Jueves después de Ceniza. ¿A quién
dirigimos el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo?
Reflexionar es una conversión que no
debe ser solamente una conversión exterior, sino que debe ir sobre todo hacia
la conversión del corazón. La conversión del corazón que viene a ser el núcleo
de toda la Cuaresma, es vista por la Escritura, como un momento de elección por
parte del hombre que debe dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A quién dirigimos
el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo? En este período en el cual la
Iglesia nos invita a reflexionar más profundamente tenemos que preguntarnos:
¿Hacia dónde voy yo?
En la primera lectura Dios pone delante del pueblo de Israel el bien y el mal,
diciéndole que puede elegir, decir a quién quiere servir, qué quiere hacer de
su vida. Tú también vas a decidir si quieres vivir tu vida amando al Señor tu
Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a Él, o vas a tener un corazón que se
resiste. Es en lo profundo de nuestra intimidad donde acabamos descubriendo
hacia quién estamos orientando nuestra vida.
La Escritura nos habla por un lado de un corazón que se resiste a Dios y por
otro lado de un corazón que se adhiere a Dios. Mi corazón se resiste a Dios
cuando no quiero ver su gracia, cuando no quiero ver su obra en mi vida, cuando
no quiero ver su camino sobre mi existencia. Mi corazón se adhiere a Dios,
cuando en medio de mil inquietudes, vicisitudes, en medio de mil circunstancias
yo voy siendo capaz de descubrir, de encontrar, de amar, de ponerme de delante
de Él y decirle: "aquí estoy, cuenta conmigo".
Jesús en el Evangelio nos presenta esta elección, entre resistencia del corazón
y la adhesión del corazón como una adhesión por Él o contra Él: "El que
quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue su cruz cada día y se venga
conmigo." Una conversión que no es solamente el cambiar el comportamiento;
una conversión que no es simplemente el tener una doctrina diferente; una
conversión que no es buscarse a sí mismo, sino seguir a Jesucristo. Esta es la
auténtica conversión del corazón.
Jesús pone como polo opuesto, como manifestación de la resistencia del corazón
el querer ganar todo el mundo. ¿Qué prefieres tú? ¿Cuál es la opción de tu
vida, cuál es el camino por el cual tu vida se orienta, ganar todo el mundo si
no te ganas a ti mismo?, pero si has perdido a base de la resistencia de tu
corazón lo más importante que eres tú mismo, ¿cómo te puedes encontrar?.
Solamente te vas a encontrar adhiriéndote a Dios.
Deberíamos entrar en nuestra alma y ver que estamos ganando o qué estamos
perdiendo, a qué nos estamos resistiendo y a quién nos estamos adhiriendo. Este
es el doble juego que tenemos que hacer y no lo podemos evitar. Nuestra alma,
de una forma u otra, se va a orientar hacia adherirse a Dios, automáticamente
está construyendo en su interior la resistencia a Dios. El alma que no busca
ganarse a sí misma dándose a Dios, está automáticamente perdiéndose a sí misma.
Son dos caminos. A nosotros nos toca elegir: "Dichoso el hombre que confía
en el Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida
por el viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos
acaban por perderlo": ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un
camino de seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar
conmigo, de los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?
Por: P. Cipriano Sánchez LC
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