Mensaje de los Obispos de la Comisión
Episcopal de Apostolado Seglar
En la actualidad se ha desvinculado el
trabajo de la dignidad del ser humano, se ha despersonalizado
1.-En el año 2014 se han cumplido veinte
desde la aprobación por La LXII Asamblea Plenaria de la CEE del documento “La
Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Esta efeméride es ocasión de proponer
en nuestra Iglesia una renovada reflexión desde la cambiada y cambiante
situación del mundo del trabajo y de ofrecer el magisterio de nuestro
episcopado, apoyado en el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
Queremos ofrecer claves para que los agentes de pastoral obrera en las
parroquias y diócesis, los militantes de los movimientos obreros apostólicos
enviados a evangelizar el mundo del trabajo, las congregaciones religiosas cuyo
carisma las sitúa en la presencia evangelizadora en esa realidad, y con ellos
toda la Iglesia, puedan sentirse de nuevo enviados a seguir anunciando con
palabras y obras, el Evangelio y la salvación de Nuestro Señor Jesucristo, en
la realidad esencial del trabajo humano.
2.-Desde siempre el trabajo humano -así
nos lo dice la Palabra de Dios- nos asocia a la obra creadora de Dios, de la
que es continuación; por él ganamos el sustento cotidiano para nuestras
familias, realizamos la vocación propia de todo ser humano con el aliento del
Espíritu Santo, ordenamos nuestra vida al bien común, y respondemos a las
exigencias de justicia y caridad que la comunión fraterna pide de todos y cada
uno. Por esto el trabajo humano es medio imprescindible de realización personal
de la propia vocación, y reconocimiento de la sagrada dignidad de la persona,
varón y mujer.
3.-Mediante el trabajo humano
construimos también la vida social y política, contribuyendo en nuestro mundo y
sus circunstancias históricas concretas, a la realización del Plan de Dios para
la humanidad, anticipando en la solidaridad humana y en la justa distribución
de los bienes destinados universalmente a todos, la comunión fraterna que
nuestro Señor Jesucristo realiza entre nosotros por medio de su Espíritu.
4.-Si falta el trabajo la dignidad
humana está herida, nos ha recordado recientemente en diversas ocasiones el
papa Francisco.
5.-En algunos lugares hoy el carácter
sagrado de la dignidad humana no se tiene en cuenta y queda especialmente
dañado por las condiciones de trabajo que imperan, con frecuencia, en nuestro
mundo. La realidad del mundo del trabajo es hoy distinta a la de hace veinte
años: se ha precarizado aún más, se ha desvinculado el trabajo de la dignidad
del ser humano, se ha despersonalizado. Pese a tener trabajo, cada vez más, las
condiciones del mismo –especialmente las salariales- impiden que trabajar sea
un medio para salir de la pobreza y la exclusión social. El trabajo se ha
individualizado de tal modo que ha dejado de ser un elemento de construcción
social de lo común; para muchas personas pasa a ser un instrumento de individualización
egoísta que nos enfrenta a los hermanos, que fragmenta los vínculos sociales,
que no crea comunión entre las personas y pueblos, que impide en muchas
ocasiones una vida personal, familiar, y social. De hecho las sucesivas
“reformas laborales” buscando la posibilidad de aumentar los puestos de trabajo
han favorecido esta tendencia.
6.-El trabajo sigue siendo la clave
–quizá la clave esencial, decía San Juan Pablo II, enLaborem Exercens-
de la cuestión social, y esto porque en la nueva configuración del trabajo
humano se asienta el nacimiento de un nuevo sujeto cuya existencia se orienta a
producir y consumir, reduciendo su humanidad, hiriendo su dignidad humana, y
configurando así una sociedad deshumanizada. Negar la dignidad humana del
trabajador, cosificando el trabajo humano, es negar a Dios mismo, y entorpecer
su proyecto de salvación para todos.
7.-La Enseñanza Social de la Iglesia,
desde antes incluso de la publicación de Rerum Novarum, ha tenido
claro y ha puesto de manifiesto que el trabajo no es solo medio de expresión de
la dignidad humana, sino que en su configuración se juega de manera especial la
configuración de la sociedad y del mundo, conforme al plan de Dios. Los papas
en la Doctrina Social han ido prestando cada vez mayor atención a la
deshumanización que se produce en el trabajo humano, y a cómo en lugar de ser
principio de vida, pasa a ser demasiadas veces ocasión de dolor,
empobrecimiento y muerte.
