"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 30 de septiembre de 2013

SCALFARI SÍ TIENE QUIEN LE ESCRIBA

Autor: Pablo Cabellos Llorente

            Han pasado más de cincuenta años desde que García Márquez publicó su novela "El Coronel no tiene quien le escriba",  narración de la historia de un militar jubilado que pasa sus días esperando la carta  anunciadora del cobro de una pensión jamás recibida. Por asociación de ideas, seguramente, he recordado el título de esta novela, al pensar en la carta escrita por el Papa Francisco al fundador del diario italiano La Repubblica, quien de algún modo había expresado la necesidad de respuestas en dos artículos publicados en su periódico haciendo al Papa un rimero de preguntas sobre la Fe a propósito de la encíclica Lumen Fidei. Sin embargo, tal vez Scalfari estuviera menos esperanzado en una respuesta, que llegó, que el Coronel de García Márquez siempre con la expectativa de una contestación nunca recibida.
        El Papa escribe sobre dos circunstancias que hacen necesario y fructífero el dialogo:  la primera  es la separación ente razón y fe derivada de que, a lo largo de los siglos de la modernidad, se produjo una paradoja: la fe cristiana, cuya novedad e incidencia sobre la  vida del hombre desde el principio han sido expresadas precisamente a través del símbolo de la luz, a menudo ha sido calificada como la oscuridad de la superstición que se opone a la luz de la razón. Así, entre la Iglesia y la cultura de inspiración cristiana por una parte, y la cultura moderna de carácter iluminista,  por otra, se ha llegado a la incomunicación. El Papa recuerda que ya el Vaticano II comenzó a romper esa distancia y agradece a Scalfari la oportunidad de diálogo que le ofrece alguien que se define como" un no creyente por muchos años, interesado y fascinado por la predicación de Jesús de Nazaret".
        La segunda circunstancia, para quien busca ser fiel al don de seguir a Jesús en la luz de la fe, viene del hecho de que este diálogo no es un accesorio secundario de la existencia del creyente: es en cambio una expresión íntima e indispensable. Permítame citarle una afirmación en mi opinión muy importante de la Encíclica: visto que la verdad testimoniada por la fe es aquella del amor –subraya– "está claro que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro". El creyente no es arrogante; por el contrario, la verdad lo hace humilde, consciente de que, más que poseerla nosotros, es ella la que nos abraza y nos posee. "Lejos de ponernos rígidos, la seguridad de la fe nos pone en camino, y hace posible el testimonio y el diálogo con todos" . Este es el espíritu que anima las palabras que le escribo.
        Francisco escribe mucho más, pero permítaseme detenerme aquí para subrayar, en primer lugar, el modo positivo con el que el Papa busca el encuentro en lo que, de momento, les une: la fascinación por Cristo. Sin renunciar en modo alguno a la fe de la Iglesia, es más, recordándola amablemente cuando es preciso, sale al encuentro de un muy conocido periodista, tanto por su trabajo como por su fama de anticlerical. Es una salida del Papa a las periferias de la fe, un ejemplo de cómo debemos acercarnos, con cariño y respeto a  quienes no profesan nuestra mismas creencias.
        Ya Juan Pablo II y Benedicto XVI buscaron ahondar en la primera de las citadas circunstancias, el distanciamiento entre fe y razón en base al pensamiento  en una Iglesia oscura y supersticiosa. Bastaría recordar el empeño mostrado por Juan Pablo II con la encíclica Fides et Ratio o extraer del enorme caudal del Papa Emérito el esfuerzo realizado en pro de esas justas relaciones en reiterados momentos que tal vez tienen su cumbre en los discursos pronunciados en la Universidad de Ratisbona, ante el Parlamento alemán, en el Colegio Des Bernardins de París y lo manifestado al Parlamento y sociedad británicos.
        Indudablemente, el empeño de Francisco no es nuevo pero lo es la forma. Si Scalfari ha tenido quien le escriba, además ha tenido un remitente absolutamente excepcional. Es la primera vez que un Papa se dirige a un periódico de forma directa. Y de ahí hemos de extraer consecuencias todos los católicos y cualquiera que prefiera el diálogo a la pedrada. Si Francisco habla de salir a las periferias, es muy útil, pero si él mismo lo hace tanto yendo al puerto de Lampedusa donde desembarcan muchos emigrantes ilegales -para denunciar "la globalización de la indiferencia"-, como escribiendo en un periódico de ese talante para tender puentes amables, seguro que algo hemos de cambiar en nosotros, en nuestro modo de acercarnos a la gente, en la manera de exponer positivamente la fe traída por Cristo.

        Ni el diálogo es un accesorio para el católico ni la fe que testimonia el amor puede ser intransigente. Ya escribió Benedicto XVI que no somos poseedores de la verdad sino que, todo caso, la verdad nos posee a nosotros y la ofertamos -saliendo a los caminos- desde la humildad, sin arrogancia, pero saliendo como hace Francisco. Dijo en Brasil que Cristo "no balconea".

JUSTICIA, DERECHO, PAZ

Autor: Pablo Cabellos Llorente
        Vamos a comenzar, una vez más, con la vieja definición de Ulpiano sobre el Derecho: dar a cada uno lo suyo, o por recordar los tres pilares en los que el jurista romano lo apoya: Honeste vivere, alterum non laedere, cuique suum tribuere -Vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada uno lo suyo. Me han venido a la mente estos sabios principios, ante el peligro de agrandar la ya triste guerra en Siria.

        El Papa Francisco no ha dudado un momento en oponerse a la intervención de Estados Unidos y ha convocado para el día en que escribo una jornada de ayuno y oración para rogar por la paz. Me he preguntado en cuál de las tres columnas se apoya el presidente Obama para intervenir en el citado país. ¿Es honesto intervenir sin ninguna autorización internacional en una nación que no es la propia? ¿Quién le ha dotado de tal capacidad? ¿Cómo se asegura que no daña a inocentes? ¿De qué modo decide el derecho que cada uno tiene a recibir lo suyo?

        En el famoso discurso de Benedicto XVI al Parlamento Federal de Alemania, afirmaba que la política debe ser un compromiso por la justicia para crear las condiciones básicas de la paz. Otra forma de actuar abriría la puerta a la desvirtuación del derecho y a la destrucción de la justicia. El Papa emérito citaba una frase fuerte de san Agustín: "Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue al Estado de una banda de bandidos?" Como era evidente, citaba el caso de su propio país en la época nazi.

