La señal de la cruz es la oración básica del
cristiano, lo primero que un niño o un converso aprende en la catequesis.
En esta oración tan breve y tan simple se resume todo el credo y para
muchos hombres y mujeres profundamente contemplativos ha sido su oración
preferida.
¿Qué significa la señal de la cruz?
La cruz es la señal de los cristianos: significa el triunfo de Jesús sobre
el pecado; es el símbolo de la redención que Jesucristo obtuvo para
nosotros con su sangre. Su pasión de amor por el hombre le llevó a dar la
vida para que tuviéramos vida en abundancia: "Nadie me la quita, soy
yo quien la doy por mí mismo" (Jn 10,18) Como manso cordero llevado al
matadero, Jesús soportó en la cruz el extremo del dolor físico y moral para
abrirnos las puertas del cielo.
Cuando nos marcamos con la señal de la cruz estamos diciendo: Yo soy
seguidor de Jesucristo, creo en Él, le pertenezco. Así como
los seguidores del Anticristo tendrán su marca (cfr. Ap 14,9), así el
bautizado lleva un sello indeleble en su alma y lo muestra exteriormente con
la cruz.
Deja que la Virgen María tome tu mano y te guíe al santiguarte
Después de lo que vivió María en el Calvario, Ella será la mejor maestra
para todo cristiano que quiera santiguarse con todos los cinco sentidos. A
mí me ha ayudado contemplar la pasión de Cristo desde el corazón de la
Virgen María, pidiéndole que al hacer la señal de la cruz tome Ella mi mano
y me enseñe a revivir con ese gesto sencillo el momento supremo de nuestra
redención.
Este texto de Santa Brígida puede servir de inspiración mientras
contemplamos a Cristo Crucificado de la mano de la Virgen María:
"Déseos toda honra, Señora mía Virgen María, que con dolor visteis
a vuestro Hijo hablaros desde la cruz, y con vuestros benditos oídos
afligidamente lo oisteis clamar al Padre en la agonía de la muerte, y
entregar en sus manos el alma. Alabada seáis, Señora mía Virgen María, que
con amargo dolor visteis a vuestro Hijo pendiente en la cruz, lívido desde
el extremo de la cabeza hasta la planta de los pies, rubricado con su
propia sangre y tan cruelmente muerto; y con suma amargura mirasteis
traspasados sus pies y manos, y su glorioso costado, y todo su cuerpo
destrozado sin ninguna misericordia.
"Bendita seáis Vos, Señora mía Virgen María, que con vuestros ojos
bañados en lágrimas visteis bajar de la cruz a vuestro Hijo, envolverlo en
el sudario, ponerlo en el sepulcro y ser allí custodiado por los soldados.
Bendita seáis Vos, Señora mía Virgen María, quetraspasado vuestro corazón
con un profundo y amarguísimo dolor, fuisteis apartada del sepulcro de
vuestro Hijo, y llena de pesar conducida por vuestros amigos a casa de
Juan, donde al punto sentisteis alivio a vuestro gran dolor, porque sabiais
positivamente que pronto había de resucitar vuestro Hijo." (Sta.
Brígida de Suecia, "Revelaciones", Libro 12, Oración)
En el nombre...
Al hacer la señal de la cruz sobre nuestro cuerpo, diciendo: "En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén" nos
estamos comprometiendo a obrar en el nombre de Dios. Dios
reveló su nombre a Moisés; el nombre de Dios es "Yo soy el que
soy" (Éxodo 3,13). Y le dijo: "Yo soy el Dios de tus padres"
(Éxodo 3,6) y "Yo estaré contigo" (Éxodo 3,12) De estas tres
expresiones concluimos que Dios abarca nuestro pasado, nuestro presente y
nuestro futuro. Quien actúa en el nombre de Dios está afirmando que tiene
la certeza de que Dios le conoce, le acompaña, le sostiene y permanecerá
siempre a su lado.
Cuando en la oración pedimos algo en el nombre de Jesús, nos
estamos uniendo a la oración de Cristo, con la seguridad de que el Padre
escucha a su Hijo. "Todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré." (Juan 14, 13-14) Y si lo que
pedimos es conforme a su voluntad, podemos confiar en que nuestra súplica
será escuchada: "En esto está la confianza que tenemos en él: en que
si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha.Y si sabemos que nos
escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que hayamos
pedido.."(1 Juan 5,14-15) Y a veces nos concede no sólo lo que le
pedimos sino incluso lo que deseamos, que Él conoce bien. Esta fue la
experiencia de san Pedro aquella mañana en el lago tras una noche de pesca,
cuando Jesús le mostró dónde encontrarlos. Pedro le dijo: «Maestro, hemos
estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu Nombre,
echaré las redes. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de
modo que las redes amenazaban romperse».
Mañana seguiré con este artículo, explicando para qué hacer la señal de la
cruz y cuándo hacerla.
Autor: P. Evaristo Sada LC
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siempre el autor y la fuente www.la-oracion
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