Sólo el enfermo que descubre su mal acude al médico. Sólo quien reconoce sus miserias invoca a Dios para pedir misericordia. |
Hay momentos en los que miramos, en serio, el fondo
de nuestras almas. Descubrimos, entonces, luces y sombras, generosidad y
egoísmo, justicia y traiciones. Las zonas claras no eliminan el peso y la
pena que nos produce descubrir zonas oscuras.
Al ver zonas negativas, al reconocer nuestro pecado, sentimos una pena
intensa. Surge un sincero sentimiento de vergüenza. Hacemos propias palabras
como las escritas por un Papa, Pablo VI, desde lo más íntimo de su corazón,
al reconocer que su vida estaba "cruzada por una trama de míseras
acciones, que sería preferible no recordar, son tan defectuosas, imperfectas,
equivocadas, tontas, ridículas (...). Pobre vida débil, enclenque, mezquina,
tan necesitada de paciencia, de reparación, de infinita misericordia"
(Pablo VI, "Meditación ante la muerte").
Sí: hay hechos que quisiéramos no recordar. Hay cobardías que nos apartaron
del hermano. Hay avaricias que impidieron a nuestras manos compartir el pan y
el dinero con quien lo necesitaba verdaderamente.
Cuando el dolor es sincero y sano, cuando llega a ser un arrepentimiento
auténtico y humilde, somos capaces de abrir el alma y presentarla a un Dios
que desea simplemente una cosa: derramar en nosotros el bálsamo de su
misericordia.
Entonces caminamos desde la vergüenza hacia el perdón. Sólo el enfermo que
descubre su mal acude al médico. Sólo quien reconoce sus miserias invoca a
Dios para pedir, de rodillas, misericordia.
La respuesta del Padre, lo sabemos, es una: su Hijo en una Cruz que perdona
los pecados, que destruye egoísmos, que supera injusticias, que devuelve paz
a los corazones, que abre las puertas de los cielos en el sacramento de la
confesión.
Con su Sangre derramada quedan borrados los pecados del mundo. Basta
simplemente con ponerse, como mendigos de misericordia, a sus pies, para
decirle: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" (Lc 18,13).
Autor: P. Fernando Pascual LC
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
domingo, 11 de enero de 2015
De la vergüenza al perdón
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