        Justicia, Derecho y Paz son tres conceptos íntimamente unidos, pero ¿cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el verdadero derecho y el derecho sólo aparente? No sin razón, se hacía también estas preguntas el Papa Ratzinger, porque las respuestas son decisivas para la justicia y la paz. Es casi universal la protesta contra los deseos de Obama, pero ¿no hemos relativizado todo de tal modo que cada uno acaba haciendo, y dando por bueno, aquello que le es posible realizar?


        Contrariamente a lo que han hecho otras religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado. Cosa bien distinta han sido los estados confesionales. Desde la vinculación precristiana entre derecho y filosofía se inició un camino que lleva, a través de la Edad Media cristiana al desarrollo jurídico de la Ilustración, hasta la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Pero se ha perdido el Derecho Natural, considerado algo puramente católico y hasta vergonzoso en el propio término. ¿No estará ahí, en la propia naturaleza humana, la base del derecho a vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada uno lo suyo?

Los ángeles del cielo

Servidores de Dios y amigos de los hombres: así son los ángeles. 


¿Qué son los ángeles? Espíritus que contemplan a Dios y que viven en medio del misterio. Espíritus que participan de la alegría divina y colaboran en sus planes sobre los hombres débiles y necesitados de ayuda y protección.

Por eso los ángeles sufrirán, de algún modo que no podemos imaginar, al ver que hay corazones que se cierran al amor o pierden la esperanza. O se alegrarán profundamente cuando vean que otros corazones lloran por sus pecados e inician el camino del regreso al Amor de Dios.

El Evangelio nos habla de fiestas y gozo entre los ángeles por cada pecador convertido. Cada vida es importante para Dios, es observada por los ángeles, es bendecida de mil formas por compañeros celestes que nos invitan a soñar en el cielo que nos espera.

Dios desea que algunos ángeles intervengan en nuestras vidas. Por eso en la Biblia encontramos la narración de presencias angélicas. Especialmente bella resulta la salida de san Pedro de la cárcel, guiado por un ángel. Ya en la calle exclama fuera de sí: "Ahora me doy cuenta realmente de que el Señor ha enviado su ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos" (Hch 12,11).

Es muy conmovedora la historia de Tobit y de su hijo Tobías, a los que Dios envió el arcángel Rafael. Sólo al final, cuando Tobías ha podido contraer matrimonio con Sarra, y cuando Tobit ha recuperado la vista, los dos descubren que habían sido ayudados por un ángel.

El mismo Rafael les explica cómo había intervenido en sus vidas:

"Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba. También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tu nuera Sarra. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor" (Tb 12,12-15).

Rafael añade inmediatamente, para tranquilizar a sus amigos, estas palabras llenas de afecto: "No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar. Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios" (Tb 12,17-20).

Servidores de Dios y amigos de los hombres: así son los ángeles. Las palabras de Rafael nos llenan de alegría y esperanza. Con la ayuda angélica podemos descubrir el amor de Dios y recibir una fuerza concreta, oportuna, en tantas pruebas de la vida.

Por eso hemos de sentirnos invitados a dar gracias a Dios, porque no deja sin recompensa ningún gesto de amor que podamos ofrecer a los hermanos nuestros más necesitados. Porque nos envía, en ocasiones totalmente inesperadas, un ángel que rompa nuestras cadenas y nos lleve a descubrir lo inmensamente bello que es el Amor del Padre de los cielos.


Autor: P. Fernando Pascual LC.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Pedro Casquero Agundez

Carta que ha sido publicada en el Diario regional Hoy de 29 de Septiembre en su sección Obituario, página 27.

Para adaptarla al tamaño máximo admitido, como podrán comprobar, le ha cortado un par de párrafos, que si aparecen en esta que le reproduzco, al ser el original.



Nacido el diez de octubre de 1.951 en Puebla de Obando, pueblo extremeño, que se sitúa en el ámbito de las Sierras de Loriana y el Vidrio a mitad del camino entre las capitales de Cáceres y Badajoz.

Miembro de una familia integrada por cinco hermanos, a quienes siempre permanece unido y lo que le hace ser un gran hijo y un buen hermano. Desde edad temprana comienzan a resaltar sus virtudes y valores que poco a poco lo fueron curtiendo y hacen de él la gran persona, que los que lo hemos conocido, nos sentimos muy muy orgullosos de él.

En el año 1977 contrae Matrimonio con una gran Mujer, Isabel, quien más tarde fue un ejemplo como Esposa y  Madre, fruto de este matrimonio nacen sus dos hijos Conchi y Manuel, este último era un niño muy especial, por el que se desvivieron y fue todo un ejemplo de padres, como el de su hermana Conchi.

Cabe destacar la figura de la Madre, tranquila, fuerte, alegre y entregada plenamente a su hijo Manuel, demostrando una gran capacidad de trabajo. Dios quiso llevárselo en plena juventud, lo que hoy le hará estar al lado de su Padre.

Hace un año su hija Conchi le hizo abuelo, mayor felicidad imposible, estaba pletórico con su linda Nieta.

Su carrera profesional se desarrolla en el Complejo Hospitalario Infanta Cristina, comenzando en el año 1976,  done destaca de principio a fin, es un trabajador incansable, para el no existía horario, cuantas veces en mis guardias localizadas como Informático, he ido a las cinco o las seis de la mañana y allí estaba Pedro trabajando, así y  desde hace ya muchos años, ocupaba el puesto de Jefe de Servicio de Contabilidad, puesto ganado a base de trabajo y de tesón, y no haber abandonado jamás su formación.

Era un hombre muy muy querido por todos los integrantes del Complejo Hospitalario.

Espero y deseo que el Servicio Extremeño de Salud, aun cuando sea a título póstumo,  sepa premiar y distinguir de alguna manera, su entrega total a esa Institución.

Llevaba también la administración de la Farmacia de la Madre de otro gran Amigo, Javier Blanco, desgraciadamente también fallecido. Las cuatro o cinco personas que integran la plantilla de esa Farmacia, lo han querido siempre y lo tenían como algo muy suyo, muy en especial Leonor la joven Farmacéutica a la que él le tuvo siempre, un cariño muy especial, cierto es, que con todo merecimiento.

Pedro tenia, grandes virtudes y valores, entre lo que solo voy a destacar aquellas que de una manera notoria, a todos nos han llamado la atención.

Su humildad, su bondad y algo que sobresalía por encima de todo, era su gran afán de ayudar a los demás, pero sin aspavientos, de una manera lo más silenciosa posible, eso sí, sin escatimar esfuerzo, por ayudar al que fuera, esto fue siempre digno del mayor elogio.

