"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 7 de marzo de 2016

Redes sociales: entre lo pastoral y lo privado



Los efectos de la mundialización de internet también han supuesto un re-pensamiento del esquema tradicional de la comunicación.

Los efectos de la mundialización de internet también han supuesto un re-pensamiento del esquema tradicional de la comunicación. El esquema tradicional de comunicación asociado a los roles definidos de «emisor», «receptor» y «mensaje» ha quedado desfasado visto que hoy por hoy cualquier usuario puede ser no sólo quien comunica o recibe la comunicación sino incluso el contenido de la comunicación misma.
Se parte de esta constatación visto que, en cuanto usuarios, las personas consagradas (sacerdotes, religiosos, seminaristas y análogos) están sujetos a esa misma dinámica.
El tema aquí planteado oscila entre dos puntos aparentemente antitéticos: lo pastoral y lo privado. En este texto buscamos mantener la particularidad de ambos en vistas a conocer, por un lado, quiénes son o pueden ser los sujetos de una eventual acción pastoral; y, por otro, ciertas especificidades de la dimensión privada de un perfil personal en alguna de las redes sociales. En un tercer momento pasamos una integración de los pastoral y lo privado visto que, en definitiva, es el mismo y único sujeto el que habita1, ha habitado o habitará las redes sociales.

I. Pastoral

1. Usuarios de internet
Para inicios de 2015 los usuarios de internet en general ascienden a poco más de 3 mil millones. Considerando que la población del mundo está en torno a unos 7 mil millones de personas tenemos que hay poco más del 50% de habitantes del planeta que no tienen acceso a internet. Esto ayuda también a redimensionar el valor actual de la acción pastoral en la world wide web.
Los estudios más recientes muestran un uso diversificado de internet: los adolescentes entre 13 y 17 años usan más Facebook, Instagram y Snapchat mientras que si se les estudia por sexo las chicas consumen más redes sociales (en orden Instagram, Snapchat y Pinterest) mientras que los chicos consumen más video juegos2.
Un estudio de 20143 muestra que, entre los adultos, las cinco redes sociales más usadas son Facebook, Pinterest, LinkedIn, Instagram y Twitter. La tendencia general es que cada vez más las puertas de acceso a redes sociales son los dispositivos móviles4. Es significativo que, de hecho, dos redes sociales que funcionan como aplicaciones sólo por dispositivo móvil se encuentren entre las más usadas a nivel planetario: WhatsApp tiene más de 700 millones de usuarios (dato hasta el primer semestre de 2015) e Instagram 300 millones (datos hasta enero de 2015).
En términos temáticos, son cinco los tópicos más recurrentes en las redes sociales: 1) música y películas; 2) comunidades afines; 3) deportes; 4) política; y 5) religión5.
Si limitamos nuestra mirada al sector confesional católico tenemos también resultados interesantes: en enero de 2012 la población católica de Facebook era del 5%6. Estudios realizados en Estados Unidos mostraban que más del 50% de los católicos americanos que usan redes sociales no conocen una presencia significativa de la Iglesia en internet7. Sin embargo, los cristianos suelen ser personas que comparten su fe en las redes sociales8.
Todos estos datos ofrecen coordenadas para perfilar una adecuada acción apostólica: facilitan un sano realismo, permiten redimensionar necesidades más o menos generales según las tendencias y ofrecen una oportunidad para examinarse a sí mismo en torno a estos datos.

II. Privado
2. Orientaciones de uso
Indistintamente de su especificidad, todas las redes sociales tienen como punto de partida el requerimiento del registro por parte de la persona que quiere beneficiarse del servicio que esa red social ofrece. Es lo que tiene a llamarse «perfil».
El término «redes sociales» es un concepto bastante genérico que engloba realidades bien diversas. En síntesis define toda aquella plataforma digital que posibilita la interacción entre sus usuarios facilitando la creación y desarrollo de relaciones en torno a intereses comunes. En lo particular, cada red social tiene una característica específica que la diferencia del resto y es su «clave de éxito».

2.1 Conocer
Cualquier orientación de uso pasa por conocer esa característica concreta de la red social que se quiere usar para así aprovecharla de acuerdo a aquello para lo que fue creada. Por tanto, la primera orientación es identificar la propia «necesidad» (o las necesidades de terceros) y contrastarla con la surtida oferta de posibilidades para satisfacerla.

