"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 26 de enero de 2014

El Papa Francisco y la corrupción

Autora: Carolina Crespo Fernández

El Papa Francisco ha destinado unas de sus más duras palabras a los corruptos. Hoy, en los medios de comunicación social, el tema reiterativo es el de la corrupción; instituciones, políticos, personas corruptas que han perdido su razón de ser, servir a la sociedad, para servirse a ellos mismos. Los corruptos nunca se cuestionan a sí mismos, se creen autosuficientes, se sienten orgullosos de sus habilidades y su lema es "tonto el que no roba". El corrupto ha vendido su dignidad a cambio de actitudes tramposas y deshonestas, que consiguen aumentar su autoestima hasta el punto de que se creen poseedores de una "virtud". Eso sí, le tienen miedo a la verdad, a la luz, porque sus almas han adquirido características propias de reptiles que se arrastran. "Las luces del cuerpo son los ojos. Por eso, si ves con claridad, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si te faltan los ojos o si ellos están nublados, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Si, pues, la luz que hay en ti es tiniebla, ¡cuán grandes serán las tinieblas!".

Son muchas las instituciones que atraviesan una "corrupción moral"; esta corrupción es fruto de la corrupción individual, del corazón humano. "Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón". El corazón de los corruptos está esclavizado por la avaricia aunque se sientan libres y autosuficientes. Perciben su condición como natural, de ahí que ni siquiera tengan remordimiento, ya que tienen anestesiada su conciencia.
El corrupto procura mantener siempre la apariencia ("sepulcros blanqueados"), se muestra exquisito en sus modales para esconder sus malas costumbres. Trata siempre de justificarse al compararse con las personas con "unidad de vida", a las que consideran idiotas y anticuadas. Corrupción y desfachatez van siempre de la mano. Es tal la degeneración metafísica del corrupto que construye una falsa identidad que le hace sentirse triunfalista, que no triunfador, "Pecadores, sí; corruptos, no", S.S. Francisco.

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