Pedro siempre tenía una sonrisa para regalar, ante cualquier adversidad, siempre sabia sacarle la parte positiva, su carácter tranquilo, su inmensa bondad, hacían sentirte seguro a su lado.

Ese afán de ayudar, se manifestaba también, cuando alguien tenía algún problema y llevado por esa confianza, que todos tenían en él, se le consultaba y el siempre respondía “tranquilo que todo tiene solución”  sus sabios, tranquilos y acertados consejos, te obligaban a ver las cosas de otra manera.

La muerte repentina,  estando de vacaciones en Marbella, concuerda con su humildad, su sencillez y el querer hacer las cosas en silencio, pues como digo, hasta su muerte ha sido así. ¡¡Qué gran persona se nos ha ido!!  ¡¡Qué gran Esposo!! ¡¡Qué gran Padre!! ¡¡Qué gran Abuelo!! Y para mí, ¡¡Inmejorable amigo!!

Su muerte, nos ha quedado a todos aturdidos, con un inmenso dolor, era tan gran hombre, tan inmejorable persona, que deja tal vacío en nuestros corazones,  imposible de volver a llenar.

Decía yo en una carta que le dirigí, al día siguiente de su muerte: “Si pudiéramos hacer una escalera con todas las personas a las que has ayudado, llegaríamos al Cielo.

Pero a Dios no le hace falta la escalera y ya te tiene a su lado y junto a su hijo Manu, a quien tanto quiso, desde aquí, donde tantísimas veces hemos estado juntos y mirando hacia arriba solo me resta enviarte un gran abrazo de todos los que le hemos conocido y decirte: ¡¡¡Pedro seguiremos siendo amigos!!! “

Manuel Murillo Garcia

¡Madre, danos tu mirada!

¡Llevemos al corazón de Dios a través de María, toda nuestra vida, cada día! 
Autor: SS Francisco.


Fragmento de la homilía del Papa Francisco en la Santa Misa en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria. 22 septiembre 2013 


En (Cfr. Hc 1, 12-14) nos muestra a María en oración en el Cenáculo, junto a los Apóstoles, en espera de la efusión del Espíritu Santo (Cfr. Hc 1, 12-14). María reza, reza junto a la Comunidad de los Discípulos y nos enseña a tener plena confianza en Dios, en su misericordia. ¡La potencia de la Oración! No nos cansemos de llamar a la puerta de Dios. ¡Llevemos al corazón de Dios a través de María, toda nuestra vida, cada día!

Jesús nos confía a la custodia materna de su Madre, en cambio, en el Evangelio, acogemos sobre todo la última mirada de Jesús hacia su Madre. Desde la cruz, Jesús mira a su Madre y a ella le confía el Apóstol Juan, diciendo: "Éste es tu Hijo". En Juan estamos todos, también nosotros, y la mirada de Amor de Jesús nos confía a la custodia materna de su Madre. María habrá recordado otra mirada de Amor, cuando era una jovencita: la mirada de Dios Padre, que había mirado su humildad, su pequeñez. María nos enseña que Dios no nos abandona, puede hacer grandes cosas también con nuestra debilidad. ¡Tengamos confianza en Él! Llamemos a la puerta de su corazón.

Encontremos la mirada de María, porque allí está el reflejo de la mirada del Padre que la hace Madre de Dios, y la mirada del Hijo desde la cruz, que la hace Madre nuestra. Y con aquella mirada hoy María nos mira. 

Tenemos necesidad de su mirada de ternura, de su mirada materna que nos conoce mejor que cualquier otro, de su mirada llena de compasión y de cuidado. María, hoy queremos decirte: ¡Madre, danos tu mirada! Tu mirada nos lleva a Dios, tu mirada es un don del Padre bueno, que nos espera en cada encrucijada de nuestro camino. Es un don de Jesucristo en la cruz, que carga sobre sí nuestros sufrimientos, nuestras fatigas, nuestros pecados. Y para encontrar este Padre, lleno de amor, hoy le decimos: ¡Madre, danos tu mirada! Lo decimos todos juntos: ¡Madre, danos tu mirada!

En el camino, muchas veces difícil, no estamos solos, somos tantos, somos un pueblo, y la mirada de la Virgen, nos ayuda a mirarnos entre nosotros de modo fraterno. ¡Mirémonos de un modo más fraterno! María nos enseña a tener esa mirada que busca acoger, acompañar, proteger. ¡Aprendamos a mirarnos, los unos a los otros, bajo la mirada materna de María! Hay personas que instintivamente no tenemos en cuenta, y que sin embargo tienen más necesidad: los más abandonados, los enfermos, aquellos que no tienen de qué vivir, aquellos que no conocen a Jesús, los jóvenes que están en dificultad, que no tienen trabajo. No tengamos miedo de salir y mirar a nuestros hermanos y hermanas con la mirada de la Virgen. Ella nos invita a ser verdaderos hermanos. Y no permitamos que alguna cosa o alguno se interponga entre nosotros y la mirada de la Virgen.

¡Madre, danos tu mirada! ¡Que ninguno nos esconda tu mirada! Nuestro corazón de hijos sepa defenderla de tantas palabras que prometen ilusiones; de aquellos que tienen una mirada ávida de vida fácil, de promesas que no se pueden cumplir. Que no nos roben la mirada de María, que está llena de ternura. Que nos da fuerza, que nos hace solidarios entre nosotros. Digamos todos: ¡Madre, danos tu mirada!

sábado, 28 de septiembre de 2013

El dolor es un reloj

La explicación del dolor, el porqué de la enfermedad, la incógnita del sufrimiento es una: el amor. 


El dolor es un reloj. Es algo lleno de ingenio que sirve para partir el tiempo en una enormidad de trozos pequeños, muy pequeños. Es algo realmente útil, porque con sus dos agujas divide las horas de alegría y las de abatimiento. El dolor puede ser muy perjudicial, si no se vive bien. El dolor es mágico, porque una hora puede transformarse en sesenta minutos de aflicción o en segundos de dicha. 

Examinemos algunos relojes que han dado la hora correctamente. Algunos, al inicio, se retrasaron. Pero después han funcionado con la fidelidad del cuarzo. No podría valorar el precio de estos quilates... 

Recuerdo el testimonio del doctor Vallejo-Nágera. Le habían diagnosticado una úlcera de duodeno. Le hicieron volver todos los lunes. Después de una revisión más profunda, le dijeron:-Tienes un cáncer de la cabeza del páncreas-. 
-¿Es operable?
-Por la metástasis en el hígado no lo juzgamos conveniente.
-¿Y quimioterapia?
-Lo hemos consultado y no hay ninguna adecuada.
¿Entonces?
-Esto puede durar unos meses... Podrás llevar una vida de cierta actividad en este tiempo.