2.2 Aprovechar
Ejemplos: LinkedIn es una red social que gira en torno a las relaciones de trabajo profesional, ya entre individuos del mismo sector, ya entre individuos y empresas donde las personas trabajan, quieren trabajar o les pueden contratar; Twitter es una plataforma de microblog con tantas posibilidades de uso como el ingenio pueda crear en 140 caracteres; Instagram es una aplicación cuyo desarrollo gira en torno al compartir imágenes atemáticamente; Pinterest va en esa misma dirección, aunque permite una posibilidad de organización en torno a temas y con mayor flexibilidad en cuanto al peso y tamaño de los archivos de imagen que se cargan. Un error bastante frecuente en personas consagradas es registrar perfiles en muchas redes sociales dándoles el mismo tipo de uso a todas.

2.3 Aprovechamiento por parte de una persona consagrada: posibilidades y riesgos
La relación de las personas consagradas con la web suele decir relación con dos campos: el discernimiento personal9 y el voto de obediencia. En torno a estos dos faros individuamos algunas orientaciones de uso más específicas que pueden ser de utilidad tanto para el que gobierna como para el que a la obediencia está sujeto.
  • Examinar las propias motivaciones de fondo: quien somete a la autoridad competente el permiso, consejo o aprobación para registrar un perfil personal en una red social debe antes haber sopesado la conveniencia de ello. Esto suele pasar por un examen en torno a sí mismo con una pregunta inicial de base: «¿qué me mueve a habitar la web?». La responsabilidad última de un buen o mal uso de una red social es de la persona que lo gestiona. Pero hay elementos que pueden indicar a la misma persona, o a quien secunda la autorización de sacarlo o mantenerlo, si a esa persona en concreto le es de ayuda o no en ese momento particular. Es comprensible que este ejercicio se haga especialmente en las primeras etapas de formación o en los primeros estadios de contacto de la personas consagrada con el mundo de las redes sociales en que la novedad puede derivar en un mal uso10.
  • La seriedad de una propuesta de uso: es comprensible que un eventual proyecto de registro ofrezca más garantías de madurez cuando es presentado con la seriedad y profesionalidad requerida. En este sentido, puede ayudar tanto a quien pide un permiso como a quien lo da el conocer: a) el tipo de proyecto (en qué red social, especificidad del tipo de uso que se dará, a qué necesidad responde, si ya existen o no otros proyectos análogos, etc.), b) el tiempo que se destinará a ello, c) la proyección que se le piensa dar, d) consideraciones en torno a la eventual incorporación de recursos humanos y/o económicos, e) la frecuencia de un eventual reporte en torno a los logros o dificultades obtenidos y acerca de los puntos precedentes que sirven como marco general de evaluación.
  • Sobre el proyecto en sí mismo. Aquí hay dos líneas: la pública (que en cierta forma estamos relacionando con el ámbito pastoral) y la privada que parece enfocarse más a un uso de carácter más bien limitado.
    • Pública: para este ámbito valen las especificaciones arriba mencionadas, si bien se deben agregar dos puntos más: la consideración acerca del auditorio al que el eventual proyecto está dirigido y el modo como se dará a conocer tal proyecto (marketing y publicidad).
    • Privada: en no pocos caso el uso que se quiere hacer de los medios digitales actuales no es directamente pastoral (entendido como puesta on line de un proyecto apostólico con miras a lo masivo) sino más bien para mantener las relaciones con familiares, amigos y nuevos conocidos. Sobre este punto es sobre el que nos detenemos ahora para individuar las posibilidades y riesgos.

Posibilidades.- El estudio Churchbook. La presenza dei consacrati nei social network («Churchbook, la presencia de los consagrados en las redes sociales11») muestra que, en Italia el 20% del total de sacerdotes y religiosos (as) así como un 59,7% de los seminaristas tienen un perfil. Curiosamente, considerando sólo religiosos y religiosas, los varones son mucho más activos que las mujeres. En su mayoría, el uso que se da a Facebook es del tipo que aquí se está tratando: privado12. Entre las posibilidades que podemos enumerar en este ámbito se encuentran:

