Educar no es fácil, se necesita un plan
claro de virtudes y valores
Natalia Echeverri en el Universal.com nos deja este artículo sencillo y claro,
errores de los padres de adolescentes. Los comparto porque son palabras llenas
de sentido común...
Seguramente usted es de quienes escuchó infinidad de veces “porque soy su papá
y punto”, “¿es que sus amigos le dan de comer?”, “no, mientras viva en esta
casa”… Frases con las que sus padres afirmaban su autoridad y ocultaban, muchas
veces, que carecían de los argumentos necesarios para mantener una
conversación.
Y como todo lo aprendemos de ellos, parecería normal que también nosotros
repitiéramos las famosas frasecillas que en ese entonces nos llenaron de una
ansia subnormal por ser adultos con rapidez. Así que antes de
continuar con la educación de ese ser mitad niño mitad joven, pregúntese si
está exigiendo de su hijo o hija en la misma proporción de lo que le brinda.
De nuestra propia historia se podría deducir que ser demasiado autoritario o,
por el contrario, muy permisivo, son los errores más comunes que cometen los
padres de adolescentes. Sin embargo, según la experiencia en consulta del
doctor René Solano, sicólogo de familia y magister en Educación y Desarrollo
Humano, existen siete puntos de los cuales los padres deberían reflexionar al
educar a sus hijos.
1) No tener un plan claro en la crianza
Es indispensable que los dos padres tengan una idea unificada de lo que quieren
formar en sus hijos. Esos son temas que los matrimonios no suelen sentarse a
hablar, no planean cuál es la dirección que quieren tomar, qué valores desean
inculcar en sus hijos, y esto es un error porque establecer los objetivos de
formación facilita pensar en los distintos ámbitos de la vida del adolescente:
académica, afectiva, social, etc.
Después de hablar sobre esos temas, conviene que los dos unifiquen lo que
quieren. Los padres tienden a tener puntos de vista diferentes: generalmente,
uno es más rígido y el otro más flexible, así que deben negociar y ponerse de
acuerdo en los medios para ejecutar esos planes.
2) No ofrecer un modelo completo de la vida adulta
Este es un problema muy grave porque los chicos no tienen por qué imaginarse la
vida a futuro. Para eso tienen a sus padres. No obstante, usualmente tienen la
imagen de que a los papás “les toca esforzarse mucho y divertirse poco” y eso
les hace poco gustosa la idea del mundo adulto.
Por eso es una herramienta de crianza muy importante aterrizarlos en cuanto a
por qué los padres toman determinadas decisiones, por qué hacen lo que hacen,
cómo han planificado sus vidas, qué decisiones tomaron cuando se equivocaron y
cuando tuvieron éxito, cómo resuelven su vida afectiva, social, etc.
A través de esa conversación se debe hacer un llamado a la realidad para no
dejarlos solos gravitando en el mundo del juego y del placer.
3) Solo satisfacer
Y este punto tiene una variable: satisfacer en exceso. Los padres quieren
darles gusto a sus hijos y está bien que quieran brindarles una mejor calidad
de vida de la que tuvieron. Pero al hacerlo cometen una equivocación y es
impedir que sus hijos vivan las frustraciones.
Lo cierto es que todos tenemos límites y queremos muchas cosas. Sin embargo, no
siempre se puede, allí hay una tarea importantísima que debe asumir el
adolescente, y el adulto le debe ayudar a no desesperarse, a afrontar la
dificultad, a no caer en la desesperación, a aceptar la limitación y la
historia que le tocó vivir.
4) Darles la idea de que lo valioso es solo lo material
"Ese es un punto delicado y gravísimo, porque lo que hace realmente feliz
a las personas son los bienes inmateriales como los valores, la justicia, la
alegría y la unidad. Los chicos pueden comprarse la pinta, estar en la rumba,
tener lindos zapatos y esos son momentos de felicidad, pero todos quedan fuera
del ser. Y cuando se rompe el zapato fino y no puede comprarse otro, eso
representa un reto muy tenaz para el muchacho”, asegura el doctor Solano.
5) Desconocer la vida social del adolescente
Un fallo “requetegrave” –de acuerdo con nuestro asesor- es desconocer las
amistades del hijo adolescente, los lugares que frecuenta, los intereses
verdaderos, los temas que le interesan y los que usa para socializar e
identificarse. Desconocer su mundo es permitir que haya oportunidades para que
le ofrezcan alternativas dañinas.
El problema no es que se meta en problemas, el problema es que esté solo o con
unos referentes inadecuados para resolverlos. Todo ser humano confronta
situaciones difíciles y dolorosas, pero lo importante es aprender a
resolverlas, por eso hay que buscar cómo romper la distancia, los silencios, la
frialdad.
6) Solo juzgar y recriminar
Este punto se deriva del anterior. Muchos padres promueven la distancia con los
hijos al pararse como adultos, juzgando y recriminando sus gustos, y no
reconocen ni entienden el porqué de sus actos. Esto genera una ruptura
importante, pues los muchachos sienten que los adultos no los quieren.
7) No conocer sobre la adolescencia
En otras palabras, desconocer qué se vive en ese proceso en cuanto a ideas,
relaciones sociales, emociones y cambios. Los padres no deben dejarse llevar
por modas, la idea de que el papá o la mamá tiene que ser cómplice, o eso de
que “yo soy amigo de mi hijo”, es muy confuso par el chico o la chica, pues sus
padres no asumen un rol de orientación y firmeza sino de complicidad con los
deseos del hijo… pero de una manera negativa.
No informarse o no pedir ayuda para manejar las situaciones tensas lleva a que
los padres acepten distanciamientos o le pongan títulos negativos al muchacho
(“¡es un rebelde!”).
Incluso si están divorciados deben ponerse de acuerdo. Hay que saber que los
adolescentes acaban de ser niños y van hacia la juventud, y es que otro error
grave es pensar en ellos como adultos. Los jóvenes de hoy son ‘grandotes’ de
cuerpo, pero no son adultos; su poder de reflexión y decisión están limitados y
cuando los padres se dejan dominar o imponer ideas están abandonando su papel,
dejando que los chicos vivan una cantidad de situaciones que no tendrían por
qué vivir si tuvieran al lado a adultos eficaces.
Por: José G. Sentandreu | Fuente: www.el-adolescente.com
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