Días después mandaron el expediente a Houston, para mayor tranquilidad. No había nada que hacer. Juan Antonio continúo su vida normal, pero en otra dimensión. Hacía menos cosas, pero mejor, con más gravedad. 

Un periodista y amigo suyo recogió el siguiente testimonio: "Religiosamente estaba un poco descuidado. Tenía una buena formación, pero con una práctica moderada. Y, sin embargo, sin ningún mérito por mi parte. Al oír eso del cáncer me vino instantáneamente una gran serenidad y pensé: Dios mío, muchas gracias, me has mantenido hasta los sesenta y tres años con una vida sumamente agradable; he tenido ocasión de situar a mis hijos; ya está casada la menor; no me queda nada importante en la vida por resolver y has hecho el favor de avisarme". 

Otro reloj. Es el caso de "Lolo". ¿Quién sabe si en unos años no lo invocaremos como San Lolo Garrido? Su historia es muy luminosa. A los 22 años, recién terminados sus estudios de magisterio, una enfermedad comenzó a paralizar su cuerpo. Sus días transcurrían en una silla de ruedas. Le entró una fiebre literaria: leía libros y devoraba artículos. Escribió. Cuando se le paralizó la mano derecha, aprendió a escribir con la izquierda. Al perder incluso la sensibilidad en ésta, pidió que la amarraran una pluma a su mano insensible con una cuerdita. Quería seguir escribiendo. Lolo no perdía el buen humor: "Señor, ahí tienes mi pila de revistas. Y si no te valen, que los ángeles las vendan como papel de envolver".

Luego la enfermedad le llegó a los ojos. Al quedar ciego, grababa sus libros. En los últimos 10 años de su vida publicó nueve libros. Su testimonio constituye un canto a la dignidad del dolor y del sufrimiento. Estoy seguro que estas palabras le acompañaron en la cabecera de su lecho de dolor e iluminaban más su alma que las miradas de los visitantes. Estas frases bien valen un marco o una estatua: "¡Señor, líbrame de esta tentación de apreciar el tiempo de la enfermedad como un período estéril y sin valor! Una vida de enfermo no es una vida fracasada. Aceptar mi enfermedad, ofreceros alegremente mi sufrimiento, esto no demanda más que un momento".

La silla de ruedas, la cama. El misterio de encontrarse con uno mismo. El dolor, la enfermedad valen no tanto por lo que quitan, sino por lo que dan.

El dolor es un misterio, como la misma vida de las personas. Nunca lograremos explicarnos totalmente a nosotros mismos, nunca nos comprenderemos. La explicación del dolor, el porqué de la enfermedad, la incógnita del sufrimiento no es una respuesta abstracta. Yo sólo encuentro una: el amor.

No cabe duda de que la enfermedad y el sufrimiento siguen siendo un límite y una prueba para la mente humana, algo así como un tapón para el corazón. Sin embargo, quienes lo han vivido han aumentado su estatura humana.

Todos sufrimos y de muy diversas maneras. La enfermedad y las dolencias se compran en cualquier rincón de nuestro mundo. Uno sufrirá un infarto, otro un cáncer. A alguna la nostalgia y el desaliento le enredarán entre sus telarañas. Los que sigamos, nos haremos viejos. Nos dolerá la espalda, perderemos la memoria... Pero la paz y la vida están seguros. Un Hombre ha roto la piedra del sepulcro y ha dado sentido a la vida. Desde ese momento se han sincronizado todos los "relojes".


Autor: Marcelino de Andrés y Juan Pablo Ledesma

viernes, 27 de septiembre de 2013

En el mundo… el dolor del hombre

Jesús, te quedaste en la Eucaristía, ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay! 


Hoy hay sombras en la Capilla...quizá sea porque está atardeciendo...

Tu, Jesús, estás como siempre, silencioso en tu eterna espera....pero tienes el oído atento para todo el que llega, para todo el que te quiere decir algo....penas, anhelos, sueños, alegrías y tristezas....Tu corazón abierto está para quién a ti llega....y yo se que te quedaste ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!

En muchas ocasiones este dolor es provocado por el hombre mismo: terrorismo, rencores, odios, venganzas, ambiciones, ansias de poder con el juego sucio y mal intencionado que no se detiene ante nada y llega hasta el crimen... niños que desean vivir y nunca lo harán. Siembra de dolores que parecería no tener límites...

Pero también el hombre sufre por enfermedades incurables y por cataclismos de la naturaleza: terremotos, tifones, lluvias torrenciales que desbordan ríos y rompen presas, fuegos que empiezan por una chispa y se incrementan destruyendo todo lo que alcanza y esto podría ser una lista interminable de dolor y de muerte que constantemente vemos que hay sobre la tierra.

Y el hombre, todos nosotros, Señor, nos preguntamos ¿por qué?

Y esta es una pregunta difícil de contestar...

En silencio te miro Jesús, cierro los ojos y espero...

Pienso en este Planeta donde vivimos... él es como es....tiene nieves que se desploman y forman aludes, tiene lluvias que desbordan ríos, tienen vientos que por circunstancias atmosféricas se convierten en ciclones, tiene movimientos telúricos de acomodación de su corteza terrestre que a veces son sismos catastróficos y mortales, tiene volcanes que están activos y de hecho han llegado a hacer erupción destruyendo a ciudades enteras.

En ese vaivén de acontecimientos vivimos desde que apareció el hombre sobre el planeta Tierra y sabemos que nuestra existencia está sobre la fragilidad de lo que es hoy y mañana no. 

Pero para todos los sufrimientos hay una luz en el túnel negro y angustiante del dolor... y tu, mi Señor, me lo estás diciendo: Esa luz está en el misterio de tu Cruz. Tu Cruz permanecerá mientras el mundo gire. 

¿Podrías tu Señor, digamos justificarte ante la Historia del hombre, tan llena de sufrimientos, de otro modo que no fuera poniendo en el centro de esa "historia" TU CRUZ?

Tu, además de ser Omnipotente, infinitamente Sabio, infinitamente Justo, no eres el Absoluto y Poderoso que está "fuera del mundo" y al que por lo tanto le es indiferente el sufrimiento humano porque eres... AMOR.

Y por "ese " AMOR, te pones, en libre elección, al servicio de las criaturas.

Si en la historia de la humanidad está presente el sufrimiento, entiendo entonces por qué tu omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la humillación mediante la Cruz. 