1.El fortalecimiento de relaciones interpersonales (especialmente con familiares y amigos) materializado en formas de cercanía como las felicitaciones de cumpleaños, palabras de aliento ante eventuales éxitos que de otro modo conoceríamos con más dificultad debido a que son cada vez más escasas las notificaciones por medios tradicionales como la carta o las llamadas telefónicas, etc.;
2.La facilidad para entrar en comunicación ágil con las personas que conocemos;
3.La naturalidad con que una cierta forma de evangelización o sensibilización hacia lo católico se puede dar gracias al testimonio de lo publicado;
4.La posibilidad de transmitir una visión más positiva de la Iglesia a partir de lo que uno mismo publica como experiencia en torno a ella13;
5.Creación y desarrollo de grupos de interés, actualización, discusión o relación con otras personas consagradas de la misma familia religiosa, por ubicación geográfica o por comunión eclesial;
6.Descanso y ocio que son dimensiones humanas dentro de las cuales el consumo moderado de estos recursos pueden armonizarse14.

Riesgos.- Durante no poco tiempo la aproximación que permeó la visión de muchos sectores de la Iglesia respecto a internet fue la que tendía a identificarlo como aliado del pecado. En otros sectores tal vez menos «radicalizados» al menos aleteaba la sospecha. ¿Qué valoración moral puede hacerse de internet? Éticamente hablando internet es neutro en vista de que la bondad o maldad depende más bien de quienes lo usan y no de él en sí mismo. Es verdad que hay muchas cosas buenas pero no es menos cierto que es posible encontrar o actuar contrarios a la virtud en ese ambiente.
Sin afán exhaustivo, los riesgos15 más frecuentes de las personas consagradas en la web son:
1.El aislamiento de la propia comunidad física («escapismo») en pro de relaciones en ámbito digital16;
2.La inautenticidad: creación de una personalidad digital alternativa que si bien funciona en torno al mismo nombre no se corresponde siempre con el temperamento y carácter real de quien está detrás de ella;
3.La pérdida del sentido de la clausura religiosa (para el caso de religiosos y monjas);
4.El anti-testimonio que consiste en la no correspondencia entre lo que la persona es y publica (piénsese en las fotos donde queda entre dicho lo que se sabe que la persona debe vivir y lo compartido que lo pone en duda);
5.La incapacidad de silencio interior y exterior; y
6.lanzarse a usarlos sin una finalidad concreta y sin marcarse tiempos específicos de uso que en no pocas ocasiones terminan en naufragios.

III. Integración
3. Redes sociales en la propia vida: una materia de auto-examen
En realidad uso «privado» de redes sociales y uso «pastoral» convergen siempre en el caso de las personas consagradas a Dios. Considerando que su vida es apostolado esto supone que tanto en un ámbito restringido como en un plano más amplio de comunicación son siempre agentes de pastoral, si bien los modos y tiempos pueden variar.
En este «contexto integrador» las redes sociales se presentan como materia de evaluación pero no sólo para quienes ya las usan o las quieren usar sino incluso para aquellos que, visto su potencial, no se interrogan acerca de ellas.
Entre quienes ya las usan, la materia de auto-examen puede ir en la siguiente dirección:
1.¿Uso las redes sociales como corresponde a un apóstol de Jesucristo?
2.¿El tiempo invertido17 en ellas va en detrimento de mi vida comunitaria y de mis relaciones interpersonales con las personas que me rodean?
3.¿Cada vez que uso la web tengo claro para qué entro, qué busco, en dónde lo pienso encontrar y cuánto tiempo voy a invertir en ello?
4.¿Cómo afronto el eventual encuentro con material que no esperaba toparme, por ejemplo de cariz sexual?
5.¿Me siento mirado y acompañado con Cristo al momento de usar las redes sociales o, en otras palabras, me actúo en la presencia de Dios antes, durante y después de usar las redes sociales?
6.¿Me intereso por los problemas y necesidades de las personas con quienes entro en relación en las redes sociales o he terminado percibiéndolos como meros dadores de «me gusta» o alimentadores del propio ego digital?
7.¿Hay repercusiones negativas en los resultados académicos o apostólicos que digan relación con el uso de redes sociales?
8.¿Lo que comparto en las redes sociales se corresponde con mi condición de persona consagrada? En este sentido, ¿soy un aliciente para la fe y credibilidad de otros en la Iglesia?
9.¿Tengo presente que por mi condición de persona consagrada también el propio perfil digital tiene una dimensión pública, aunque el grupo de relación con el que se interacciona sea muyrestringido?
10.           ¿Conozco y aplico las medidas de seguridad y privacidad que las mismas redes sociales ofrecen?

