"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 31 de julio de 2011

Saltar al vacío

Hay quienes pasan la vida buscando métodos de oración novedosos y de todo tipo pero, en el momento, no hablan con Dios.

Cada vez que veía fotos de hombres lanzándose desde un avión, el joven sentía la necesidad interior de estar entre ellos. Quería ser paracaidista.

-¿Por qué ellos sí y yo no? -se decía.

Lo primero que hizo fue conseguir un instructivo sobre diversos tipos de paracaídas. Después inició y concluyó un estudio comparativo de aviones modernos. Como se dio cuenta de que ignoraba muchas cosas, decidió estudiar también un master en caída de cuerpos, atracción de masas y fricción. Concluyó su preparación con un año de estudios meteorológicos y movimientos de corrientes de aire.

Por fin, cuando se sintió preparado, eligió cuidadosamente el avión. Era un bimotor que aún seguía en uso y tenía buen aspecto.

Al despegar le dijo al piloto que se dirigiera al punto que, ya antes, le había señalado en el mapa con una regla y un compás. El momento se acercaba y al elevarse el avión, el joven sentía más y más el vértigo entusiasmante de volar.

Por fin, cuando se encontraban a la altura perfecta se levantó del asiento, abrió la escotilla y sintió el viento helado en la cara. Permaneció allí unos instantes llenando los pulmones con el puro azul del cielo...

Pero no saltó.

Cerró la escotilla y mandó aterrizar. Había olvidado que para saltar hace falta una cosa más. Ser un valiente.

Conozco a quienes pasan la vida preparándose para orar; buscan métodos de oración novedosos y consejeros de todo tipo pero, llegado el momento, no hablan con Dios. Y es que para hablar con Dios hay que ejercitar la fe y olvidan que para vivir de fe hace falta... ser un valiente; o sea, pedirla.
Autor: P. Miguel Segura.

sábado, 30 de julio de 2011

Encogido, esperé la aurora

María nos abraza cuando tenemos miedo, cuando no sabemos a dónde ir.

La tormenta arreciaba en el bosque, mientras trataba de mantener lo menos dispersas posible mis pocas ideas de orientación.

Los relámpagos fotografiaban mi pavor y lo mostraban a todos los árboles que se asomaban por entre las copas vecinas para ver a aquel intruso.

EL corazón aceleraba. Mi indecisión inventaba precipicios a poca distancia que destrozaban mi ánimo empequeñecido.

Fue entonces, allí, que me topé con una ermita de la Virgen. Me metí sin precauciones y, encogido, esperé la aurora.

Aprendí la lección. Cuando mi vida tropieza y parece que caerá sin remedio, yo La miro. Me enamoré de Ella. Cada mañana le llevo una flor a su santuario.

María nos abraza cuando tenemos miedo, cuando no sabemos a dónde ir. ¡Cuenta siempre con Ella!
Autor: Catholic.net

viernes, 29 de julio de 2011

El consejo de Cristo a Marta

La invita a tomarse la vida de otra forma, a respirar, a vivir serenamente, a preocuparse más de las cosas del espíritu.
Yendo Jesús de camino, pasó por un pueblo. Parece que Jesús siempre va de paso, pero siempre va por algo, siempre nos enseña algo. En ese pueblo una mujer llamada Marta lo acoge en su casa. Mientras ella trajina para atender lo mejor posible a aquel huésped tan ilustre, una hermana suya, llamada María, se coloca a los pies de Cristo para escucharle. Marta se impacienta y le reclama a Cristo la tranquilidad de su hermana. Cristo aprovecha aquella situación para decirle a Marta con enorme cariño que en la vida realmente sólo hay una cosa importante y que María ha elegido lo mejor. La confianza que trasmite esta escena indica que la amistad de Cristo con aquellas hermanas era total. El Señor debió pasar muchos momentos con aquellos hermanos. Después nos contará el Evangelio que realizará con Lázaro uno de los milagros más grandes de los que realizó. En esta escena podemos descubrir cómo la vida humana tiene un sentido y cuál es realmente ese sentido.


¿Cuál es el sentido de la vida humana? Es ésta una pregunta que todos nos hacemos cuando vemos que no podemos lograr todo lo que queremos, cuando vemos que muere una persona en el inicio mismo de su vida, cuando contemplamos el sufrimiento de tantos seres humanos por culpa del egoísmo de los hombres, cuando vemos la desesperación de tantas personas ante el sufrimiento propio o de un ser querido. Y la realidad es que no podemos aceptar que todo se reduzca a nacer, vivir si es que se puede llamar vivir a muchas vidas, para terminar en la nada. El ser humano debe tener un fin más allá de las cosas que hace o que ve.

Marta representa para nosotros una forma de vivir. "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola". Impresiona el cariño de Jesús por aquella mujer que se desvivía por atenderle y procurarle bienestar. El hecho de repetir dos veces su nombre es señal de cariño, de ternura y de reconocimiento a su labor. Pero Jesús quiere prevenirla contra un gran escollo de la vida: el vivir sin más, el irse tragando los días sin ver en el horizonte, el hacer muchas cosas, pero no preocuparse de lo más importante.


Marta es el símbolo de una humanidad que ha dado prioridad al hacer o al tener sobre el ser, a la eficacia sobre lo importante, a la inmanencia sobre la trascendencia. Marta somos cada uno de nosotros cuando en el día al día decimos: "No tengo tiempo para rezar". "No tengo tiempo para formarme". "No tengo tiempo para pensar". "No tengo tiempo para Dios". Basta asomarse a la calle y a las casas para ver cuánto se hace, cómo se corre, cómo se vive. Pareciera que estamos construyendo la ciudad terrena o que hubiera que terminar cada día algo que mañana hay que volver a empezar.

El consejo de Cristo a Marta, santa después al fin y al cabo, está lleno de afecto, de afecto del bueno. La invita a tomarse la vida de otra forma, a respirar, a vivir serenamente, a preocuparse más de las cosas del espíritu. Ahí va a encontrar la paz y la tranquilidad. Le enseña a construir el presente mirando a la eternidad, pues así aprenderá el verdadero valor de las cosas. Sin duda, Marta aprendió aquella lección y, sin dejar de ser la mujer activa y dinámica que era, en adelante su corazón se aficionó más a lo verdaderamente importante. Marta, por medio de Cristo, había comprendido que la vida tiene un sentido, que el fin del hombre está por encima de las cosas cotidianas.
Autor: P. Juan J. Ferrán LC

jueves, 28 de julio de 2011

Meditación ante el Santísimo Sacramento

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?
No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. ¿Cómo es que miras la brizna en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque esa brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo?. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. (Mateo 7, 1-5)

Señor, acabamos de leer tus palabras según el evangelista San Mateo. Con qué claridad nos está hablando el Maestro, con qué claridad nos llega tu mandato, Señor: ¡NO JUZGUÉIS!...

¿Y qué hago yo de la mañana a la noche? Juzgar, criticar, murmurar... voy de chisme en chisme sin detenerme a pensar que lo que traigo y llevo entre mis manos, mejor dicho en mi lengua, es la fama, la honestidad, el buen nombre de las personas que cruzan por mi camino, por mi vida. Y no solo eso, me erijo en juez de ellos y ellas sin compasión, sin caridad y como Tu bien dices, sin mirar un poco dentro de mí.

Señor, en este momento tengo la dicha inmensa e inmerecida de estar frente a Ti, Jesús, ¡qué pena tengo de ver esa viga que no está precisamente en mi ojo, sino en mi corazón...! ¿Por qué en este momento me siento tan pequeña, tan sin valor, con todas esas "cosas" que generalmente critico de los demás y que veo en mí son mayores y más graves?

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?
Solo hay una respuesta: ¡porque me amas!

Ahora mismo me estás mirando desde esa Sagrada Hostia con esos ojos de Dios y Hombre, con los mismos que todos los días miras a todos los hombres y mujeres, como miraste a María Magdalena, como miraste al ladrón que moría junto a ti y por esa mirada te robó el corazón para siempre... y así me estás mirando a mí esta mañana, en esta Capilla me estás hablando de corazón a corazón: "Ámame a mi y ama a los que te rodean, no juzgues a los que cruzan por tu camino, por tu vida... ámalos como me amas a mi, porque todos, sean como sean, son mis hijos, son mis criaturas y por ellos y por ti estuve un día muriendo en una Cruz... Te quiero a ti, los quiero a ellos, a TODOS...¡NO LOS JUZGUES!"

