Los Sacramentos, lo que
la Iglesia Celebra
Signos sensibles y eficaces de la
gracia, instituidos por Jesucristo para santificar nuestras almas, y confiados
a la Iglesia para su administración.
Los sacramentos son los canales a través de los cuales Dios nos ofrece la
salvación de su Hijo Jesucristo, a través de la Iglesia.
Es más, el principal sacramento de Dios es Jesús. Decimos esto porque en Jesús,
Dios se manifestó plenamente, tal como Él es. Conociendo a Jesús, conocemos a
Dios mismo. Jesús es signo de Dios.
Después de la resurrección de Jesús y su ascensión a los cielos, Él desaparece
de manera física entre los hombres. Sin embargo, quiso prolongarse y vivir en
una pequeña comunidad de creyentes, que lo reconocen como el único Señor y se
reúnen en su Nombre para glorificar a Dios. Esa comunidad se consolida el día
de Pentecostés. Esta comunidad es la que hoy llamamos Iglesia, palabra que
significa asamblea.
La Iglesia llega a ser también signo, sacramento de la presencia de Jesús en el
mundo de hoy, como Salvador de los hombres. Es decir, la Iglesia es el signo
visible e histórico a través del cual Jesús sigue ofreciendo y obrando con su
presencia gloriosa la salvación de los hombres. Todo lo que hace y dice la
Iglesia no tiene otro fin que el de significar y realizar, directa o
indirectamente, la salvación de Cristo.
Pero, ¿cómo lleva a cabo la Iglesia esta maravillosa obra de salvación?
La Iglesia echa mano de ciertas acciones, signos, a través de los cuales Jesús
sigue haciéndose presente en medio de nosotros. Se les ha llamado sacramentos.
Son signos y gestos que dan al hombre la oportunidad de encontrarse con
Jesucristo, desde el nacimiento hasta su muerte.
Los siete sacramentos aparecen en siete momentos que representan la totalidad
de la vida humana; y en esos momentos es cuando Jesús quiere entrar en el
hombre a través de los siete sacramentos.
Cada uno de estos momentos en los cuales Jesús se hace presente, son vividos
por nosotros como una verdadera fiesta; siendo los momentos cruciales de
nuestra vida, Él se hace presente. Pero no hay fiesta, cuando uno está solo. En
una fiesta no hay lugar para “el cada uno para sí”. Tampoco en los sacramentos.
Éstos son signos de vida, de amor, de unidad. Son signos comunitarios; en ellos
se expresa toda la comunidad de creyentes como en una realidad: un pueblo
salvado que se une con alegría a su Señor en la fe, la esperanza y el amor.
Así definiríamos los sacramentos: son signos sensibles y eficaces de la
gracia, instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para santificar nuestras
almas, y confiados a la Iglesia para su administración.
Cuáles son los sacramentos
Son siete:
1) Bautismo: Dios nos da su vida divina, la entrada a la
Iglesia católica y nos hace partícipes de Cristo Profeta, Rey y Sacerdote, y
herederos del cielo.
2) Confirmación: Dios nos confiere la madurez espiritual para
la lucha y nos capacita para ser apóstoles de Cristo y testigos de su palabra.
3) Comunión: Dios nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de su
Hijo Jesucristo y nos hace crecer en la caridad.
4) Penitencia: Dios nos perdona, por intermedio del sacerdote,
nuestros pecados y nos ayuda a vencer las tentaciones.
5)Unción de enfermos: Dios nos ofrece este sacramento para
prepararnos a afrontar con confianza el momento de la enfermedad y de la
muerte, confortándonos en el sufrimiento y sosteniéndonos en las tentaciones
finales, y así prepararnos para mirar con gozo la eternidad.
6) Orden Sacerdotal: Dios ofrece este sacramento a hombres
varones a quienes Él ha elegido para servir a la comunidad creyente, como
ministros sagrados y administradores de sus misterios.
7) Matrimonio: Dios regala este sacramento a hombres y mujeres
que sienten la llamada a formar una familia y así perpetuar la especie humana.
El sacramento del matrimonio es signo eficaz del amor esponsal que Cristo tiene
hacia su Iglesia.
Santo Tomás de Aquino resume así la necesidad de que sean siete los sacramentos
por analogía de la vida sobrenatural del alma con la vida natural del cuerpo:
por el bautismo se nace a la vida espiritual; por la confirmación crece y se
fortifica esa vida; por la eucaristía se alimenta; por la penitencia se curan
sus enfermedades; la unción de los enfermos prepara a la muerte, y por medio de
los dos sacramentos sociales –orden sagrado y santo matrimonio- es regida la
sociedad eclesiástica y se conserva y acrecienta tanto en su cuerpo como en su
espíritu.
Por: P. Antonio Rivero LC
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