Mi amado Jesús Sacramentado, El escándalo de tu Cruz - decía el Papa Juan Pablo II en su maravilloso libro "En el umbral de la esperanza"- sigue siendo la clave para la interpretación del GRAN MISTERIO DEL SUFRIMIENTO, que permanece de modo tan integral a la historia del hombre

Ya ha caído la noche. Yo te miro, Tu me miras.... siento la humedad de las lágrimas en los ojos cuando te digo: 

Gracias, Señor, por esa Cruz... por tu cruz, que nos redime y que nos da la fuerza para seguir...

¡AUNQUE EL DOLOR NOS ALCANCE!


Autor: Ma Esther De Ariño.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Dios camina con nosotros

Y esto la Iglesia Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son compañeros de camino, hacen la historia con nosotros. 
Autor: SS Francisco.


"Vamos alegres a la casa del Señor", 

El sacramento no es un rito mágico, sino el encuentro con Jesús que nos espera. Jesús nos espera siempre, esta es la humildad de Dios.

En la historia del Pueblo de Dios, hay "buenos momentos que dan alegría", y también momentos malos "de dolor, de martirio, de pecado"

Y sea en los momentos malos, como en los buenos tiempos, una cosa es siempre la misma: ¡el Señor está allí, nunca abandona a su pueblo! Porque el Señor, aquel día del pecado, del primer pecado, ha tomado una decisión, hizo una elección: hacer historia con su pueblo. Y Dios, que no tiene historia, porque es eterno, ha querido hacer historia, caminar cerca de su pueblo. Pero más aún: convertirse en uno de nosotros, y como uno de nosotros, caminar con nosotros, en Jesús. Y esto nos habla de la humildad de Dios.

He aquí, pues, que la grandeza de Dios, es su humildad: Ha querido caminar con su pueblo. Y cuando su pueblo se alejaba de Él por el pecado, con la idolatría", Él estaba allí" esperando. Y también Jesús, viene con esta actitud de humildad. Él quiere caminar con el pueblo de Dios, caminar con los pecadores; incluso caminar con los soberbios. El Señor, dijo, ha hecho mucho para ayudar a estos corazones soberbios de los fariseos.

Dios siempre está listo. 

Dios está a nuestro lado. 

Dios camina con nosotros, es humilde, siempre nos espera. Jesús siempre nos espera. Esta es la humildad de Dios. Y la Iglesia canta con alegría esta humildad de Dios que nos acompaña, como lo hacemos con el Salmo: Vamos alegres a la casa del Señor

Vamos con alegría porque Él nos acompaña, Él está con nosotros. Y el Señor Jesús, incluso en nuestra vida personal nos acompaña: con los sacramentos. El sacramento no es un ritual de magia: se trata de un encuentro con Jesucristo, nos encontramos con el Señor. Es Él quien está al lado de nosotros y nos acompaña".

Jesús se hace "compañero de camino". También el Espíritu Santo, nos acompaña y nos enseña todo lo que no sabemos, en el corazón y nos recuerda todo lo que Jesús nos enseñó. Y así nos hace sentir la belleza del buen camino.

Y esto la Iglesia Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son compañeros de camino, hacen la historia con nosotros.
lo celebra con gran alegría, incluso en la Eucaristía, donde se canta el amor tan grande de Dios que ha querido ser humilde, que ha querido ser compañero de viaje de todos nosotros, que ha querido también Él hacerse historia con nosotros.

Y si Él entró en nuestra Historia, entremos también nosotros un poco en la historia de Dios, o por lo menos pidámosle la gracia de dejar escribir nuestra historia por Él: que Él escriba nuestra historia. Es algo seguro.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Dios, farolas y estrellas

Dios es mucho más potente que las estrellas, que las farolas, que las músicas o que las pantallas de nuestro mundo inquieto y confuso.


Una farola humilde, pequeña, luminosa. Las estrellas no pueden competir con ella. ¿Por qué? Porque la luz cercana es capaz de eclipsar astros potentes que envían inmensos rayos de luz desde muy lejos, a muchos millones de kilómetros de distancia.

Así ocurre también con la luz de Dios si la convertimos en algo lejano, casi invisible. Preferimos una farola cercana a ese rayo de esperanza que vino al mundo para iluminar a cada hombre. Preferimos un juego, un placer, un rato de sueño, un libro apasionante, mientras no tenemos tiempo para escuchar la voz de un Padre que habla en lo más íntimo de cada conciencia.

¿Por qué hemos dejado que Dios se "eclipse" ante tantas farolas de la vida moderna? ¿Por qué no permitimos que su luz llegue a nuestros corazones? ¿Por qué no lo escuchamos en su Hijo Jesucristo?

Para ver estrellas maravillosas hay que alejarse de aquellas farolas que impiden ver las hermosuras de nuestro cielo. Para escuchar a Dios hemos de apartarnos de hábitos de pecado, de apegos a bienes materiales o espirituales, para lanzarnos a la aventura de la escucha de la Palabra.

Dios es mucho más potente que las estrellas, que las farolas, que las músicas o que las pantallas de nuestro mundo inquieto y confuso. Si damos un paso decidido hacia espacios nuevos, dejaremos que la Luz brille en los corazones. Entonces sentiremos, en lo más íntimo del alma, una seguridad inigualable: la que nace cuando descubrimos, por vivir en la Luz, que somos amados por un Padre bueno.


Autor: P. Fernando Pascual LC.

martes, 24 de septiembre de 2013

¡Se perdieron mis llaves!

Alguien confía en nosotros, como nosotros confiamos en otras personas ¿Qué uso le damos a esta llave de la amistad?



"Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Verdad manifiesta cuando se extravían las llaves. No nos interesamos por esos pedazos de metal dorado o plateado, sino hasta que nos damos cuenta de que los hemos perdido. Cuando las tenemos abrimos mecánicamente puertas, coches, vitrinas, armarios, cajones, cajas fuertes y demás cosas que estimamos.

Nos duele perder las llaves porque sin ellas se obstaculiza nuestro acceso a algo que es "de nuestra propiedad". La llave ha llegado a ser un signo de aquello que encierra. "La llave de mi casa, de mi coche, de mi oficina".

En la antigüedad confiar las llaves era el símbolo de delegar una autoridad, un signo de compromiso, una muestra de confianza, un gesto de responsabilidad. El siervo que recibía las llaves del amo era el de máxima confianza, el de mayor virtud y fidelidad. 

Luego surgió el término de "amo de llaves" (si bien su forma más empleada es la femenina), para designar al hombre que disponía de los bienes de la casa según su prudente juicio, algo así como nuestro actual "administrador". Para conocer el rango o importancia de uno de estos sujetos bastaba echar una mirada a la cantidad de llaves que cargaban y la clase de puertas que abrían. Muchas llaves o llaves grandes: gran responsabilidad.