Señor, ¡ayúdame!

Arranca de mi corazón ese orgullo, esa soberbia, ese amor propio que no sabe pedir perdón y aún peor, ese sentimiento que me roe el alma y que no me deja perdonar... No perdones mis ofensas, mis desvíos, mi frialdad, mi alejamiento como yo perdono a los que me ofenden - así decimos en la oración que tu nos enseñaste, el Padrenuestro - a los que me dañan, a los que me lastiman, porque mi perdón suele ser un "perdón limitado", lleno de condiciones.... ¡Enséñame Señor, a dar ese perdón como es el tuyo: amplio, cálido, total, INFINITAMENTE TOTAL!

Hoy llegué a esta Capilla siendo la de siempre, con mi pereza, con mis rencillas muy mías y mis necedades, mi orgullo, mi intransigencia para los demás, sin paz, con mis labios apretados, sin sonrisa, como si el mundo estuviera contra mi...

Pero Tu me has mirado, Señor, desde ahí, desde esa humildad sin límites, desde esa espera eterna a los corazones que llegan arrepentidos de lo que somos... y he sabido y he sentido que me amas como nadie me puede amar y mi alma ha recobrado la paz.

Ya no soy la misma persona y de rodillas me voy a atrever a prometerte que quiero ser como esa custodia donde estás guardado y que donde quiera que vaya, en mi hogar, en mi trabajo, en la calle, donde esté, llevar esa Luz que he visto en tus ojos, en los míos, y mirar a todos y al mundo entero con ese amor con que miras Tu y perdonar como perdonas Tu....

¡Ayúdame, Señor, para que así sea!
Autor: Ma Esther De Ariño

miércoles, 27 de julio de 2011

Dios y mi corazón

Sin la disponibilidad del hombre, Dios no puede cambiar los corazones. Hace falta, ante la acción que viene del Amor, abrir puertas.

Un tema difícil y hermoso: la relación entre Dios y cada corazón.

Por un lado, Dios con su grandeza, su bondad, su omnipotencia.

Dios es perfecto, bueno. Su nombre más hermoso: Padre. Su deseo más grande: acoger a sus hijos en casa. Su pena más honda: nuestra ingratitud, desidia, pereza, pecado. Su potencia más conmovedora: la misericordia ofrecida a todos.

Por otro lado, la pequeñez del hombre. Miseria, egoísmo, impureza, avaricia, odio, soberbia, ingratitud. Un cúmulo de males y de mezquindades de todo tipo. Vidas vacías a pesar del cúmulo de experiencias y emociones con las que, locamente, buscamos apagar la sed de bien, de verdad, de belleza, que sólo podemos encontrar en Alguien como Dios.

¿Cómo se conjugan dos polos tan diferentes? El movimiento inicia siempre desde el lado de Dios: por amor nos creó. Por amor nos espera. Por amor ofrece tiempo para que sea posible romper con el pecado, volver a casa, empezar a recorrer el camino que lleva a vivir de modo bueno.

Sin la disponibilidad del hombre, Dios no puede cambiar los corazones. Hace falta, ante la acción que viene del Amor, abrir puertas, dejar miedos, confiar. La parte que corresponde a la libertad humana no puede ser sustituida ni siquiera por Dios.

Pero incluso ese abrir, cambiar, empezar de nuevo, es ya parte del gran regalo de Dios.

Sólo cuando acogemos la luz que viene del cielo, somos capaces de descubrir la presencia del pecado. Entonces reconocemos nuestros errores y mezquindades. Estamos listos para alzar los ojos al cielo y suplicar el regalo del perdón.

Así empieza una nueva historia. Dios y mi corazón han entrado en sintonía. Empiezo a vivir según la Alianza de Amor que Cristo trajo al mundo por encargo de su Padre, que también es nuestro.
Autor: P. Fernando Pascual LC

martes, 26 de julio de 2011

SIN MIEDO A LA VERDAD

Autor: Pablo Cabellos Llorente
            En el Gran Teatro del Mundo, conocido auto sacramental de Calderón, el Autor distribuye a unos personajes su papel en la vida; el Mundo otorga los atributos correspondientes y cada uno pasa a representar su cometido. Como es frecuente en este tipo de teatro, se pueden ver personajes confrontados por parejas: Pobre-Rico, Rey-Labrador, Discreción-Hermosura, más un Niño que no llega a nacer. Cuando finaliza la vida se les pide la devolución de sus símbolos y se les da su merecido: el Pobre y la Discreción son enviados al cielo, la Hermosura, el Rey y el Labrador son remitidos al purgatorio y el Rico es destinado al infierno.
            Todos los grandes literatos transmiten ideas profundas, y Calderón lo hace siempre. Es un valor de las buenas lecturas: de modo ameno y bello, y con un pensamiento coherente, van configurando nuestro intelecto. En buena medida, lo que leemos nos estructura o nos descentra. Pero no voy a escribir sobre literatura. Solamente tomo pie de esta gran obra para tratar de repensar nuestro papel en el mundo: si estamos representando un gran teatro por realizar honestamente lo que nos corresponde vivir o si estamos continuamente sobre las tablas para personificar lo que no somos. Esto último se recoge en la expresión: no me hagas teatro, es decir, no actúes con falsía.
            No ser falaces significa amar la verdad aunque, en ocasiones, sea amarga. Tampoco voy a referirme ahora a la verdad transcendente, que negaría un relativista, ni siquiera a la verdad de nuestras convicciones humanas, tantas veces opinables. Quiero compartir algo más sencillo, aunque la experiencia nos dice que no es tan común aunque sea elemental. Voy a decirlo de un modo, vulgar si se quiere, que escuché alguna vez a la gente llana del pueblo: "lo que es, es; y a lo que venimos, venimos". Si se desea, también podría decirse como  los filósofos clásicos: algo no puede ser y no ser, a la vez, bajo el mismo respecto. Pero resulta que tampoco es tan simple porque cada día contemplamos el intento de armonizar los contrarios.
            Para empezar por la propia casa, encontramos personas que se dicen religiosas y tienen comportamientos extremadamente malos. Vemos empresarios, cuyo fin no es crear riqueza y empleo, sino enriquecerse ellos. Observamos que existen políticos que dicen servir a la sociedad y se sirven de ella. Se puede atestiguar de gentes que se creen con derechos sobre la fama ajena alegando un favor a la información.  Hay trabajadores que, paradójicamente, no trabajan. Consta de sindicalistas que  prosperan  con el paro. Generalizando un poco más, comprobamos que muchas personas viven ese mal teatro   consistente en aparentar lo que no se es. Y no digamos de lo políticamente correcto que, en cuanto nos descuidamos, nos afecta a todos: hay asuntos que no se pueden expresar porque van contra una especie de dogma establecido, el pensamiento de moda. Si lo trasgredes, serás machacado.
            Esas actitudes, u otras semejantes, paralizan el amor natural a la verdad que toda persona posee, falsifican la convivencia, hacen difícil la libertad, corroen la democracia, no se piensa en el fondo de las cuestiones, despachadas frecuentemente con un epíteto despectivo, que nada dice con seriedad de lo que hay allí. Falta apertura de mente.
            Muchas actitudes parlamentarias, de comunicadores, de la vida social de cualquier tipo, del mundo económico, etc., están corroídas por la falsedad, la apariencia, la escasez de razones; penuria procedente de la insuficiencia de razonamiento en no pocos casos. Me parece que uno de los grandes males de esta sociedad nuestra es la falta de una actividad mental seria: que estudia los asuntos, busca consejo -no del que puede engañar mejor-, indaga las causas de lo que acontece, reconoce los aciertos y errores propios, investiga medidas para arreglar los males que nos atenazan realmente, decide soluciones y las ejecuta. Aunque el corazón también cuenta y entiende. Por eso se deteriora tanto el amor cuando el mundo marcha así. Necesitamos abrirnos a la verdad.
            Sigo pensando que nuestra crisis actual no es solo, ni principalmente, pura cuestión económica -sin despreciar que existe  muy fuertemente-; es un problema de la razón dañada, que se resiste a indagar la verdad de lo que sucede, a reconocerla y a decirla. Es un problema del hombre, del ser humano que hemos ido esculpiendo en falso. Así tampoco va bien a los cristianos porque las patologías de la razón acaban siendo patologías de la fe y del amor. Pero tenemos arreglo.
            Benedicto XVI dijo ante un respetuosísimo parlamento británico que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón y que el papel de la religión en el debate político es ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos, cosa no siempre bien recibida porque  existen expresiones deformadas de la religión como el sectarismo y el fundamentalismo. Por ahí, ofertando lo natural, bien puede ayudar la Iglesia a recuperar al hombre. Sirve aquello de Camino: "No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte".

Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín

Celebramos hoy a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. ¡Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de María!
Mis muy queridos Joaquín y Ana:

Mi nombre es... bueno, no importa... les escribo desde un banco de la parroquia en una inexplicable tarde cálida de julio.
Me avisó una amiga que el día 26 es su fiesta y, por ello, quise regalarles esta sencilla carta.
No encuentro palabras para decirles “gracias”. Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de mi amada María.

Usted, señora Ana, que habrá compartido con ella tantas tardes luego de intensas jornadas, ha sido una sencilla pero sabia maestra. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que se unieron a las de Ella en un mar de harina, para enseñarle a amasar el pan. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que apretaron fuerte las de Ella cuando el dolor, implacable, les invadía el alma.

Fue su ejemplo (¿el de quién, sino?) el que ayudó a María a caminar los senderos de la contemplación simple, sencilla, la que está al alcance de cualquier mujer. Fue este santo ejercicio el que permitió a la Madre, años después, meditar en su corazón los misterios de la Salvación.
Fue usted, buena señora, la que son su ejemplo más que con sus palabras, le enseñó a María que ser mamá es la tarea más hermosa del mundo. Así, Ella, la veía a usted cuidar y ayudar a amigas y parientas cuando los embarazos venían difíciles en los caminos del alma. Y seguro en su casa los pequeñines siempre hallaron una rica sorpresa, increíblemente siempre lista, para sus sorpresivas y revoltosas incursiones.
Ustedes llevaron a la “llena de gracia” por las escalinatas del Templo tantas veces... Así, Ella fue conociendo que hace muchos años, un profeta llamado Isaías anunciaba que “...La Virgen está embarazada y da a luz un hijo...” y la profecía le inundaba el alma...



Usted, mi buen Joaquín, fue un hombre honesto y sencillo. ¿Quién, sino, habría sido digno de traer a este mundo a la “llena de gracia”?. María le habrá contemplado, seguramente, tantos días al partir de la casa para “ganar el pan con el sudor de su frente”. Y le habrá esperado de regreso y habrá corrido hacia usted con las mejillas sonrosadas y los ojos llenos de palomas blancas para abrazarle al regreso de la larga jornada. Y usted, la tomó en sus brazos y la alzó al cielo... tan ligera como una gacela, tan pura como una mañana.
"- "Quisiera que el padre de mi hijo se te pareciera” le dijo un día Ella." Y usted casi no veía su rostro pues las lágrimas delataban que la niña le había besado el corazón.
- "Quisiera que mi hijo, un día, estuviese tan feliz de mí como yo lo estoy de ti, querida madre..." y sus palabras le hicieron sentir, Ana, que la vida es hermosa y los sacrificios y angustias de muchos años al criar los hijos, pueden desaparecer en un instante con frases como esa.
No quisiera terminar esta sencilla carta sin imaginar, por un momento, cuanto de ustedes llego al corazón de Jesús a través de María: Usted, mi buena Ana, seguro le alcanzó, desde más allá del tiempo, esa ternura por las pequeñas cosas de cada día, la cual, al llegarle desde el corazón de María, se transformaría luego en parábola, en camino...

Usted, don Joaquín, le dejó al mejor de los nietos la mejor de las herencias: El amor al trabajo. Así, a través de María y envuelto en las palabras y ejemplo del buen José, hallaría en Jesús el mejor de los depositarios.
Abuelos, abuelos, cuantas veces Jesús habrá dicho estas palabras... " Extrañas a los abuelos ¿Verdad, Madre querida?"... "A veces, Hijo, a veces... Cuando tu te vas a predicar lejos y yo te extraño, muchas veces siento que hubiera querido tener a mis padres cerca”... Y Jesús habrá mirado a María en silencio, sabiendo que había verdades que Ella comprendería más tarde, con la llegada del Espíritu Santo....
Para terminar les pido un favor. Abracen a todos los abuelos del mundo, en especial a los que se sienten solos. No importa si tienen nietos o no, pues hay una edad del alma en que la palabra “abuelo” se torna en caricia....
Un gran abrazo a los dos....


__________________


NOTA

Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.

Autor: Susana Ratero

viernes, 15 de julio de 2011

Jesús ...soy tu instrumento, ÚSAME ...

Jesús, nos invita a fijar la mirada en una realidad impresionante: el hambre. Pero no es el hambre que sentimos después de un largo día de trabajo o después practicar un deporte durante varias horas. Se trata del hambre que mucha gente no reconoce: la felicidad. Cuántos de nosotros deseamos una vida más profunda. Tenemos hambre de Di ...os porque él nos creó para sí mismo. Quisiéramos amar más y ser más amados.
Quisiéramos ser más felices y ver a los demás felices.

Jesús mismo es el secreto de nuestra felicidad: él nos sacia. Es el pan que sacia un hambre espiritual que percibimos con poca facilidad.
"Cuando estamos con él, cuando pensamos en él, cuando lo amamos con actos concretos de amor, entonces nuestra vida tiene sentido y es cuando estamos alegres..."
Leer Mt. 12,1-8.

Un millón de amigos...

¡Qué bello es pasar por la vida haciendo el bien sin mirar a quién!
¡Qué bello es sembrar semillas de Amor y Paz, de Alegría y Esperanza y ..hasta pasar desapercibido! ...
éso nace de mi corazón...
                                                                                       DIOS ME LOS BENDIGA...

jueves, 14 de julio de 2011

LA MADRE TERESA DE CALCUTA Y EL ABORTO

Esto decia la Madre Teresa de Calcuta sobre el Aborto, no tine desperdicios.

En la misa Jesús, estás vivo y presente

Es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa y te levantamos nuestro corazón.

Cuando estoy en tu presencia, Jesús Sacramentado, pienso con dolor: ¿Cómo no apreciamos este Misterio de amor donde te quedaste para ser nuestro confidente y nuestro alimento? ¡Qué frío es nuestro corazón!
Nos decimos católicos pero tampoco meditamos en tu entrega al Padre la noche del Jueves Santo al instituir la Sagrada Eucaristía. Nos parece que fue ya hace muchos años, sin embargo vuelve a suceder todos los días, a toda hora en el mundo entero, siempre que se esté celebrando la Santa Misa. En ella Tu vuelves a inmolarte, a ofrecerte al Padre por todos y cada uno de nosotros... de la misma manera que lo hiciste por primera vez. No nos detenemos a pensar ni un momento en la grandiosidad del valor de una Misa. Y de una manera simple y tranquila dejamos el cumplimiento al tercer Mandamiento de la Ley de Dios, que creo yo, proviene de la falta de preparación que tenemos los católicos respecto a lo que en sí es la Santa Misa.

Por cualquier motivo: paseo, fútbol, gusto por quedarse en casa cómodamente en "pants" y pantuflas, por unas visitas... porque el domingo "es para descansar"... y no salir para nada, en fin, porque "no me late", porque si no "siento un verdadero deseo de ir a la Iglesia... ¿para qué voy?"... y así podríamos llenar páginas enteras con mil y variados pretextos, que a nuestro modo de ver, son tan solo la consecuencia de no saber con plena conciencia que la Misa es lo más grande y hermoso que tenemos los católicos.

Que participar en ella es estar Contigo, vivo y presente, tal como estuviste en el tiempo en que habitaste entre nosotros.

