"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 5 de julio de 2016

Diferentes caminos para un mundo mejor



Soluciones para contra restar los males que afectan a tantas personas y de lograr mejores condiciones de vida para las futuras generaciones

Recientemente la ONU dio a conocer sus “Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030” que insta a los países a adoptar medidas para promover la prosperidad, al tiempo que protegen el planeta. Por otro lado, el Papa Francisco y la Iglesia Católica sacaron a la luz la “Exhortación Apostólica Amoris Laetitia”; dos documentos que tratan, en su propia zona de acción, de impulsar a los hombres a construir un mundo mejor.
Ambos documentos tratan de buscar soluciones para contra restar los males que afectan a tantas personas y de lograr mejores condiciones de vida para las futuras generaciones.
La ONU, por su parte, propone acciones para atacar problemas urgentes como el hambre y la pobreza, insistir en salud, igualdad y educación para todos, garantizar trabajo decente e instar por un mayor cuidado del ambiente.(1)  La Iglesia, por su lado, se adentra en la problemática del ser humano y su entorno: sus relaciones humanas, su participación como ser comunitario o social, de pareja, de familia, de trabajo, de paternidad y maternidad, de creencias, valores, motivaciones y aspiraciones. (2)
Aunque cada institución trabaja de modo diferente y a veces hasta contrastante, ambas podrían complementarse en una forma maravillosa, pues mientras la ONU diagnostica los males que nos aquejan económicamente y socialmente, la Iglesia muestra y devela las causas humanas y raíces profundas de dichos males que hacen sufrir a tantas personas alrededor del planeta. Sin embargo las diferencias son de fondo y a veces hasta se contraponen en la forma de acercarse y buscar soluciones.  
Por un lado, la ONU parece ignorar la existencia de las relaciones humanas en cualquiera de sus formas, ya sea de pareja, familiar, filial, laboral y cuando las menciona es en un tono de antagonismo o competencia. La maternidad se aborda en forma solitaria donde el padre está ausente ya que ni se menciona, dejando de nuevo toda la responsabilidad a las mujeres. A tal grado que la palabra “familia” no aparece dentro de las acciones propuestas en sus objetivos, solo se menciona la existencia de “agricultores familiares” en algún renglón. (3)

La Iglesia, en cambio, insiste en la centralidad del “encuentro” humano y en el tejer  redes de apoyo social, de pareja, comunitario y familiar y en trabajar por su consolidación y prevalencia, ayudándolas en cada etapa donde surjan problemas como parte de su misma naturaleza.
Ambas instituciones coinciden en que se necesita ayudar a las personas a tener una vida mejor, pero difieren en el sujeto principal de la ayuda propuesta.
En los objetivos de desarrollo sostenible que propone la ONU, son las estructuras económicas, políticas y estatales las que deben mejorarse principalmente, tratando de que éstas sean las que cambien o mejoren las situaciones de las personas. Esto es necesario pero no suficiente para lograrlo.
La Iglesia propone un recipiente que haría más eficiente el uso de estos recursos: la familia, dentro de la cual se hacen rendir los insumos. Inclusive, fomentando la solidaridad, se le puede ahorrar al estado mucho dinero con las actividades no remuneradas que llevan a cabo sus miembros: nutrición, mantenimiento de bienes, educación, cuidado de menores, ancianos, enfermos y personas con capacidades diferentes.
Además la familia es el mejor lugar para que se cuide el valor irremplazable de cada uno de sus miembros en cualquier condición y estado, que secunda la búsqueda de la igualdad de género y de reducción de desigualdades. (4)
Los objetivos de desarrollo sustentable buscan mejorar las condiciones materiales de las personas pero no incluyen el desarrollar la capacidad de éstas para alcanzar la felicidad en su propia realidad, la cual, según solo se puede alcanzar en los países más desarrollados del mundo.
La Iglesia aquí aporta una gran luz al insistir que se puede llegar a la felicidad bajo cualquier condición de vida y propone un acompañamiento a las personas por parte de las comunidades y familias fortalecidas, apoyadas por las instituciones y estados y, en especial, de las comunidades de creyentes católicos, a las que el Papa invita a compartir una manera entregada de vivir la vida. (5)
Estas dos visiones de las realidades humanas nos hacen ver lo profundo de las necesidades que todavía tienen muchos hombres y mujeres en todos los niveles: material, social, emocional y espiritual. Pero habría que equilibrar la destinación de los recursos para cubrir estas necesidades, y no asumir que al cubrir las materiales están alcanzando un “desarrollo” ideal para todos.
Por: Ana Elena Barroso | Fuente: ACC/Sociedad

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