8.-La Iglesia española ha insistido en
estas cuestiones por medio de multitud de cartas pastorales, homilías, y
reflexiones de los obispos diocesanos, a lo largo de los años. En 1994,
mediante el documento de la LXII Asamblea Plenaria se ofreció a la Iglesia que
peregrina en España, una serie de orientaciones –sobre todo de carácter operativo,
y propuestas pastorales- que invitaban a acoger la pastoral obrera no solo como
la actividad propia de especialistas, de quienes de manera expresa eran
enviados a evangelizar esa realidad, sino como eje transversal que pudiera
estar presente en las distintas actividades pastorales de la Iglesia que quiere
acompañar el sufrimiento de sus hijos, de todo el hombre, y de todos los
hombres.
9.-El proceso que culminó en la
aprobación de dicho documento de la Asamblea Plenaria partió de un “VER” que
desde las diócesis, y con la participación directa de Movimientos Apostólicos,
y Congregaciones Religiosas se realizó para identificar y caracterizar aquella
realidad humana en la que el amor de Cristo nos urge a encarnarnos. Se nos
ofreció entonces a los Obispos un rico conjunto de realidades, análisis,
experiencias y reflexiones que nos ayudaron a proponer nuestro magisterio
orientando y animando la presencia evangelizadora de la Iglesia en este mundo
del trabajo.
10.-Posteriormente, el Manifiesto
publicado por el Departamento de Pastoral Obrera, en 2004, con ocasión del X
aniversario de la publicación de aquel primero, nos seguía insistiendo en la
necesidad de reconocer la existencia del conflicto social. Hoy, veinte años
después, es conveniente seguir mirando con detenimiento, y con misericordia
entrañable esa realidad, mirar a los hombres y mujeres del trabajo, ver cuáles
son sus esperanzas y sus gozos, sus sufrimientos y luchas; una mirada que nos
permita actualizar en las nuevas circunstancias una propuesta pastoral para
toda la Iglesia.
11.-Queremos invitaros de nuevo a
recorrer un camino de mirada y misericordia entrañable, que nos lleve a
transitar senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida de
los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. Queremos invitar a
nuestras comunidades diocesanas, a las delegaciones y secretariados de pastoral
obrera y del trabajo, a los movimientos apostólicos especializados en el mundo
obrero, a las parroquias, comunidades, congregaciones religiosas presentes en
estos ámbitos de evangelización, a mostrar desde su cercanía encarnada el
rostro sufriente de Cristo que nos sigue preguntando ¿Dónde está tu hermano?
12.-Queremos hacer llegar a todos los
trabajadores y sus familias nuestra solidaria y fraterna cercanía; de modo
especial a quienes son víctimas de accidentes laborales y enfermedades
profesionales, a quienes han perdido el trabajo sin esperanza de recuperarlo, a
quienes lo tienen que realizar en condiciones precarias o injustas, a quienes se
ven atrapados en la espiral de la economía sumergida, informal y sin derechos;
a los jóvenes a los que se les niega el trabajo y que les lleva a afrontar con
desesperanza un futuro laboral cargado de incertidumbre; a las mujeres que se
ven tantas veces discriminadas en el trabajo por su propia condición, a los
migrantes forzados a abandonar sus familias y hogares en busca de un trabajo
que les permita vivir con dignidad.
13.-El proceso de mirada a la realidad
que os invitamos a iniciar es la mejor manera de celebrar este aniversario del
documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Desde vuestra experiencia y
reflexión podremos proponer mejor nuevas orientaciones que nos ayuden a
realizar la misión evangelizadora de la Iglesia en medio del mundo obrero. Al
Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS le encomendamos animar y coordinar
este proceso a lo largo de este curso, que pueda ofrecernos este necesario
punto de partida.
14.-Os animamos a seguir transparentando
con vuestra vida el Amor misericordioso de Dios a todos los que sufren, y a
seguir ofreciendo la salvación de Jesucristo a todos nuestros hermanos del
trabajo.
Por: Comisión Episcopal de Apostolado Seglar | Fuente:
www.accioncatolicageneral.es
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