4. Indicadores de abuso
En abril de 2012 se publicó el «Bergen Facebook Addiction Scale» en Psycholigical Reports. En ese estudio su autora, la psicóloga Cecilie Schou Andreassen, de la Universidad de Bergen, en Noruega, muestra que dada la naturaleza social de Facebook18, que evita el «cara a cara», se puede llegar a la adicción, especialmente en cuatro grupos vulnerables: 1) usuarios jóvenes, 2) usuarios ansiosos, 3) usuarios inseguros y 4) mujeres. El estudio también evidencia que las personas organizadas y/o ambiciosas no suelen caer en esta ciber-dependecia.
Las preguntas del test para medir el grado de dependencia personal, según el «Bergen Facebook Addiction Scale», son las siguientes:
1. ¿Paso mucho tiempo pensando en Facebook y en conectarme para usarlo?
2. ¿Siento la necesidad de usar Facebook y, además, por mucho tiempo?
3. ¿Usas Facebook intentando olvidarte de tus problemas?
4. ¿Has intentado reducir el uso de Facebook sin lograrlo?
5. ¿Te agitas o inquietas si te prohíben usar Facebook?
6. ¿El uso de Facebook ha tenido repercusiones negativas en tus estudios o trabajo19?
La escala de valoración para cada pregunta es:
1. Muy rara vez
2. Raramente
3. Algunas veces
4. Mucho
5. Muchísimo
Si 4 de las 6 preguntas tiene un “mucho” o un “muchísimo” se puede comenzar a hablar de adicción. El «Bergen Facebook Addiction Scale» fue realizado en 2011 con 423 estudiantes (227 mujeres y 196 hombres).
Aunque la ciber-dependencia no ha sido clasificada todavía como una enfermedad, según el doctor Elias Aboujaoude, profesor asistente en el departamento de psiquiatría de la Universidad de Stanford, «Lo que podemos decir con certeza es que para una parte significativa de la población hay algunas banderas rojas que indican un problema real». Esos problemas implican consecuencias familiares, matrimoniales, laborales y de salud.

Conclusión: propuesta para potenciar o mejorar el uso
En el ámbito de la vida consagrada el aprovechamiento de las redes sociales digitales pasa por las motivaciones de fondo que inspiran su uso más que por los conocimientos técnicos para valerse mejor de ellas (que también tiene su importancia). Es a partir de 2009 que el magisterio de la Iglesia se ocupa más en concreto de estas realidades. Los mensajes para las jornadas mundiales de las comunicaciones sociales ofrecen un programa que, aplicado a las personas consagradas, supone todo un itinerario a recorrer en miras a potenciar mejor el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación.