¿Dónde está nuestra fe? ¿Es que hemos llegado a creer que ya no necesitamos estar presentes, dar testimonio, a nuestros hijos, a nuestros familiares y amigos de que somos cumplidores de los Mandamientos de la Ley de Dios y acudir a la Iglesia para orar y tanto a pedirte perdón como darte gracias a Dios por tanto beneficio que de Ti recibimos con nuestro cumplimiento y alabanza?... No basta con ser buenas personas y tratar de hacer el bien a nuestros semejantes... pues igual que no basta la fe para salvarse sin caridad y buenas obras, así no bastan las buenas obras sin fe y sin oración.

A parte de que no asistir a Misa los Domingos (que es el día del Señor) y días "indicados" de fiesta, es pecado grave, es saber que es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa te levantamos nuestro corazón.

Señor mío, mi Jesús... pensando todas esta cosas que si a mi me dan pena....para Ti han de ser de un gran dolor pues pareciera que no tenemos ningún interés por conocerte mejor, indiferencia hacia tanto amor y absoluto desdén hacia lo es realmente la misa.

Señor, ya no más tibieza...tenemos que encender nuestro corazón para ir con amor y espíritu de agradecimiento a la Iglesia, a tu Casa, Señor, a participar en la Santa Misa (no a papar moscas y a ponernos "palomita" porque.....¡ya cumplimos!) para alimentarnos con tu Cuerpo y tu Sangre y pronto veremos cómo florece la Vida de la Gracia en nuestros corazones y en todos los actos de nuestra vida.

Busquemos con la lectura, formación y preparación lo que nos hace falta saber sobre lo que realmente es la Santa Misa, nos vamos a admirar de su contenido y valor. No lo dejemos pasar si realmente queremos saber lo QUE ESA MEDIA HORA REPRESENTA EN NUESTRA VIDA .

Autor: Ma. Esther De Ariño

miércoles, 13 de julio de 2011

FAMILIA Y SOCIEDAD

En la Constitución Gaudium et Spes, el Concilio Vaticano II estudió orgánicamente diversos temas, entre ellos, el matrimonio y la familia. Lo hizo a partir de la persona y en dirección a la persona, “única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma”. Respecto a ella, el mensaje fundamental de la Sagrada Escritura es saberla criatura de Dios, cuyo elemento específico y distintivo es ser imagen de Dios: “creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”, se lee en el Génesis. Si la dignidad de la persona no se basa ahí, se corre el riesgo de tratarla de modo impropio y arbitrario, dejada al albur de lo que el derecho positivo quiera. Pero la realidad profunda del ser humano, y del matrimonio, es anterior a ese derecho, de tal manera que venimos a ser esclavos cuando no se respeta esa cualidad inalienable, pues pasamos a depender no de lo que somos, sino de lo que afirman otros por muy elegidos que sean.

            Algo semejante sucede con algunas sociedades de índole natural. La sociabilidad humana no es uniforme, sino plural, aunque todas las sociedades están llamadas a constituir un tejido unitario y armónico, en cuyo seno sea posible conservar y desarrollar la propia fisonomía y autonomía. Algunas –es el caso de la familia- corresponden más inmediatamente a la íntima naturaleza del hombre, mientras que otras son fruto de su libre voluntad. Por eso, la encíclica Centesimus annus, al trazar una relación de los derechos del hombre, citaba el de “fundar libremente una familia, acoger y educar a los hijos, haciendo uso responsable de la propia sexualidad”. Esta sociedad se convierte, como aseveró el último concilio, “en la expresión primera de la comunión de personas humanas”, en cuna y “comunidad de vida y amor”. Estas ligeras pinceladas aluden a la familia como la primera sociedad natural, titular de derechos propios y originarios, centro de la vida social e importantísima en relación con cada persona. Por ello, ha de ser entre hombre y mujer, que saben que un hijo no es un derecho, sino un don, que no se puede dar un niño en adopción a cualquiera porque el derecho del niño prevalece sobre todo desde antes de su nacimiento; no ha de ser fruto sino de la unión de hombre y mujer y, por supuesto, no se puede matar porque desde su concepción no es un objeto, sino un sujeto, una vida.

           

   A la vez, la familia es capital para la sociedad. Benedicto XVI la proclamó patrimonio de la humanidad, lo que viene a significar que es intocable y han de dispensársele todo tipo de cuidados. No se puede comprender que un palmeral sea algo protegido  -lo que está bien- y se cambie la familia en sus fundamentos, hasta el punto de que voces autorizadas han dicho que ya no existe el matrimonio en el Código civil español. Afirmábamos antes que la familia es la primera sociedad natural, el primer ámbito en el que el “yo” y el “tú” se convierten en “nosotros”. Y desde ahí se da el salto, como en círculos concéntricos, a una sociabilidad más amplia. El buen funcionamiento de la sociedad y el bien de las personas están estrechamente vinculados con el trato dado a la familia, tanto por otras sociedades menores como por la Iglesia y el Estado. Y no sirve decir que a nadie se le obliga a abortar, a divorciarse o a realizar una unión homosexual llamada matrimonio. La sociedad es inexorablemente una, y todo lo que sucede en ella nos afecta a todos, para bien o para mal.

             Recientemente se ha alegado que la moral no se legisla. En principio, debería ser cierto, pero sí se legisla, porque existen leyes con un fuerte contenido moral, cuya fuerza es la de la mitad más uno. Por ese procedimiento, se negó en USA que los negros fueran personas. Algo más es preciso para perfeccionar la libertad en democracia, evitando que sucedan cosas como ésta; algo más para no legislar la moral (¿Educación para la Ciudadanía?); algo más para tratarnos con respeto en la discrepancia y atender a las minorías; algo más para no envalentonarse contra la Iglesia Católica (no puedo dejar de preguntarme, si lo harían con otras religiones) por afirmar su doctrina; algo más para no dudar del derecho de los obispos a hablar sobre la institución más antigua de la humanidad. Si somos verdaderamente demócratas, hemos de proteger la democracia con algo más que la mitad más uno, para no maltratar instituciones con características propias, originarias y permanentes. Pienso, con el Magisterio de la Iglesia, que ningún poder puede abolir la naturaleza del matrimonio, ni su finalidad, ni su carácter propio: la totalidad –los cónyuges se entregan por completo el uno al otro-, la unidad de marido y mujer que hace de los dos una sola carne, la indisolubilidad y la fidelidad que exigen la donación recíproca y definitiva, y la fecundidad a la que naturalmente está abierto.
 Autor: Pablo Cabellos Llorente

Qué dijo Benedicto XVI en la Misa de Beatificación de Juan Pablo II

El Papa nos recuerda que la fe es el primer don que el Señor puede concedernos y un gran amor por la Madre de Jesús.
En la homilía de la Misa de Beatificación de Juan Pablo II, nos encontramos con dos personajes que van casi indisolublemente unidos, María la Madre del Señor y Juan Pablo II.

Juan Pablo II fue beatificado en el primer día del mes de Mayo, día también de San José obrero. El Papa nos recuerda que la fe es el primer don que el Señor puede concedernos, y sobre todo a los que han sido puestos para confirmar precisamente en la fe a sus hermanos, los sumos pontífices, de los cuales en ese día era consagrado como Beato, todo para edificación de la Iglesia santa de Dios. “Juan Pablo II es consagrado Beato por su fe, fuerte, generosa, apostólica”.

Desde sus inicios como sacerdote y luego como obispo, se distinguió precisamente por su fe, inquebrantable frente a insospechados ataques en su propia patria a lo que ha sido el sostén del vigoroso pueblo polaco, su fe en Dios y su gran devoción a la Madre de Dios. Y cuando pontífice, Juan Pablo II tuvo siempre como guía y protectora a María, que fue llamada por Isabel “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”, y desde entonces María no tuvo otro empeño que acompañar al Hijo que se le había confiado, y después de su muerte y resurrección, ella fue encargada por el mismo Cristo de cuidar, atender y alentar la fe de sus hermanos los apóstoles una vez que él se hubiera ido a su Padre Celestial.

El Papa dice que aunque no se refiere una aparición expresa a María después de la Resurrección de su Hijo, su figura se esconde en cada una de las circunstancias que rodearon la muerte y la resurrección de su Hijo. Así la vemos en lo alto de la cruz, y después aparece con los Apóstoles el mismo día de Pentecostés.

