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Lucas 11, 1-4. Tiempo Ordinario. Recemos el Padrenuestro, No dudemos de
repetirlo en nuestros corazones siempre.
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Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4
Un día Jesús estaba orando y cuando terminó, le dijo uno de sus
discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos». El
les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu
Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados
porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes
caer en tentación».
Oración introductoria
Señor, te damos gracias por enseñarnos a orar, por dejarnos tu oración,
porque gracias a ella pedimos las gracias que necesitamos. Danos ese amor por
la oración y que sigamos tu ejemplo de siempre orar antes de actuar.
Petición
Padre, dame la gracia de apreciar la oración que Cristo nos enseñó, el
Padrenuestro y así pedirte lo que de verdad necesito.
Meditación del Papa Francisco
Para rezar no hay necesidad de hacer ruido ni creer que es mejor derrochar
muchas palabras. No podemos confiarnos al ruido, al alboroto de la
mundanidad, que Jesús identifica con “tocar la tromba” o “hacerse ver el día
de ayuno”. Para rezar no es necesario el ruido de la vanidad: Jesús dijo que
esto es un comportamiento propio de los paganos. La oración no es algo
mágico; no se hace magia con la oración; esto es pagano.
Entonces, ¿cómo se debe orar? Jesús nos lo enseñó: Dice que el Padre que está
en el Cielo "sabe lo que necesitáis, antes incluso de que se lo
pidáis". Por lo tanto, la primera palabra debe ser "Padre".
Esta es la clave de la oración. ¿Es un padre solamente mío? No, es el Padre
nuestro, porque yo no soy hijo único. Ninguno de nosotros lo es. Y si no
puedo ser hermano, difícilmente puedo llegar a ser hijo de este Padre, porque
es un Padre, con certeza, mío, pero también de los demás, de mis hermanos. (Cf.
S.S. Francisco, de 2013, homilía en Santa Marta)
.
Reflexión
Muchas veces he contemplado la escena de una madre en la iglesia. Ella
arrodillada, después de la comunión tiene a un lado a su hijito. Éste de
repente la interrumpe con una pregunta: Mami, ¿qué estás haciendo? La
respuesta no se hace esperar: Rezar, hijito. Si esto sucede dentro de una
familia, ¿qué no habrá pasado en el grupo de los apóstoles?
Los apóstoles habrán visto rezar muchas veces a Cristo. Les ha cautivado su
manera de relacionarse con su Padre. Por eso, cansados de sólo ver, le hacen
la pregunta del millón: "¿puedes enseñarnos a orar como lo hizo Juan con
sus discípulos?" ¡Qué gracia hemos tenido con esa respuesta! ¡Poder
hablar con Dios de forma directa y llamándolo "Padre".
Aprendamos a apreciar esa oración que Cristo nos enseñó. Es de un mensaje
inigualable porque con ella podemos hablar a Dios pidiéndole lo que más
necesitamos: "danos pan, perdónanos, no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal". No tengamos miedo de repetirla en nuestros corazones
en los momentos de dificultad. En ella está la paz del alma. Es un pequeño
sacrificio, pero vale la pena aprender a orar.
Propósito
Hoy rezaré el Padrenuestro despacio, sin prisa, pensando en cada palabra, y
que sea la oración más importante de mi día...y de mi vida.
Autor: P Juan Pablo Menéndez
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
miércoles, 8 de octubre de 2014
Jesús enseña el Padrenuestro
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