Pareciera que nos han impuesto vivir con
angustias, tensos, siempre como explotando
Hace un tiempo me he puesto a pensar,
viendo algunas actitudes de muchas personas, en dónde está el equilibrio, es
decir, el que uno sea “equilibrado” en el momento de actuar, de pensar, de
hablar. Y me dí cuenta de todo lo que nos cuesta vivir de esa manera. Pareciera
que lo que resalta y debe ser así, son los excesos, los gestos muchas veces
extravagantes, las conversaciones hasta violentas si se quiere, y como que eso
llama más la atención.
Es más, esos son los modelos que muchas veces se nos presentan. O si no
bastaría con preguntarnos y observar: ¿Cómo son los “héroes” que se nos
presentan? Miremos en la literatura moderna, en el cine, en las historias
televisivas, en la música, donde aparecen supuestos “héroes” que se transforman
en ídolos, y en casi todos se da una constante: actúan en forma desaforada,
violenta, exaltados, con hasta excesos de vitalidad; y en muy pocos casos el
“héroe de turno” se muestra como un ser equilibrado, maduro, sólido
sicológicamente.
Basta con ver cuáles son los “ídolos” a quienes siguen los jóvenes, donde
generalmente nos damos cuenta que muchos de ellos “actúan” de esa manera, y que
sin dudas en su vida serán personas más “tranquilas y equilibradas”, y toda esa
manera llamativa de actuar no es otra cosa que eso: una “actuación”.
Me pregunto por qué razón nos cuesta tanto seguir y admirar a alguien digamos
“moderado”, equilibrado, que habla y no grita y no gesticula de manera
exagerada.
¿Cuál será el motivo para que alguien sea admirado, para que triunfe, necesite
ser “extravagante”, “raro”?. Parece que sólo pueden triunfar los que actúen de
esa manera.
Pienso que quizás confundamos la serenidad con la apatía, el aburguesamiento, y
en realidad se puede ser feliz de una manera también calma, y el hecho de ser
equilibrado no necesariamente tiene que ver con vivir angustiado ni
desalentado.
¿Cuál es la verdadera personalidad, la verdadera madurez? Pareciera que nos han
impuesto vivir con angustias, tensos, siempre como “explotando”, pensando que
ser “vital” es sinónimo de excesos, de cierta “neurosis”, como si esos fueran
los verdaderos “grandes”.
Y la verdad, que para mí son Grandes en serio aquellos que aman el silencio,
los que trabajan sin desalentarse, quien tiene paciencia y sabe esperar y no
vive en el “ruido” permanente.
Grande e ídolo es quien es capaz de tener un corazón abierto y disponible para
los demás, quien no necesita vivir “aturdido”, el que trabaja constante y
silenciosamente esforzándose por construir cada día desde su lugar, un mundo
mejor.
En fin, el verdaderamente Grande es lo contrario a lo que muchas veces nos
muestran quienes quieren ocupar ese lugar de “modelos” para el hombre de hoy.
Por: Padre Oscar Pezzarini | Fuente: www.feliceslosninos.org
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