Ella fue siempre su inspiración. A todos les consta que el Papa nunca soltaba el Rosario de su mano, y ya en su escudo episcopal y luego como Pontífice hizo aparecer a María en lugar central: “una cruz de oro, una “eme” abajo, a la derecha, y el lema: “Totus tuus” inspirado en San Luis María Grignion de Monfort: “Soy todo tuyo y todo cuanto tengo es tuyo, tú eres mi todo, oh María, préstame tu corazón”.

Siguiendo el ejemplo del Papa Beato, tengamos una gran veneración por la Madre de Jesús. Ella nos acercará al corazón de su Hijo y nos sentiremos también cobijados por la guía del Espíritu Santo que iluminó a María para que velara por los intereses de su Hijo en vida mortal y luego por los de su Cuerpo Místico, en los primeros días de la Iglesia naciente hasta nuestros días. Bendita tú oh María que fuiste inspiración del nuevo Beato.
Autor: Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda

martes, 12 de julio de 2011

ARGUMENTOS A FAVOR DEL ABORTO

 Autor: D. Pablo Cabellos Llorente, Año 2009


La nueva Ley del Aborto prevista en España está dando lugar a un interesante debate, en muchos casos no tanto por la novedad o enjundia de los argumentos sino precisamente por su pobreza. Se ha convertido en un tema tan ideologizado que, con harta frecuencia, hace olvidar el fondo de la cuestión: la muerte del nasciturus y el trauma sufrido por tantas mujeres que lo han practicado. De esto último hablan las estadísticas y algunas valientes que se han atrevido a contarlo. Existe una asociación de mujeres víctimas del aborto (AVA).

Un argumento ha sido aportado por la ministra de Igualdad. Ha venido a decir que no se abortará después de que el feto cuente con veintidós semanas –salvo con problemas de tal magnitud que no sea posible la supervivencia del feto- porque la ciencia asegura que después de ese tiempo es viable fuera del seno de la madre. ¡Ya! Sólo se plantean dos pequeñas cuestiones: ¿es acaso inviable dentro del seno de la madre antes de cumplirse ese tiempo? ¿Tan inseguro es el seno de la madre? ¿Qué dice la ciencia de eso? Lo de la gran magnitud se aplicaría a casos especiales en que sí se puede matar.

Otro argumento es el del asunto religioso. Pero, ¿no estamos por lo científico? ¿No dice la ciencia que hay vida desde el primer instante de la unión del óvulo y el espermatozoide? No creo que el tamaño sea un tema religioso. La propia inventora del término preembrión declaró que aquello no tenía base científica y que lo utilizó bajo presión. Pero sigamos con la cosa religiosa. Se trata así para hacer creer que es un tema exclusivo de la Iglesia, cuando hay muchos no creyentes que están a favor de la vida desde su inicio. Otro paso más: se acusa enseguida -¡cómo no!- a la Iglesia de los crímenes de la Inquisición. Aparte de que cada asunto hay que juzgarlo con sus coordenadas de espacio y tiempo, aun dando por bueno que en la Iglesia se hayan cometido fechorías, ¿justificaría esto que alguien cometa otras como ésta de matar al ser más inocente?

Una razón peregrina ha sido que el lince utilizado por la propaganda de la Conferencia Episcopal no es español sino australiano. Así que todos tranquilos. Aún ha dado el lince algo más de sí, pues ha servido para decir que la Iglesia está contra este animal protegido y a favor de que vayan a la cárcel las mujeres que abortan. Sería como de juzgado de guardia si diera el nivel.

Otro razonamiento: me contó un profesor de Instituto, militante en otro tiempo en partidos de izquierda y abortistas –no es necesario identificar aborto e izquierda-, autor de un artículo a favor de la vida y contra el aborto. Antes de publicarlo, lo mostró a un antiguo correligionario. Éste lo leyó y reconoció su lógica. Entonces, ¿estás de acuerdo?, preguntó el escritor. No, respondió el colega, porque eso es facha. Es un caso singular, pero el razonamiento (?) se utiliza con cierta frecuencia.

Quizá el fondo más importante del proyecto de ley es el nuevo giro de tuerca que se da a la sociedad española: lo que era un delito –no punible en determinados supuestos- parece que se quiere convertir en un derecho de la mujer. Es posible que no haya más abortos con la nueva ley, porque el supuesto de la salud psicológica de la madre, bajo el que se han efectuado casi todos, ha supuesto su práctica libre. Pero algunas clínicas los han realizado sin cumplir siquiera los pequeños trámites que marca la ley, quizá por la escasa vigilancia y/o excesivo afán de lucro. Es decir, opino que lo peor es declarar la muerte de esos inocentes como un derecho de sus madres, al parecer incluso siendo menores de edad. He visto una ecografía de nasciturus de ocho semanas, y basta eso para darse cuenta de que nadie es dueño de la vida de otro, tampoco –quizá aún menos- si es su hijo. Pero, además, es una ley machista, porque carga sobre la mujer toda la responsabilidad de un acto que, con muchas posibilidades, le acarreará graves secuelas. Y, a propósito de la cárcel, nadie se acuerda del último apresamiento por este tema.

lunes, 11 de julio de 2011

Asunto Religioso?

¿ASUNTO RELIGIOSO?

Autor: D. Pablo Cabellos Lorente
Durante el trámite y aprobación de la reciente ley del Aborto, ha sido norma desechar las opiniones adversas con el aserto de que no han de imponerse los motivos religiosos. Aparte de que las verdades no son tales porque la Iglesia lo proclame, sino que proclama lo que es verdadero, téngase en cuenta que la defensa de la vida no es un asunto emanado de ninguna religión, sino exigido por el ser del hombre. Lo terrible es cuando la esencia del hombre se revuelve contra sí misma de modo no racional; entonces las exigencias de la racionalidad claman por una respuesta; y al no hallarla, se inventa, convenciéndose incluso el propio inventor.
Las declaraciones en favor de la vida naciente van desde los filósofos clásicos hasta la poesía o los últimos descubrimientos. Toda la verdad no es proporcionada por la ciencia experimental, pero lo probado empíricamente es verdadero. Y probado está que la unión de óvulo y espermatozoide produce un nuevo ser perteneciente a la especie humana desde el principio. El investigador Lejeune escribió: "Aceptar el hecho de que, desde la fertilización, un nuevo ser ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión. Es una evidencia experimental". Cuanto más pasa el tiempo, tanto más claro resulta aquello de Julián Marías: "la ilicitud del aborto nada tiene que ver con la fe religiosa, ni aun con la mera creencia en Dios; se funda en meras razones antropológicas, y en esa perspectiva hay que plantear la cuestión". En tal horizonte se movía, en el siglo V antes de Cristo, el Juramento Hipocrático: "Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten, ni administraré abortivo a mujer alguna". Siempre ha existido aborto y, siempre también, el consiguiente rechazo. Ni lo uno ni lo otro son modernos, pero tampoco religiosos. En todo caso, moderno es el avance de la ciencia que avala la vida y retroceso el derecho que favorece la muerte.
Así pensaba Ovidio, cuya crítica comienza por su abortista amante Corina, para censurarlo después en todos los casos, amparando al niño indefenso -así canta el poeta- ante quien está provisto de todas las armas contra él. No puede ser más explícito, ni más actual porque hasta esas armas son ahora igualmente brutales. De hecho, ningún abortista permite visionar la grabación de un aborto. Es cierto que también existen pensadores que han estado o están a favor de la violenta muerte uterina. Pero ni la ciencia experimental ni la antropología gozaban de los conocimientos actuales, incluso la fe religiosa, diciendo lo mismo que ahora, tal vez se expresaba con menor fuerza, por escasez de datos científicos. Supongo que nadie considerará confesional la declaración de muchísimos médicos españoles indicando que "el aborto es un atentado a todos los derechos humanos, a todo orden moral, una amenaza gravísima a toda la sociedad". Supongo igualmente que nadie calificará de religiosos los estudios realizados en torno al recién concebido, ni que los microscopios utilizados (o cualquier otro medio) tengan patente celestial, ni que hiciera teología el Nobel de Medicina Alfred Kastles al afirmar que, "desde el punto de vista biológico, cualquier práctica abortiva, por temprana que sea, debe ser considerada un homicidio". Quizás sólo la ideologización acepta el aborto.
El Real Colegio de Psiquiatras de Londres emitió un comunicado en 2008, para afirmar los graves problemas mentales que el aborto puede acarrear a la mujer que lo practica, autocorrigiendo severamente otro documento de 1994. La experiencia de lo que iba sucediendo -incluido algún suicidio- motivó este cambio radical. El progreso de la ciencia hace más incomprensible, también por arcaica, la postura abortista. Ésta es parte de un tipo de feminismo trasnochado, que acaba dejando sola a la mujer con un "derecho" convertido en la carga maldita de haber permitido matar a su hijo. No es el amigo de la vida quien deba quedar arrinconado por los débiles argumentos de este feminismo, basado en la libertad de disponer del propio cuerpo, de que no podemos imponer a otros nuestras opiniones, de evitar que alguien vaya a la cárcel por este motivo, el hijo no deseado... Todas esas argumentaciones, y otras parecidas, dejan de lado dos verdades fundamentales: la ciencia muestra que el aborto es matar un ser humano y enseña también que la mujer sufre graves consecuencias. Todas las leyes imponen algo: ¿son más importantes las que obligan a proteger determinadas plantas que las que exigen el cuidado de un hijo?
El gran pacifista Gandhi se expresó en estos términos sobre la interrupción voluntaria del embarazo: "A mí me parece claro como la luz del día que el aborto es un crimen". Las verdades sencillas -el derecho a la vida lo es- se expresan con sencillez. Lamento decir que sólo una sociedad anestesiada por el egoísmo puede pronunciarse de otra manera. Imponer el aborto nos afecta a todos, porque la sociedad receptora, nuestra sociedad, deviene en peor, se degradan sus cimientos y todos permanecemos menos seguros, aunque se denomine interrupción voluntaria del embarazo, que es como llamar interrupción de la respiración a la pena de muerte.