Qué duda cabe que en la amistad sucede algo parecido. Sin recurrir a formas poéticas muy elaboradas, podemos afirmar con sencillez que en un amigo (esa otra mitad de nuestra alma) hemos depositado la llave de nuestro corazón. Nadie nos conoce mejor que un amigo, en nadie se confía más que en un amigo. Nadie está más pronto a escucharnos y darnos consejo. "La pena que se comparte con un amigo es un descanso", decían los persas. 

Pero nosotros no sólo tenemos amigos: también somos amigos de otras personas, ¿qué uso le damos a esta llave? Alguien confía en nosotros, como nosotros confiamos en otras personas. Puede angustiarnos mucho haber extraviado una llave importante. Es una pena mayor llenar de herrumbre el corazón oxidando una amistad.
Autor: P. Vicente Yanes.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Mateo, de publicano a santo

El cobrador de impuestos, no calcula las consecuencias, no regatea. Deja absolutamente todo y comienza una nueva vida al lado de Cristo. 


Mateo, el publicano, tuvo la gran suerte de encontrarse con Cristo y así su vida experimentó un gran cambio hasta convertirse en el gran apóstol y evangelista que conocemos. Experimentó sin duda la angustia y la tristeza del pecado desde su condición de publicano, pero después fue valiente y decidido a la hora de abandonar aquella vida para ponerse de rodillas ante la verdad de Dios que quería su corazón plenamente. Así se operó la conversión: de publicano a santo.

Al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: "Sígueme" (Mt 9, 9). La misión de Cristo fue siempre la de salvar al hombre de la esclavitud del mal. Parece que siempre está comprometido en esta lucha. 

Cristo siempre pasa, y siempre se encuentra con alguien: con Zaqueo, con la Samaritana, con la pecadora pública. Al pasar se encuentra con Mateo, un publicano, un ser señalado por los judíos que se creían buenos, un hombre de mala reputación, un pecador. Cristo se dirige a él y le ofrece otro camino: cambiar la mesa de los impuestos por una vida de entrega generosa y desinteresada a los demás, cambiar la vida de pecado por una vida de amistad con Dios, cambiar en definitiva el corazón. Una auténtica conversión. Él acepta esta invitación, porque la mirada de aquel hombre le había hecho comprender su pobreza interior, la pobreza que siempre conlleva el pecado.

"Él se levantó y le siguió" (Mt 9,9). Admira la prontitud con que Mateo abandona su vida de pecado para abrazar el amor de Dios. No hace consideraciones, no calcula las consecuencias, no regatea a Cristo. Deja absolutamente todo y comienza una nueva vida al lado de Cristo. Realiza dos gestos, sintetizados en dos palabras: "Se levantó", como si se dijera que abandona aquella mesa, símbolo de su vida pasada y de su pecado; y es que para salir del pecado siempre hay que abandonar algo propio, personal. Y "le siguió", es decir, abrazó una nueva vida, una vida junto a Dios, una vida centrada en otros valores, una vida nueva en Cristo. No fue sin duda fácil para Mateo esta decisión, pero bien valía la pena probar otro camino distinto de aquel que se había convertido para él en tantos momentos de dolor, de angustia y de remordimiento.

"No he venido a llamar a justos sino a pecadores" (Mt 9,13). Jesús aceptó la invitación de Mateo a comer en su casa, casa que se llenó enseguida de publicanos y pecadores. Los fariseos preguntaron a los discípulos por qué comía su Maestro con publicanos y pecadores. Pero fue Jesús el que les respondió: "No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio" (Mt 9, 10-13). 

Es maravilloso el comprender cómo el Corazón de Dios busca la oveja perdida y cómo se llena de alegría verdadera y profunda cuando la encuentra. Por eso se enfrenta con estas palabras tan consoladoras a aquellos fariseos que se extrañaban de que el Maestro se sentara a la mesa con los pecadores. No sabían aquellos hombres que Cristo había venido a salvar precisamente a aquellos que ellos despreciaban y, más aún, ignoraban los fariseos que tal vez era más fácil sacar del abismo del mal a personas que se aceptaban pecadoras que a ellos mismos que se consideraban justos.


Autor: P. Juan J. Ferrán.

domingo, 22 de septiembre de 2013

María, al pie de la cruz

Viernes de dolores, así se le dice según la tradición, al viernes en que se María no comprende ese gran misterio pero acepta, una vez más, porque es la voluntad Dios. 
conmemora los dolores de la Virgen Santísima, como Madre dolorosa al pie de la Cruz.

Esta veneración data del siglo XIII. Este año la hemos conmemorado el pasado día 15 de este mes según la liturgia de la Iglesia universal proclamada por el Papa Pío X (1903-1914). En México la tradición dice que el Viernes de Dolores es el viernes anterior a la Semana Santa.

La Madre de Dios llora y sufre la angustia de ver morir a su Hijo como la haría cualquier madre. 

Lo ha visto coronado de espinas, clavadas en su cabeza y en su frente, dejando su pelo y rostro manchado de una sangre que se coagula y reseca sobre la piel, su espalda que esta desgarrada y abierta por los azotes que le han dado y que cubrieron después, con una túnica púrpura para burlarse de El, dándole bofetadas y escupiéndole...

Sabe que su amadísimo Hijo es humillado y escarnecido y por todo esto...¡tiene roto el corazón!

Después lo ha visto caminar y caer, bajo el peso del madero que lleva sobre sus maltratados hombros y ha visto como le clavan sus amados pies y manos en el madero de la Cruz y, por fin, lo ha visto levantar en alto, y morir. ¿Podrá haber un dolor más grande?. Lo sabe puro, lo sabe bueno, lo sabe santo....lo sabe Hijo de Dios, y piensa...¡Cuánto debe ser su amor por todos los hombres!

Y María no comprende ese gran misterio pero acepta, una vez más, porque es la voluntad Dios. Su corazón es traspasado por una espada y su dolor no tiene límites. Así se cumple la profecía de Simeón, cuando viéndola, casi una niña con su Hijo en brazos, el día de la Presentación en el Templo, entre otras cosas le dice a María :- "una espada atravesará tu alma"... y ahora María está de pie junto a la Cruz de Jesús.

