caprichos del tiempo, ni le dedicó un dólar para abonos o sustancias estimulantes.

Los resultados, como era de esperar, “contradijeron” los datos de partida. El garbanzo deficiente se desarrolló en una planta no extraordinariamente bella, pero lo suficientemente fecunda como para premiar los esfuerzos del campesino previsor. El otro, debido a dos granizadas y a no pocos inconvenientes, quedó tan herido que daba más pena que descendencia fecunda...

Desde luego, la historia podría ser invertida totalmente. Lo que nos pueden enseñar estos garbanzos, sin embargo, transciende con mucho las leyes de la biología, desde luego sin contradecirla, cuando lo aplicamos al mundo de los hombres.

Platón, antes de que se descubriesen las leyes de la genética o se empezase a soñar en el control del genoma humano, ya había intuido que una naturaleza humana dotada de cualidades excepcionales en un ambiente de corrupción, podría dar lugar a personas pervertidas, dañinas, quizá incluso criminales o delincuentes.

Podemos añadir nosotros que también una naturaleza “mediocre”, puesta en condiciones educativas adecuadas (una buena familia, una escuela con maestros y compañeros honestos y solidarios) puede llegar a resultados no sólo “aceptables”, sino buenos en lo que se refiere a la educación de un ciudadano honesto, de un esposo o esposa fiel, de un padre o madre de familia entregado a sus hijos y de un profesionista cualificado.

Por desgracia, hoy se está difundiendo una mentalidad que busca la mejora “genética” de la especie humana, que llega incluso a proponer el aborto y el infanticidio de quienes tienen graves deformaciones cromosómicas o físicas, como si el ser hombre se redujese al tener una buena dotación de ADN (DNA en inglés).

El hombre, es verdad, depende de la estructura corporal, pero es mucho más que eso. Con amor y con un seguimiento educativo adecuado, es posible que personas que podrían vivir relegadas lleguen a integrarse en la sociedad como seres profundamente “útiles” y fecundos. No ofrecerán siempre prestaciones materiales: habrá discapacidades que impidan realizar cualquier trabajo productivo o cultural. Pero el testimonio de una vida de sufrimiento interpela, llama a todas las conciencias, y nos pone ante el misterio del vivir.

¿Es que no hay personas sanas que sufren psicológica o afectivamente mucho más que otros seres que viven buena parte de su existencia entre hospitales y sillas de ruedas? ¿Es que no hay artistas que viven, incluso en la cumbre del éxito y del clamor popular, una extraña soledad y vacío profundo, en esos momentos en los que consideran el valor de su existencia?

Una vida social no puede prescindir de la virtud de la solidaridad. Esta virtud tiene siempre una doble dirección, también ante el dolor y la discapacidad: del “fuerte” hacia el “débil”, y del “débil” hacia el “fuerte”.

Hace falta reconocer que los “fuertes” necesitan el apoyo de los “débiles”, pues no tiene precio el cariño que un ser humano puede otorgar a otros. También el enfermo puede y debe amar. Impedírselo “en nombre de la piedad” es señal de no haber entendido lo que significa ser hombre.

Por eso resulta urgente permitir que cualquier vida, sana o enferma, blanca o negra, rica o pobre, pueda crecer en buena tierra, pueda desarrollarse en la tierra del amor. Así será posible que tanto el garbanzo "perfecto" como el garbanzo "defectuoso" sean tratados de modo correcto, y cada uno contribuirá a la maravillosa armonía de un mundo abierto a todos.
Por: P. Fernando Pascual L.C




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