No sé porque ...

Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.
Sal 16,15.

SOBRE EL ABORTO, ¿ASUNTO RELIGIOSO?

Autor: Pablo Cabellos Lorente
Durante el trámite y aprobación de la reciente ley del Aborto, ha sido norma desechar las opiniones adversas con el aserto de que no han de imponerse los motivos religiosos. Aparte de que las verdades no son tales porque la Iglesia lo proclame, sino que proclama lo que es verdadero, téngase en cuenta que la defensa de la vida no es un asunto emanado de ninguna religión, sino exigido por el ser del hombre. Lo terrible es cuando la esencia del hombre se revuelve contra sí misma de modo no racional; entonces las exigencias de la racionalidad claman por una respuesta; y al no hallarla, se inventa, convenciéndose incluso el propio inventor.

Las declaraciones en favor de la vida naciente van desde los filósofos clásicos hasta la poesía o los últimos descubrimientos. Toda la verdad no es proporcionada por la ciencia experimental, pero lo probado empíricamente es verdadero. Y probado está que la unión de óvulo y espermatozoide produce un nuevo ser perteneciente a la especie humana desde el principio. El investigador Lejeune escribió: "Aceptar el hecho de que, desde la fertilización, un nuevo ser ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión. Es una evidencia experimental". Cuanto más pasa el tiempo, tanto más claro resulta aquello de Julián Marías: "la ilicitud del aborto nada tiene que ver con la fe religiosa, ni aun con la mera creencia en Dios; se funda en meras razones antropológicas, y en esa perspectiva hay que plantear la cuestión". En tal horizonte se movía, en el siglo V antes de Cristo, el Juramento Hipocrático: "Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten, ni administraré abortivo a mujer alguna". Siempre ha existido aborto y, siempre también, el consiguiente rechazo. Ni lo uno ni lo otro son modernos, pero tampoco religiosos. En todo caso, moderno es el avance de la ciencia que avala la vida y retroceso el derecho que favorece la muerte.

Así pensaba Ovidio, cuya crítica comienza por su abortista amante Corina, para censurarlo después en todos los casos, amparando al niño indefenso -así canta el poeta- ante quien está provisto de todas las armas contra él. No puede ser más explícito, ni más actual porque hasta esas armas son ahora igualmente brutales. De hecho, ningún abortista permite visionar la grabación de un aborto. Es cierto que también existen pensadores que han estado o están a favor de la violenta muerte uterina. Pero ni la ciencia experimental ni la antropología gozaban de los conocimientos actuales, incluso la fe religiosa, diciendo lo mismo que ahora, tal vez se expresaba con menor fuerza, por escasez de datos científicos. Supongo que nadie considerará confesional la declaración de muchísimos médicos españoles indicando que "el aborto es un atentado a todos los derechos humanos, a todo orden moral, una amenaza gravísima a toda la sociedad". Supongo igualmente que nadie calificará de religiosos los estudios realizados en torno al recién concebido, ni que los microscopios utilizados (o cualquier otro medio) tengan patente celestial, ni que hiciera teología el Nobel de Medicina Alfred Kastles al afirmar que, "desde el punto de vista biológico, cualquier práctica abortiva, por temprana que sea, debe ser considerada un homicidio". Quizás sólo la ideologización acepta el aborto.

El Real Colegio de Psiquiatras de Londres emitió un comunicado en 2008, para afirmar los graves problemas mentales que el aborto puede acarrear a la mujer que lo practica, autocorrigiendo severamente otro documento de 1994. La experiencia de lo que iba sucediendo -incluido algún suicidio- motivó este cambio radical. El progreso de la ciencia hace más incomprensible, también por arcaica, la postura abortista. Ésta es parte de un tipo de feminismo trasnochado, que acaba dejando sola a la mujer con un "derecho" convertido en la carga maldita de haber permitido matar a su hijo. No es el amigo de la vida quien deba quedar arrinconado por los débiles argumentos de este feminismo, basado en la libertad de disponer del propio cuerpo, de que no podemos imponer a otros nuestras opiniones, de evitar que alguien vaya a la cárcel por este motivo, el hijo no deseado... Todas esas argumentaciones, y otras parecidas, dejan de lado dos verdades fundamentales: la ciencia muestra que el aborto es matar un ser humano y enseña también que la mujer sufre graves consecuencias. Todas las leyes imponen algo: ¿son más importantes las que obligan a proteger determinadas plantas que las que exigen el cuidado de un hijo?

El gran pacifista Gandhi se expresó en estos términos sobre la interrupción voluntaria del embarazo: "A mí me parece claro como la luz del día que el aborto es un crimen". Las verdades sencillas -el derecho a la vida lo es- se expresan con sencillez. Lamento decir que sólo una sociedad anestesiada por el egoísmo puede pronunciarse de otra manera. Imponer el aborto nos afecta a todos, porque la sociedad receptora, nuestra sociedad, deviene en peor, se degradan sus cimientos y todos permanecemos menos seguros, aunque se denomine interrupción voluntaria del embarazo, que es como llamar interrupción de la respiración a la pena de muerte.

domingo, 10 de julio de 2011

Y la vida... ¿cómo se hace la vida?

La vida se hace amando, porque el amor tiene tanto que hacer en el mundo, que no da tiempo para odios ni rencores.

El joven iba acercándose al momento cumbre en el que concluiría sus estudios universitarios. Largos años de carrera, que se le habían hecho interminables, llegaban a su fin. No sin tropiezos, sentía que ya estaba llegando a su meta. Había logrado dominar la teoría, la práctica inclusive, de lo que habría de ser la profesión que había soñado ejercer por el resto de su vida. ¿De su vida?

Aquel viernes en la tarde se sentía intranquilo. Le parecía que de tanto aprender, no había aprendido nada. Sentía que le faltaba algo importante, y no sabía cómo expresarlo. Caminando por el campus universitario se encontró con uno de sus profesores, precisamente aquel que en más de una ocasión lo había orientado en sus estudios, y decidió abordarlo.

A rajatablas, le preguntó: “Profe, dígame, cómo se hace la vida?


El viejo profesor esbozó una ligera sonrisa, mientras lo invitaba a que se sentaran en un banco cercano, y le refirió lo que a él a su vez le había contado un viejo profesor en un momento parecido, fiel reflejo de la sabiduría de siglos:

“La vida se hace sorbo a sorbo, paso a paso y día a día.

Se hace saboreando a Dios, caminándolo a lo ancho y a lo hondo, mirándolo a través de sus colores, oyéndolo a través de sus sonidos, palpándole la perfección y desentrañándole la luz.