En el mensaje del año 200920 el Papa habla de las nuevas tecnologías como ámbitos de relación para hacer el bien (además de ofrecer una profundización antropológica en torno al concepto de amistad). En el mensaje de 201021 precisa que son un ámbito de acción pastoral también para los sacerdotes. En el mensaje del 201122 se hace un énfasis en el valor de la autenticidad para, en el mensaje de 201223, subrayar la importancia del silencio como condición esencial previa de cualquier tipo de comunicación. En 201324 Benedicto hablará de las redes sociales como espacios de evangelización. Finalmente, en 201425, el mensaje de Francisco estriba en lo específicamente cristiano de la comunicación: el encuentro. Todas las relaciones posibles en el ambiente digital deben conducir a una forma más perfecta de relación como lo es el encuentro. Una lectura atenta y meditativa de estos cinco mensajes es la propuesta base de donde se podrán extraer muchas más aplicaciones de uso.
1 En referencia a las redes sociales en particular, y a internet en general, en este texto utilizamos indistintamente expresiones como «usar», «habitar», «instrumentos», «consumo», etc. La Iglesia habla hoy en día de internet como un ambiente a habitar y no más como herramientas o instrumentos a utilizar. Para clarificar mejor este punto se puede leer «Y la Iglesia se preguntó qué es internet», en http://www.zenit.org/es/articles/y-la-iglesia-se-pregunto-que-es-internet.
2 Cf. «Teens, Social Media & Technology Overview 2015», en http://www.pewinternet.org/2015/04/09/teens-social-media-technology-2015/.
3 Cf. «Social Media Update 2014», en http://www.pewinternet.org/2015/01/09/social-media-update-2014/.
4 Cf. «U.S. Smartphone Use in 2015», en http://www.pewinternet.org/2015/04/01/us-smartphone-use-in-2015/.
5 Cf. «Social Networking Popular Across Globe», en http://www.pewglobal.org/2012/12/12/social-networking-popular-across-globe/.
6 Véase «5% de católicos en Facebook. ¿Es posible evangelizar en las redes sociales?», en http://evangelidigitalizacion.blogspot.it/2012/01/5-de-catolicos-en-facebook-es-posible.html.
7 Cf. «¿Cuántos católicos usan Facebook, Twitter, YouTube, LinkedIn o Instagram? Publican estudio en los Estados Unidos», en http://evangelidigitalizacion.blogspot.it/2012/11/cuantos-catolicos-usan-facebook-twitter.html.
8 Cf. «¿Cuántos católicos comparten contenidos sobre su fe en las redes sociales?», en http://evangelidigitalizacion.blogspot.it/2014/11/cuantos-catolicos-comparten-contenidos.html.
9 Al respecto puede ayudar: «El Espíritu Santo e internet: cuando obligamos a Dios a hacer suyos nuestros proyectos», en http://evangelidigitalizacion.blogspot.it/2013/12/el-espiritu-santo-e-internet-cuando.html.
10 Dos orientaciones bastante particulares pueden ser, por ejemplo: la facilidad dispersiva de determinado sujeto que puede llevarle a una pérdida de tiempo o limitaciones especiales en el campo de la castidad que pueden conducirle a caídas internas o externas en ese campo.
11 Cf. «Estudio revela cuántos sacerdotes, religiosos y seminaristas están en Facebook», en http://evangelidigitalizacion.blogspot.it/2012/03/estudio-revela-cuantos-sacerdotes.html.
12 Acerca del término «privado» debe alejarse cada vez más el considerarlo en ámbito digital como antónimo de «público». Hoy por hoy la dimensión pública de toda comunicación personal es un hecho: basta con que una de las personas de las que estén en relación con nosotros dé un «me gusta», «retuit» o «compartir» para que una publicación originalmente restringida a un grupo de relación limitado alcance una visibilidad mucho mayor a la originalmente buscada por parte de quien colocó determinado contenido en su propio perfil de red social.
13 Fue de Benedicto XVI aquella idea iluminadora acerca de la comunicación cristiana en la web: «Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2011).
14 Ciertamente en el ámbito del ocio debe tomarse en cuenta que, para el caso de las personas consagradas, éste también tiene una dimensión comunitaria.
15 Hay cinco tipos de patologías en ámbito digital: 1) la adicción a los digital (redes sociales, aplicaciones, experiencia de necesitar permanentemente conectado), 2) la adicción al trabajo en ámbito digital, 3) la adicción al consumo de información en la web, 4) la adicción a la pornografía y 5) las ludopatías.
16 Este punto debe llevar a examinar la calidad de las relaciones en la propia comunidad. Muchas veces una ciber-dependencia es la manifestación de deficientes relaciones humanas o se convierte en una salida a una comunidad que no ha sabido acoger a la persona.
17 Un estudio de 2015 indica que el 24,11% de los usuarios mundiales de internet pasa entre 30 minutos y 1 hora cada día en las redes sociales (cf. http://www.obs-edu.com/noticias/estudio-obs/espana-aumenta-el-numero-de-usuarios-activos-en-redes-sociales-en-2014-y-llega-los-17-millones/).
18 Aunque el estudio está circunscrito a Facebook, mutatis mutandi se puede aplicar análogamente a otras redes sociales.
19 Acerca del impacto en el trabajo puede verse «Technology’s Impact on Workers», en http://www.pewinternet.org/2014/12/30/technologys-impact-on-workers/.
20 El título del mensaje fue: «Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad».
21 El título del mensaje fue: «El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra».
22 El título fue: «Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital».
23 El mensaje se intituló: «Silencio y palabra: caminos de evangelización».
24 Bajo el nombre: «Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización».
25 «La comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro» fue el nombre que recibió el mensaje de 2014.
Por: P. Jorge Enrique Mújica | Fuente: Zenit.org

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