Se han ido con un equipaje, lleno de todo aquello que con amor les fuimos
transmitiendo, en su corazón y en su mente.
Hoy Jesús, traigo nostalgia en el alma.
Hoy Jesús, mis ojos traen vaho de lágrimas, porque hay demasiado silencio en mi
casa y he venido aquí para que postrándome a tus plantas sienta el consuelo de
tu entrega, también de tu desprendimiento a tantas cosas con la única
resolución de hacer la voluntad de tu Padre. Y me detengo un momento a pensar
...¡ cómo hiciste el corazón de la mujer, como hiciste el corazón de las
madres!. Y hoy te vengo a contar todos mis pensamientos, sentimientos y
nostalgias....
La mujer está en la política, en la ciencia, en la comunicación, pero su
esencia de mujer no la ha de perder así como tampoco su ternura, su
sensibilidad y el percibir las cosas de manera diferente al hombre. Esto tiene
relación con el hecho de cómo sentimos las madres cuando los hijos se van. Los
padres lo asumen de distinta manera y las horas fuera del hogar los distraen y
los confortan.
Las mujeres cuando nos convertimos en madres, pasamos por etapas diferentes: la
espera, los hijos pequeños, los hijos en la adolescencia, los hijos jóvenes y
cuando los hijos se van. Suena esto a título de película, pero esto es lo que
en estos momentos nos ocupa y atañe. Cuando los hijos se van.
Los hijos se van por diferentes motivos. Porque se casan, por el trabajo, por
lo estudios, en fin, por el motivo que sea, pero llega un tiempo en que se van.
Parece que aún oímos las risas, las conversaciones, las discusiones, el teclear
de la máquina de escribir o de la computadora ya muy entrada la noche para
entregar un trabajo al día siguiente en la Universidad. Un suéter, un zapato,
varios cuadernos dejados en el sitio más inverosímil de la casa... Sus
habitaciones no con el orden que hubiésemos deseado y que siempre pedimos
inútilmente, el retrato del novio o de la novia... Calor y color por todas
partes, ruido, música, VIDA.
La casa tuvo las habitaciones destinadas a ellos y se fueron transformando con
el paso de los años. Cuartos infantiles primero: muñecos de peluche en las
repisas y en el suelo, un elefante, una avestruz, una pelota, un barco, un
osito, una muñeca, un avión. Después... fotografías, póster, banderines del
equipo favorito, libros, revistas, etcétera. Movimiento de entradas y salidas,
llamadas telefónicas de larguísimas conversaciones... En los fines de semana el
vestido de noche sobre una silla y el silencio de un profundo sueño juvenil en
las mañanas de los domingos.
Esos cuartos ahora están vacíos. Muy en orden, con el orden que tantas veces
predicamos y que ahora nos duele. Quietos, callados. Entramos en ellos con
pasos quedos, quién sabe por qué y recorremos con la vista las camas con sus
colchas impecables, todos los rincones... todo está en orden, todo está bien.
Levantaron el vuelo. Se fueron del nido. Se fueron del nido que los cobijó por
años. Nosotros, sus padres, los enseñamos a volar y se fueron.
Van a volver pero nada será igual. Regresarán hombres y mujeres forjados en el
diario vivir. Con sus vidas propias y manejadas a su manera. Están comenzando
la más seria y profunda experiencia, igual que nosotros lo hicimos.
Tenemos que retirarnos de la presencia activa en sus vidas y pasar a ser la
parte contemplativa de sus existencias y sus proyectos. Se han ido con un
equipaje, lleno de todo aquello que con amor les fuimos transmitiendo, en su
corazón y en su mente. Muchas de "esas cosas" estarán dormidas hasta
que ellos sean padres... Llevan como escudo, para todos los infortunios que la
vida les depare, su fe en Dios y su amor a Él. Los forjamos en el deber y en el
afán de la excelencia para emprender toda clase de experiencias y sabrán dar
amor porque amor les dimos.
En el abrazo se llevan nuestro corazón, pero después abrimos los brazos y los
vemos partir...para que la VIDA los reciba.
Los recuerdos son de "otros tiempos". La nostalgia es el presente de
los cuartos vacíos.
Autor: Ma Esther De Ariño
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