La vida se hace como trabajador de su siembra, como obrero de su palabra, como jardinero de sus flores, como cantador de sus prodigios... como Él te mandó hacerla.

La vida se hace agitando el mundo que llevamos dentro y descubriendo el mundo que llevan los demás.

Se hace respirando a Dios con la fuerza de la naturaleza, con la sabiduría de su gracia y con el impulso de sus pisadas, que van tras nosotros para que no perdamos el camino ni se nos aparte la luz.

La vida se hace sufriendo, pero sin apagar nunca la velita encendida de la fe.

La vida se hace amando, porque el amor tiene tanto que hacer en el mundo, que no da tiempo para odios ni rencores.

La vida se hace en el espacio de lo cotidiano, en pequeños trozos de cada día, en momentos que encendemos de pasión, en vuelos que se emprenden con besos y son sueños.

Velar y dormir, soñar y despertar, llorar y reír, creer y dudar, caer y levantarse: eso es hacer la vida.

La vida no se hace para lucir, para exhibirse, para mostrarnos como en un escaparate de vanidad y focos de colores.

La vida se hace en el recinto íntimo, en ese taller de abeja trabajadora que llevamos dentro, en ese aguijón que extrae y regala, que profundiza y endulza.

Hay que caminar la vida, porque es la única manera de llegar.

Cumple tu misión de dar. Déjale a Dios el balance de lo que debes recibir.

Porque en ese libro de la generosidad, del esfuerzo y de la entrega, ¡se hace la vida!”

Hermosa lección de sapiencia que a todos nos conviene aprender y recordar siempre.

Bendiciones y paz.

Autor: Juan Rafael Pacheco

sábado, 9 de julio de 2011

Y se llamaba María

María creyó en el Dios del amor, de él se fió y a él le cantó todas las maravillas que hizo en ella y en su pueblo.

“No más que el cielo puede ser espejo tuyo. ¡Oh sol!-suspiró la gotita de rocío.

“Yo siempre estoy soñando contigo. ¿pero qué puedo esperar? Soy tan pequeña para tenerte en mí -Y se echó a llorar desconsolada.

“Le contestó el sol: Yo lleno el cielo infinito; pero también puedo estar en ti, gotita de rocío. Yo me haré chispa para llenarte y tu vida pequeñita se hará un mundo de luz”. (Tagore)

María era como una pequeña gota de rocío que, por recibir a Dios, se hizo luz para el mundo. María creyó en el Dios del amor, de él se fió y a él le cantó todas las maravillas que hizo en ella y en su pueblo.

La Virgen se llamaba María. Así la pusieron sus padres. Era un nombre muy corriente, pero que tenía un gran significado: “La llena de gracia”. María, la criatura más cercana a la Trinidad, estuvo llena de Dios. Dios estaba en María y María vivía en Dios y de Dios. El creador dejó una profunda huella en su alma y por donde caminaba María, se palpaba la presencia del Omnipotente.

Sin darse cuenta, un día cualquiera, Dios la cambió. “Fue un día en que no te esperaba. Entraste, sin que yo lo pidiera, en mi corazón. Y pusiste un sello de eternidad en los instantes fugaces de mi vida" (Tagore).

María creyó y por eso fue alabada. “Ella concibió la Palabra de Dios antes en la mente que en el seno” (San Agustín). Isabel pone la fe de María como fundamento de todo lo que ha realizado y va a poder realizar. Así dice “Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor” (Lc 1,45). San Pablo habla de la fe como fundamento de toda vida cristiana: “El justo vive de la fe”(Rom 1,17). Así lo entendió San Juan de la Cruz al poner la fe como único medio adecuado para unir el alma a Dios. Para conocer y poseer a Dios es necesario, despojarse de todos los bienes para quedarse con sólo Dios.

Aunque la Virgen recibe la alabanza de su prima, expresa con el canto del Magníficat lo que Dios es para ella: todo. Este himno de acción de gracias alaba a Dios por la elección que hizo en ella, a pesar de ser tan pequeña; reconoce, además, la providencia y misericordia de Dios en el mundo y el cumplimiento de las promesas hechas a los padres antiguos.

María experimenta en su vida que “para Dios no hay nada imposible” (Lc 1,37). Dios visitó a María y de este encuentro nació el Amor. Es imposible explicar la acción de Dios. Algo nos puede aclarar estas palabras de Tagore: “El que puede abrir los capullos, ¡lo hace tan sencillamente!. Los mira, nada más, y la savia de la vida corre por las venas de las hojas.

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

viernes, 8 de julio de 2011

Incomparable ...

Mi Dios maravilloso, incomparable...
únicamente lo que damos, es lo que
nos enriquece cada día mas...
es lo que nos enseñas... te amo!!!

Yo los envío como Ovejas en medio de Lobos...

Puedo caminar seguro, Cristo, por esta vida, aún entre medio de lobos porque se sé que no estoy nunca sólo. Dame fuerzas para crecer en mi vida de unión contigo; que tenga más fe y esperanza para aceptar lo que me pidas, que tenga más amor para quererlo intensamente y que tenga fortaleza para llevarlo adelante.
Quiero serte fiel, Señor, cuando llegue la prueba, dame tu gracia y eso me basta. amén.
Leer Lectura del Evangelio según san Mateo 10,16-23
Dios les bendiga.

Tu presencia en la Eucaristía

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza.


Señor Jesús:

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

"Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios" (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y "ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.

Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo por nosotros" (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.

Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti.

Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: "Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio".

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR.

Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amén.

Autor: SS Juan Pablo II/ Adoración Eucarística

jueves, 7 de julio de 2011

¿Cuál es tu Viña?

Existen muchísimas formas de crear una Viña, de hacerla crecer, de mover al mundo en la dirección de Jesús.

El Señor nos hace referencia en las Escrituras a Su Viña. ¿Pero a que se refiere Él con este mensaje, puesto en términos de nuestros tiempos?. La viña del Señor es Su obra, el lugar donde se trabaja para la misión de la Salvación. ¿Cuál es tu actitud de vida frente a la Viña de Cristo?.

Tenemos en el mundo tres clases de actitudes frente al llamado del Cielo:

1. La de aquellos que se involucran en trabajar activamente, como obreros cotidianos, integrando el plantel de trabajadores de la obra de la Redención.

2. La de aquellos que trabajan activamente también, pero en contra de la obra del Cielo. Negar a Dios activamente, frenando Su obra, es la forma más directa de condenarse.

3. Aquellos tibios que, sabiendo de un modo u otro del llamado de Dios, no se comprometen. ¡Y ya sabemos que dijo Jesús respecto de los tibios!.

¿En que categoría estás tú?. ¿Lo tienes claro, te animas a responder?.

Para aquellos que creen estar en la primer categoría, o al menos desean estar en ella: no nos equivoquemos. Nuestra vida no está dividida: no existe el trabajo, la familia y luego la Viña del Señor (como asistír a Misa el domingo, por ejemplo). Nuestra vida es una, integral e indivisible. La Viña debe ser nuestra vida, nuestra realidad cotidiana.

Trabajar como viñateros para Jesús es obrar para Su causa en forma permanente.

En términos prácticos, todos debemos tener una participación dentro de la inmensidad de Viñas que existen en el mundo, y debemos ser activos trabajadores en al menos una de ellas. La oración es una parte fundamental del trabajo del Viñatero, por eso los grupos de oración son tan importantes. También el dar testimonio, el difundir la necesidad de la conversión del alma, el volcar a las personas a la lectura diaria de las Escrituras. El ser evidencia viva de un cristiano comprometido con la obra de Dios es parte central de nuestro rol de obreros. El ayudar a los pobres y necesitados, haciéndolo en nombre de la caridad que Jesús nos enseñó.

Existen muchísimas formas de crear una Viña, de hacerla crecer, de mover al mundo en la dirección de los Corazones de Jesús y María. Nada te limita, nada te frena. por ejemplo, es

¿Tienes una Viña en la que trabajas para la obra de Dios?. ¿Crece tu Viña, aumenta el producido en ella, se incrementa tu gozo al ver los resultados concretos?.

Comprométete en la obra del Cielo, enlístate en la gran Viña del Señor, súbete a la Obra de la Salvación, con tus errores y defectos.