En el libro "El silencio de María" nos dice el P. Ignacio Larrañaga:- "Es preciso colocarse en medio de este círculo vital y fatal que unos lamentaban y otros celebraban, ese triste final y en medio de ese remolino, la figura digna y patética de la Madre, aferrada a su fe para no sucumbir emocionalmente, entendiendo algunas cosas, por ejemplo lo de la "espada", vislumbrando confusamente otras... Lo importante no era entender, sino el entregarse. "Padre mío, en tus brazos deposito a mi querido Hijo". Fue el holocausto perfecto, la oblación total. La Madre adquirió una altura espiritual vertiginosa, nunca fue tan pobre y tan grande, parecía pálida sombra pero al mismo tiempo, tenía la estampa de una reina.".

San Juan nos dice: "Habiendo mirado, pues, Jesús a su madre y al discípulo a quien amaba, el cual estaba allí, dice a su madre:- "Mujer, ahí tienes a tu hijo".Después dice al discípulo:- " Ahí tienes a tu madre". (Jn 19,25 - 27)

Fue en ese momento en que la Madre de Jesús se hizo madre de todo el género humano. Esta mujer dolorosa pero firme al pie de la Cruz nos está diciendo que solo la fe nos dará fuerza para los grandes dolores que la vida nos depare. 

Y terminamos acompañando a esta Madre Dolorosa con algo muy hermoso escrito por el Cardenal Pironio: 

Señora de la Pascua, 
Señora de la Cruz y de la Esperanza. 
Señora del Viernes y del Domingo. 
Señora de la noche y de la mañana. 
Señora de todas las partidas, porque eres la Señora del "tránsito" o de la Pascua. 

Escúchanos: Hoy queremos decirte "muchas gracias". 
Muchas gracias, Señora por tu Fiat, por tu completa disponibilidad de "esclava". 
Por tu pobreza y tu silencio. 
Por tu gozo de las siete espadas. 
Por el dolor de todas tus partidas, que fueron dando la paz a tantas almas. 
Por haberte quedado con nosotros a pesar del tiempo y la distancia.


Autor: María Esther de Ariño.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Libertad religiosa

Autor: Carolina Crespo Fernández

El Cristianismo es, sin duda, la religión mayoritaria, pero también la más perseguida. Cada año mueren cien mil cristianos a causa de profesar su fe. Hoy, se habla mucho de los derechos humanos; todos los aceptan, pero no todos los cumplen. Desde Occidente, tenemos la responsabilidad y el deber de denunciar las injusticias que sufren los seres humanos a los que se les priva del derecho a la libertad religiosa. Nadie habla de cristianofobia en los foros de derechos humanos. A la izquierda ideológica no le interesa, ya que ella es la primera interesada en acabar con la misma en Occidente, y la derecha se olvida de que en esta persecución en Oriente hay víctimas cristianas. 


Hay tres focos en la falta de libertad religiosa en el mundo: el primero es el radicalismo islámico (Irán, Irak, Pakistán, Egipto, Nigeria, etc.); otro es el comunismo (China, Cuba, Corea del Norte); y el tercer foco es el nacionalismo beligerante (guerra de Bosnia e India). Los opresores son siempre los radicales de religiones que conciben a las otras creencias como una amenaza para la suya propia; en otros casos, como en China, el opresor es el Estado, que propicia el cruel enfrentamiento entre la iglesia patriótica y la Iglesia fiel a Roma, para debilitar a ambas y así fortalecer su poder.

Occidente no puede seguir siendo cómplice de esta dramática e insostenible situación que viven nuestros hermanos en la fe –muchos de los cuales se convierten en mártires–, y a la hora de diseñar sus relaciones internacionales con los gobiernos opresores deben tener en cuenta esta situación que viven los cristianos. Un ejemplo claro, es el de China; todo Occidente se relaciona con este país, sin exigirle el más mínimo cumplimiento de los derechos humanos ¿A qué espera la comunidad internacional para centrar su atención en estos conflictos en los que se están violando los derechos humanos? Olvídense de los beneficios económicos e implíquense en la persecución y discriminación que sufren tantos millones de seres humanos por causa de sus creencias religiosas.
La comunidad internacional y la sociedad civil tiene el deber de elevar su voz para que la persecución anticristiana no acabe convirtiéndose en una situación normal en el paisaje informativo.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Eucaristía y generosidad

Es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. 


La generosidad es la virtud de las almas grandes, que encuentran la satisfacción y la alegría en el dar más que en el recibir. La persona generosa sabe dar ayuda material con cariño y comprensión, y no busca a cambio que la quieran, la comprendan y la ayuden. Da y se olvida que ha dado.

El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con mayor capacidad de amar. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente.

¿Con quién tenemos que ser generosos? Con todos. Con Dios. Con los demás, sobre todo con los más necesitados.

Manifestaciones de una persona generosa.

·  Sabe olvidar con prontitud los pequeños agravios.
·  Tiene comprensión y no juzga a los demás.
·  Se adelanta a los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia.
·  Perdona con prontitud todo y siempre.
·  Acepta a los demás como son.
·  Da, sin mirar a quién.
·  Da hasta que duela.

·  Da sin esperar.

Hagamos ahora la relación eucaristía y generosidad.

Generosidad, primero, por parte de Dios.

Generoso es Dios que nos ofrece este banquete de la eucaristía y nos sirve, no cualquier alimento, sino el mejor alimento: su propio Hijo. Generoso es Dios porque no se reserva nada para Él. 

Generoso es Dios en su misericordia al inicio de la misa, que nos recibe a todos arrepentidos y con el alma necesitada. Generoso es Dios cuando nos ofrece su mensaje en la liturgia y lo va haciendo a lo largo del ciclo litúrgico. 

Generoso es Dios cuando considera fruto de nuestro trabajo lo que en realidad nos ha dado Él; pan, vino, productos de nuestro esfuerzo. Generoso es Dios cuando no mira la pequeñez y mezquindad de nuestro corazón al entregarle esa poca cosa, y Él la ennoblece y diviniza convirtiéndola en el cuerpo y la sangre de su querido Hijo. 

Generoso es Dios que nos manda el Espíritu Santo para que realice ese milagro portentoso. El Espíritu Santo es el don de los dones. Generoso es Dios cuando acoge y recibe todas nuestras intenciones, sin pedir pago ni recompensa. Generoso es Dios cuando nos ofrece su paz, sin nosotros merecerla. 

Generoso es Dios cuando se ofrece en la Comunión a los pobres y ricos, cultos e ignorantes, pequeños, jóvenes, adultos y ancianos. Y se ofrece a todos en el Sagrario como fuente de gracia. 

Generoso es Dios, que va al lecho de ese enfermo como viático o como Comunión, para consolarlo y fortalecerlo. Generoso es Dios que está día y noche en el Sagrario, velando, cuidándonos, sin importarle nuestra indiferencia, nuestras disposiciones, nuestra falta de amor. 

Generoso es Dios que se reparte y se comparte en esos trozos de Hostia y podemos partirlo para que alcance a cuántos vienen a comulgar. Es todo el símbolo de darse sin medida, sin cuenta, y en cada trozo está todo Él entero. Generoso es Dios que no se reserva nada en la eucaristía. 

Y en todas partes, latitudes, continentes, países, ciudades, pueblos, villas que se esté celebrando una misa, Él, omnipotente, se da a todos y todo Él. Y no por ser un pequeño pueblito escondido en las sierras deja de darse completamente. ¿Puede haber alguien más generoso que Dios?

Segundo, generosidad por parte de nosotros. 

Aquí, a la Eucaristía, hemos venido trayendo también nuestra vida, con todo lo que tiene de luces y sombras, y se la queremos dar toda entera a Dios. Le hemos dado nuestro tiempo, nuestro cansancio, nuestro amor, nuestros cinco panes y dos pescados, como el niño del evangelio. Es poco, pero es lo que somos y tenemos.

Hemos venido con espíritu generoso para dar, en el momento de las lecturas, toda nuestra atención, reverencia, docilidad, obediencia, respeto. En el momento del ofertorio hemos puesto en esa patena todas nuestras ilusiones, sueños, alegrías, problemas, tristezas. En el momento de la colecta se nos ofrece una oportunidad para ser generosos. En el momento de la paz se nos ofrece una oportunidad para saludar a quien tal vez está a nuestro lado y hace tiempo que no saludamos. Salimos con las manos llenas para repartir estos dones de la eucaristía.

En fin, la Eucaristía es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. Jesús eucaristía, abre nuestro corazón a la generosidad.
Autor: P. Antonio Rivero LC.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Adán y Eva creados por amor

No te olvides quien te dio la vida y te mantiene en la existencia, no tienes más que hacer lo que Dios diga y verás todo lo que tiene reservado para ti. 


Si alguno se preguntase que significa la palabra "pecado" estoy seguro que nos perderíamos en discusiones filosóficas sobre lo que es moralmente bueno y lo que es moralmente malo. Y es que después de Adán y Eva la humanidad no ha conocido mejor época que la actual para olvidar colectivamente la palabra "pecado". 

Una incertidumbre moral casi completa impera en todos. Pero, ¿cuál es el origen del pecado? Lo definiremos como una ofensa infinita al Creador, una bofetada al Amor y veamos porqué en el Libro del Génesis:
Dios en su infinito Amor, decide crear al hombre... lo podía hacer, lo quiso hacer y lo hizo... no ganaba nada con hacerlo. ¿Qué podría darle de nuevo una criatura a su Creador?... Mas Dios lo hace a imagen y semejanza de Él, con la capacidad de AMAR característica sin la cual no puede ser humano. Además le regala el don preciado de la Libertad, no como un fin a alcanzar sino como un medio para llegar al destino final del hombre que es en suma la Felicidad. 

Y Dios Todopoderoso, Omnipotente y Eterno, da la libertad al hombre porque sabe que no hay amor más verdadero que aquel que libremente se da. ¿Por qué sino crea al hombre sino para que aprenda a amar? Cuando uno ama a alguien lo menos que espera es ser correspondido ¿Y Dios acaso no quiere también ser correspondido? Esto no podrían entender aquellos que piensan que Dios es una construcción mental producto de la necesidad del hombre de creer en algo. 

Ciertamente el hombre necesita creer pero es Dios quien se revela al hombre. ¿O tú podrías acercarte siquiera un poquito al Cielo por ti mismo, con tus reducidas fuerzas? ¿Captaríamos algo de la vida divina, inmersas nuestras almas en la miseria que revolvemos todos los días cuando nos miramos al ombligo? En fin, Dios también ama y desea que el hombre le ame ¿no es todo un privilegio?. 

De esta manera Dios pone amorosamente al hombre en un jardín espléndido, y le dice (para que no se olvide que es criatura): "Podrás comer de todos los árboles del jardín excepto de éste, pues si lo haces morirás" Que bien se interpreta como: "No te olvides quien te dio la vida y te mantiene en la existencia, no tienes más que hacer lo que te diga y verás todo lo que tengo reservado para ti". Y Adán obedeció.

Pero la alegría no duró mucho tiempo, Eva, quien fue creada para acompañar a Adán sucumbió ante los engaños de la serpiente. El príncipe de la mentira (otro día hablaremos de este) astutamente se acerca a la mujer: "Porque no coméis de todos los árboles del jardín"...."De todos comemos menos del árbol de la ciencia del bien y del mal, si lo hacemos Dios ha dicho que moriremos"... "No moriréis, si comen seréis como dioses". Inmediatamente brillaron los ojos de la mujer, y pensó que no era mala idea comer del árbol. Comió y de dio de comer a Adán insinuándole que ellos podían vivir sin Dios, que no lo necesitarían y tendrían la sabiduría infinita de la noche a la mañana... ¡Ja! ¡Comieron y esperaron a ser como dioses! 

Imaginen la escena: una pareja que al margen de Dios decide hacer lo que le parece que es lo bueno. No serviré, no serviré... repiten miles de hombres en el mundo... No necesito a Dios ni deseo amarlo, menos todavía servirlo... No serviré, dijo Adán a Dios... No serviré, dijo el ángel más bello de todos y cayó eternamente al abismo... No serviré, dicen los hombres de hoy... 

Y Dios infinitamente apenado no puede contradecirse, no, el no puede contradecirse ¡es perfecto!, ¿Cómo podría contradecirse?... "Por haber hecho esto, a partir de ahora comerás el pan con el sudor de tu frente, zarzas y espinas crecerán cuando ares la tierra y sus frutos te costarán la vida"... y sigue: "Hombre, polvo eres y en polvo te convertirás". 

Así entró la muerte al mundo y el hombre conoció el dolor y el sufrimiento. El pecado es ofensa infinita al Infinito. Rechazo de lo Eterno, negación de la existencia. Pero Dios nos amó tanto que entregó a su hijo unigénito por salvar a la humanidad.

Este día amigo, si todavía mantienes tu vista en esta hoja, métete en tu corazón y recuerda si alguna vez dijiste conscientemente o demostraste con tus acciones lo siguiente: No serviré (o también), no obedeceré (o mejor todavía), no amaré ni a ti Dios ni a mis hermanos. 

Recuerda entonces que acabas de encarnar de nuevo el pecado de Adán y Eva. Y no te quejes.


Autor: Eduardo Carcausto Huamaní.