¡No existe gozo más inmenso que el de sentirse un obrero en esta empresa, con el mismo Jesús como Patrón!.

miércoles, 6 de julio de 2011

El poder de la Oración...

Gabriela Louise Redden, una mujer pobremente vestida y con una expresión de derrota en el rostro, entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy humilde le preguntó si podía fiarle algunas cosas.
Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que tenían 7 hijos, y que necesitaban comida. John Longhouse, el abarrotero, se mofó de ella y le pidió que saliera de la tienda. Visualizando las necesidades de su familia, la mujer le dijo: "Por favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda." John le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía cuenta con la tienda.
Junto al mostrador había un cliente que oyó la conversación. El cliente se acercó al mostrador y le dijo al abarrotero que él respondería por lo que necesitara la mujer para su familia. El abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenía una lista. Louise respondió: "¡Sí señor!". "Está bien," le dijo el tendero, "ponga su lista en la balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancía."
Louise pensó un momento con la cabeza baja, y después sacó una hoja de papel de su bolso y escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto con la cabeza baja. Los ojos del tendero se abrieron de asombro, al igual que los del cliente, cuando el plato de la balanza bajó hasta el mostrador y se mantuvo abajo. El tendero, mirando fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente y le dijo: "¡No puedo creerlo!".
El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato de la balanza. La balanza no se movía, así que siguió llenando el plato hasta que ya no cupo más. El tendero vio lo que había puesto, completamente disgustado. Finalmente, quitó la lista del plato y la vio con mayor asombro.
No era una lista de mercancía. Era una oración que decía: "Señor mío, tú sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos".
El tendero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y en silencio. Louise le dio las gracias y salió de la tienda. El cliente le dio a John un billete de 50 dólares y le dijo: "Realmente valió cada centavo" Fue un tiempo después que John Longhouse descubrió que la balanza estaba rota.
En consecuencia, solo Dios sabe cuanto pesa una oración.

Mientras estés vivo... siéntete vivo...

Siempre ten presente que:
La piel se arruga,
El pelo se vuelve blanco,
Los días se convierten en años…
Pero lo importante no cambia;
...tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés vivo, siéntete vivo.
Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas…
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡¡¡Pero nunca te detengas!!!

Autora: Madre Teresa de Calcuta
 

Un mensaje siempre tan actual y tan presente...

Video producido y editado: en El Tocuyo, Edo. Lara Venezuela.
Visita de: Silvia Mariella,  cantante de música Católica de Uruguay.
Pastoral Familiar de la Iglesia Inmaculada Concepción de El Tocuyo.

Cinco peligros contra el amor de Dios

Estos peligros que nos apartan de Dios, enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.


San Francisco de Sales sabía que nuestro corazón, cuando funciona bien, late, vive, suspira, trabaja, para Dios. Pero también sabía que existen cinco peligros que nos apartan de Dios, que enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.

¿Cuáles son esos peligros? He aquí la lista, según el santo obispo de Ginebra:

1. el pecado, que nos aleja de Dios;

2. el afecto a las riquezas;

3. los placeres sensuales;

4. el orgullo y la vanidad;

5. el amor propio, con la multitud de las pasiones desordenadas que engendra, las cuales son en nosotros una pesada carga que nos aplasta” (San Francisco de Sales, “Tratado del amor de Dios”).

Si esos son los peligros, entonces ¿cómo reiniciar la marcha hacia Dios, hacia el amor de nuestra alma, hacia Aquel por quien empezamos a existir, hacia Aquel que nos busca y nos ama con cuerdas humanas y con lazos de amor (cf. Os 11,4)?

El camino es sencillo y arduo: hay que remover con decisión, desde la ayuda de Dios y desde una sana vigilancia, esos enemigos.

En primer lugar, hay que luchar contra el pecado en todas sus formas. Es el peor enemigo, el que nos aparta de Dios y del hermano, el que destruye el amor, el que apaga la gracia.

En segundo lugar, hay que romper con cualquier apego a las riquezas para empezar a vivir en una confianza plena, filial, en la providencia de nuestro Padre Dios (cf. Mt 6,19-34).

En tercer lugar, hay que renunciar a los placeres sensuales que nos atan al mundo, para revestirnos de Cristo y de su Evangelio (cf. Rm 13,13-14).

En cuarto lugar, hay que dejar de lado orgullos y vanidades que nos hacen buscar los primeros puestos y la autocomplacencia, para vivir con la sencillez del niño que confía plenamente en su Padre (cf. Mt 18,1-4; Lc 14,7-11).

Por último, hay que acabar con el amor propio, con ese afán continuo de buscar lo que nos satisface y nos gusta, para aprender la ley de la fecundidad: el que renuncia a su propia vida la encuentra (cf. Mt 16,24-26), porque “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).

Sí, es un camino arduo, pero la meta es maravillosa: el encuentro con Dios como Padre misericordioso, la fecundidad gozosa, la vida plena, el amor hacia los hermanos. Así podremos empezar a vivir aquí en la tierra un poco como se vive, en plenitud, en el cielo.

Autor: P. Fernando Pascual LC

martes, 5 de julio de 2011

Padre nuestro...¡todo un Dios!

Nos hemos acostumbrado tanto a esta forma de rezar, que sale de nuestros labios de la manera más rutinaria e indiferente.


No es fácil saber a ciencia cierta dónde y en qué momento Jesús dijo por primera vez la oración más bella y más preciada, enseñándonos a llamar a nuestro Dios: PADRE

Cerca del Monte de los Olivos hay una Basílica que guarda en sus cimientos, como una preciosa perla, una misteriosa gruta. Según la tradición, allí enseñó Jesús a orar a sus discípulos. Tal vez allí, por primera vez, sonaron las sagradas palabras del PADRENUESTRO.

No creemos que es muy importante el saber si efectivamente fue en ese lugar, lo realmente importante en sí son las palabras de Cristo para enseñarnos a dirigirnos a nuestro Creador, haciéndonos una revelación asombrosa, inimaginable y de profunda ternura con la que podemos dirigirnos a nuestro Dios.

Desde ese instante las relaciones de Dios y los hombres ya no fueron las mismas. Se nos abrió una puerta directamente al corazón de Dios, una puerta que jamás se cerrará. Como dice el Padre Martín Descalzo: - "Aquel día en verdad, giró la historia del mundo. Si los hombres no se dieron cuenta es solo porque la ceguera parece ser la parte más ancha de nuestra naturaleza".

Jesús nos enseña a decir Padre, a llamar Padre al Todopoderoso. al Creador de los mundos, al omnipotente, al Supremo Hacedor de todo lo visible e invisible... así sin más, llana y sencillamente "PADRE".

Santos saltaban de gozo ante la idea de llamar Padre, Dios y nosotros nos hemos acostumbrado tanto a esta forma de rezar, que sale de nuestros labios de la manera más rutinaria e indiferente, sin pensar que ante esta palabra nuestro corazón debería quedar extasiado e inundado de gozo, y como nos dice Schurmann: - "esta forma de dirigirse a Dios no es tan evidente como alguien podría suponer. Hacía falta que Jesús nos diera su permiso y nos alentara para invocar a Dios con esta palabra "Padre", tan íntima y familiar".

Y aún hay más, porque en el comienzo de PADRENUESTRO, Jesús emplea un vocablo que jamás se había dirigido a Dios: Abba

Abba es el nombre que el niño pequeño dirige a su padre. Jesús, usa siempre esta palabra y esa es la que coloca al comienzo de la oración y con ella nos introduce en una familiaridad con Dios que jamás nadie pudo imaginar.

Es la TOTAL CONFIANZA. Dios no es para nosotros solo un Padre, es lo que es el "papá" para el niño que empieza a balbucear.


Que desde hoy, al comenzar esta bellísima oración del Padrenuestro, pongamos el corazón, lleno de amor y confianza, en nuestros labios para llamar a Dios "PADRE O PAPÁ".

Autor: Ma Esther De Ariño

lunes, 4 de julio de 2011

Ten confianza...la FE te ha salvado...

Hay dificultades... hay tentaciones contra la fe.
¡Claro que sí !
Pero mil dudas no podrán resquebrajar una convicción de fe...
Dios con nosotros... 
                                                                Leer... Mateo 9, 18-26